Árbol de Navidad

Existen varias versiones sobre el origen del Árbol de Navidad. Una de ellas sitúa su nacimiento en la primera mitad del siglo VIII, cuando en Alemania se “vestía” con manzanas y piedras pintadas a los árboles que habían perdido sus hojas durante el invierno, para que los espíritus buenos que en ellos habitaban regresaran pronto.

También se dice que la tradición del Árbol de Navidad se originó en una leyenda europea que cuenta que durante una fría noche de invierno, un niño buscó refugio en la casa de un leñador y su esposa, que lo recibieron y le dieron de comer. Durante la noche el niño se convirtió en un ángel vestido de oro: era el Niño Dios. Para recompensar la bondad de los ancianos, tomó una rama de un pino y les dijo que la sembraran, prometiéndoles que cada año daría frutos. Y así fue: aquel árbol dio manzanas de oro y nueces de plata.

Para otros, San Bonifacio, uno de los grandes misioneros de la evangelización europea, fue el inventor del Árbol de Navidad. Según cuenta la historia, al santo le molestaba la tradición pagana de culto al roble y un día, cuando se encontraba predicando entre los germanos, cortó uno, el que al caer derribó todo lo que había a su alrededor excepto un pequeño abeto. San Bonifacio interpretó el hecho como un mensaje y lo bautizó como “el árbol del Niño Jesús”.

En el siglo XVII, el Árbol de Navidad comenzó a ser utilizado en la ciudad francesa de Estrasburgo, para luego expandirse hacia los países del norte. Dos siglos después, el príncipe Alberto, esposo de la reina Victoria, lo introdujo en Inglaterra, desde donde emigró hacia Estados Unidos y luego América Latina.

Actualmente, los árboles de Navidad son decorados con guirnaldas, bolas de colores y luces, entre otros tantos adornos, todos con un significado propio. Las luces, por ejemplo, recuerdan que Dios es la Luz del mundo que ilumina nuestras vidas; la estrella evoca el nacimiento de Jesús en Belén, y los regalos que se ponen a los pies del árbol simbolizan el oro, incienso y mirra con que los Reyes Magos adoraron al Niño Dios.


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