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Jordi Castell, un llorón sin miedo a mostrar la hilacha

Vulnerable cuando se trata de los suyos, este fotógrafo no tiene problemas en mostrar sus emociones, algo que ha sido posible conocer en sus 11 años frente a la cámara de tv. Cercano a cumplir 48, conversamos con él sobre sus afectos y lo que sus 8 años de farándula le enseñaron.

16 de Septiembre de 2014 | 15:02 | Por Ángela Tapia Fariña, Emol.
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Mauricio Pérez, El Mercurio.
“Nunca he estado mejor que ahora”, asegura el fotógrafo Jordi Castell (@jordicastell), en el patio de TVN, a punto de hacerse una regresión que será emitida en el “Buenos Días a Todos”.

Quien fuera por 8 años uno de los clásicos conductores de “Primer Plano” lleva ya 8 meses alejado de la farándula –de la que aseguró nunca más trabajar con ella- y está desde enero pasado entregado a su trabajo diurno, como integrante del equipo del matinal de TVN.

Sobre su plenitud en el presente, el comunicador audiovisual de 47 años, basa su optimismo de vida en una tranquilidad familiar, amorosa y laboral que ha logrado establecer, y en ser uno de los pocos seres humanos que se alegran de cumplir más y más años. “Me encanta envejecer, me gustan todos los procesos que he tenido en mi vida. Me gusta el paso de los años, que el cuerpo sienta todo lo que he vivido, porque no ha sido para nada en vano, al contrario, puro aprendizaje, pura gratitud a la vida”.

Y esa gratitud se puede comprobar con solo proponerle hablar de su familia, de su abuelo materno, don Salvador Abusleme, quien se convirtió en la figura paterna de Jordi, y que ha sido el pilar fundamental de todas las iniciativas del fotógrafo por participar en campañas como las del Sernam, en contra de la violencia hacia las mujeres.

Tal hecho, incluso le trajo duras críticas e insultos, que lo acusaban de ser un instigador de la homosexualidad –bajo el eslogan “maricón es el que pega”, con el que se publicitaba la campaña-, y hasta hubo gente que aseguraba que su nombre no era el catalán Jordi Castell, sino que Jorge Castillo. El hostigamiento fue tal, que el sanfernandino, junto a la entonces ministra del Sernam, Carolina Schmidt, presentaron una denuncia en la fiscalía local de Ñuñoa por el delito de amenazas.

-Pese a todo, nunca has querido dejar de participar en campañas o de hacer valer tu opinión en los medios. ¿No estás ni ahí con las críticas o comentarios que se puedan hacer de ti?
“(Ríe) Lo que pasa es que yo opto por no hacer lo que se debiera. Tengo algo de díscolo en ese sentido, y siempre he buscado ser consecuente con lo que yo pienso. Como comunicador, siento que existe un compromiso social del que no se debe escapar, y que tiene que ver con mejorar la sociedad, construir un mejor país, y con cosas tan básicas como proteger la integridad de las mujeres o incentivar a que votemos por escoger nuestras autoridades. Mi abuelo siempre me dijo que en la medida en que uno tuviera voz o pudiera representar a gente que no tiene tanta vitrina, había que hacer algo al respecto”.

-O sea que lo tuyo viene de familia…
“Mi abuelo siempre fue de mucha conciencia social. Fue él el que me inculcó esta adicción por leer, por informarme y saber, por cultivarme. Él fue la primera persona que me habló de La Moneda bombardeada y que me explicó por qué eso no debiera ocurrir nunca más. Hasta el día de hoy, las mejores tertulias son con mi abuelo, después del almuerzo”.

-Como figura paterna que fue para ti, debe haber sido crucial él en la formación de tu carácter…
“Absolutamente. Me entregó valores, educación y tradiciones. Me enseñó lo importante de hacer familia y lo principal, me enseñó a ser un buen hombre. Básicamente, todo lo que soy es gracias a él”.
 
-Eres bien querendón de tu familia. Dicen que incluso te emocionas cuando escuchas “El día que me quieras”, porque te recuerda a tu abuela…
“Me emociono con varias canciones, si soy lo más llorón que hay. Pero con ‘El día que me quieras’, me trae recuerdos de bailar tango con mi abuela, y me hace perder todo tipo de compostura cuando la escucho. Creo que es una canción clave en mi vida. Ella ya murió hace muchos años (hace una pausa).
“Me gusta llorar. Cuando aparecen estas emociones que uno no controla, me siento vivo. Por eso me es cómodo mostrar la hilacha frente a ese tipo de cosas”.

-¿Viste que no estás ni ahí?
“(Ríe) No tengo ningún conflicto con mostrarme vulnerable, débil o emocionado en situaciones que representan algo importante para mí”.

Lleva cerca de 11 años en televisión. Justamente partió en TVN comentando espectáculos –y antes, como asesor de imagen del equipo de noticias-. Y este 2014 regresó al canal que lo vio nacer en los medios, en lo que considera su mejor etapa, una más tranquila. “Lo que hago en el matinal es un rol completamente opuesto a lo que siempre hice, que era mucho más de nicho, experimental y rupturista. Pero lo que hago ahora me viene bien para mi edad”, dice, antes de explicar que cumplirá 48 años el próximo 3 de noviembre; edad que a primera vista, ni se le notan.

-Esta plenitud que sientes, ¿tiene que ver el haberte alejado de la farándula y estar, tal vez, con un trabajo menos confrontacional?
“No, porque todo lo que construí televisivamente, lo hice desde un formato muy arriesgado, como era ‘Primer plano’. Aprendí mucho. Sé que hasta el día de hoy es un tipo de televisión muy mal visto, pero yo sólo aprendí haciendo farándula”.

-¿Qué aprendiste?
“A tener cuero de chancho, a creer un tercio de lo que la gente dice, y aprendí muchos valores también. Es curioso, porque cuando estaba haciendo una televisión tan experimental, como la farándula, me sentí obligado a tener un nido en mi casa, en mi entorno, mucho más protegido. Así que la farándula me enseñó a cuidar mucho lo que tengo y a valorar lo que la vida me da, a nivel familiar, amoroso, mis amigos, mi mundo real, que no tiene nada que ver con la vida pública. Finalmente, siento que soy un afortunado por tener una vida tan equilibrada, tan tranquila”.

“Hoy, cada vez que llego en las tardes a mi casa, siento que di todo lo que pude en mi trabajo, que me preparé todo lo que estaba a mi alcance. Gracias a eso llego tranquilo a cocinar, a sentarme a la mesa, a tomarme una copa con mi pareja, y conversar cómo estuvo el día. Pero eso pasa mucho por saber distanciar los mundos, el privado y el público, lo más posible”.

-¿Estás casado?
“Sí, absolutamente, aunque no de forma legal. Pero no me hago problema, porque soy alguien muy afortunado. Llevo varios años ya acompañado por la persona más importante para mí. Vengo de esa formación, de la que te enseña a considerar a la persona con la que duermes, la más importante en tu vida”.

-¿Pero no quieres una ceremonia?
“La verdad es que no me importa mucho eso. Tenemos celebraciones simbólicas siempre, así que no me puedo quejar. De verdad que soy muy afortunado”.

-¿Cuál es tu vicio privado?
“Me encantan los autos, soy lo más tuerca que hay. Sé de modelos, piezas, de todo. Y como dato freak, podría decir que les tengo terror a las gallinas. Me dan nervio cómo son, cómo suenan, cómo se mueven, todo. No las puedo ver. Mis peores pesadillas han sido con gallinas (ríe)”.

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