EMOLTV

Cristian Valenzuela: “La ceguera llegó a mi vida como un castigo y hoy la siento como un regalo”

El atleta, que no para de acumular medallas representando a Chile en las competencias paralímpicas, ha decidido entregarse a la labor de difundir la inclusión y cambiar la percepción que la gente suele tener de la discapacidad.

09 de Diciembre de 2014 | 16:31 | Por Ángela Tapia Fariña, Emol.
imagen
Cristian Soto, El Mercurio.
Cristian Valenzuela (31, @crisparalimpic), el medallista paralímpico, no tiene dudas cuando asegura que haber ganado el oro en Londres 2012, fue una experiencia única al haberlo vivido a ciegas.  “Imagínate los nervios, sales y te imaginas las 80 mil personas presentes, todos conversando. Todo tu entorno es en base a tu imaginación. Te pones en la partida, y de pronto escuchas el disparo. Y las miles de personas empiezan a gritar. ¡Ah, fue increíble! Al final, lo único que atinas es a correr”, dice recordando su mejor marca corriendo los 5 mil metros.

Después de cruzar primero la meta, el deportista dice haber estado pisando nubes por un largo rato. Simplemente, no se la creía. Todas esas noches soñando con eso, con el triunfo, todas esas mañanas a las que se dedicó a entrenar, desde sus 23 años, lloviera o no, esperando a su guía para que corriera junto a él, unidos por su cuerda. Solo al recibir la pesada medalla de oro, y sentir el braille que confirmaba su triunfo en ella, cayó en cuenta que su esfuerzo había valido la pena. Era un campeón.

El oro está guardado junto con otros 5 que ha ganado en su carrera deportiva, además de tres medallas de plata. También tiene guardada su guitarra, con la que luego de perder la vista a los 12 años, producto de un glaucoma congénito, y una larga depresión, intentó empezar a hacer algo con su vida, y dejar de recriminarle a Dios haber permitido que quedara ciego.

Pensaba que como ya no veía, sería un genio musical. Y aunque hasta el día de hoy tiene el sueño de grabar alguna canción hip hop, sabe que la música no es su mayor don. A la guitarra le siguió el teclado, pero no fue hasta que comenzó a correr que descubrió la mejor vía de escape a varios años de frustración.

“Después de quedar ciego, pensé un montón de cosas. Pero no iba a hacer nada en contra mío. El atletismo llegó como una forma de reencontrarme, de buscar una motivación, algo que me hiciera entender que, simplemente, no podía cambiar el no ver. Sí, era algo lamentable, quizás para llorar, pero en algún minuto tuve que levantarme de mi cama e intentar hacer una vida”. Y para hoy, su vida acumula triunfos y un objetivo principal, que intenta desarrollar a través de su Fundación Fortaleza, que es crear una inclusión real de las personas con discapacidad en la sociedad.

“La gente piensa que inclusión significa hacer una fiesta y poner a una persona con discapacidad. Te lo grafico así: Una vez, cuando era un cabro joven, iba con mi bastón y me acerqué a un caballero para pedirle que me ayudara a ver la micro que venía para saber si tomarla o no. ‘Disculpe, ¿me puede ayudar?’, le dije. Y el señor me dio 100 pesos”.

“Otro ejemplo: Si hoy me paro y estiro la mano, y se me cae un vaso, pienso que bueno, a cualquiera le puede pasar. Pero hay personas con discapacidad -y me incluyo también al principio-, que le echan la culpa al tiro a la ceguera. Pero hoy, con la fundación y las medallas, yo puedo decirle al mundo que la discapacidad no es limitante, y no son palabras vacías. Ahí están las medallas, y es mi más fiel argumento para decir que si tienes un sueño, aunque lo veas difícil, tienes que esforzarte y sacrificarte. Hoy veo la ceguera como una oportunidad”.

-Igual, fue un largo proceso. Entiendo que pasaste mucho tiempo enojado con Dios.
“La ceguera llegó en un minuto a mi vida, en que pensé que era un castigo. Soy de religión evangélica y a mí se me enseñó que no cae ni una hoja de un árbol si no es por voluntad de Dios. Cómo no me iba a cuestionar por qué había permitido esto en mí. ¿Por qué permites que un niño de 12 años pierda uno de sus sentidos más importantes? ¿Qué va a ser de mí? ¿Voy a poder ser feliz? Pucha, hay tanta gente mala, violadores, pedófilos, asesinos… ¿Por qué a ellos no les pasa algo así? ¿Por qué le pasa a un niño que recién está empezando a vivir y a conocer el mundo?”.

-Hasta que a los 16 empezaste a pensar las cosas de otra forma…
“Sí, hoy la ceguera es un tremendo regalo para mí. Es una lástima que no tengamos una visión más amplia de la vida, y no nos preguntemos en vez de ‘por qué yo’, ¿por qué yo no? ¿Qué tenemos de especial que no nos puedan suceder las cosas? Hoy entiendo por qué sucedió, y me siento con la oportunidad de seguir fomentando el tema de la inclusión”.

-En la última versión de la Teletón se cuestionó el tema de cómo se mostraba en los medios a la gente con discapacidad. Carolina Pérez, por ejemplo, criticaba que los mostraran como gente de caridad y no de derecho.
“Mira, estoy en parte de acuerdo con lo que dice Carolina, pero viendo a la Teletón como un show. El centro de rehabilitación es otra cosa aparte y hacen un gran aporte. Con la Fundación que creé, queremos cambiar el otro tema. Mostrar que, por ejemplo, un deportista con discapacidad realmente es un tipo que le ha ganado a la vida. Por ejemplo, si tú quieres salir a correr a las 5 de la mañana, vas y lo haces. Yo no puedo, porque tengo que esperar a que venga un guía y pueda correr conmigo. Por eso, ser un deportista de alto rendimiento, con todas esas son dificultades, creo que tiene un valor agregado”.

 -¿Qué esperas de ti después de todos tus logros?
“Hoy siento que las medallas y los logros me sirven para seguir saliendo en los medios para poder seguir diciéndole a la gente que la discapacidad no es limitante; que la misma gente con discapacidad entienda de una vez por todas que ya basta de hacerse los pobrecitos, que sí son capaces de hacer cosas y que se levanten y las hagan. Es súper fácil que venga alguien y te ayude. Quiero decirles que la discapacidad no es limitante, que es una oportunidad. Y también enseñarle a la gente que la discapacidad es distinta a como la ven, que cualquier persona en la vida puede cumplir sus sueños. Para todo eso corro hoy en día. Si me preguntas si hoy me gusta correr, mira, no, no me gusta. Lo veo como una obligación”.

Aunque su carrera deportiva sea todo un éxito, Cristian dice que está algo cansado, que varias veces ha entrado a su pieza llorando, sin saber por qué. Es mucha presión dedicarse al alto rendimiento y exigirse siempre lo mejor, sabiendo que todo un país y sus más cercanos, esperan lo mismo de él. “Es una cosa tremenda, pero le pido fuerza a Dios, y me ayuda a sentirme algo más liberado”.

-Hablabas de lo lindo que es imaginarte todo un entorno alrededor tuyo, como en Londres. ¿Te acuerdas de las cosas que veías antes de los 12 años?
“Yo no me acuerdo cómo soy yo. Pero me miro al espejo y no me cuestiono si me estoy viendo o no. Ahora, por ejemplo, estoy compartiendo contigo y no me lo cuestiono. Me hago una idea de ti y del mundo, de los colores; el cielo azul, el pasto verde. Es una imagen súper linda, y eso puede ser algo súper bueno o malo”.

-Igual, tiene su lado bueno el tener la mejor percepción del mundo que te rodea.
“Ahí también hay una enseñanza. A mí me encanta la noche. Siento que a esa hora hay una energía distinta, y que las estrellas y la luna tienen mucho sentido y magia. Y para mí, todas las noches son estrelladas. No sé si fue que lo decidí así, pero, a veces, salgo al balcón y miro al ciego y lo veo estrellado. Y no me interesa que llegue alguien a decirme que está nublado. Al final, cada uno decide si su cielo está estrellado o no.
“Si Dios me diera la oportunidad de ver de nuevo, disfrutaría mucho ver la sonrisa de una persona, mirarla a los ojos… A veces creo que la gente no aprecia esas cosas. Voy caminando con mi bastón por el centro y me ha pasado que me patean el bastón y no se dan ni cuenta. Mi filosofía es pensar que no es a propósito, pero sucede porque la gente va enrollada con sus problemas. La vida es tan corta que me gustaría que la gente pudiera tener instancias para detenerse a mirar al cielo, encontrar el verdadero sentido de sus vidas. Una vez que lo encuentras, todo es más bonito”.

-¿Tú lo encontraste?
“Creo que sí”.

-¿Cuál es tu vicio privado?
“Me gustan los autitos. Tengo muchos autos y camiones arriba de la campana de la cocina, ¿los ves?”.

-Ay, mira qué lindo…
“Miro, pero no veo nada (ríe)”. 
EL COMENTARISTA OPINA
¿Cómo puedo ser parte del Comentarista Opina?