Un famoso corazón
No dudó en abandonar los aplausos que Broadway le otorgaba por su papel de Sally Bowles, en “Cabaret”, por entregarse por completo a los tratamientos de fertilización que, como era costumbre en la vida de la modelo, no tardaron en hacerse de conocimiento público, al igual que los detalles de las lesiones que tenía en sus paredes del útero, por operaciones a las que se debió someter para eliminar células precancerosas.
Fue en la inauguración de una tienda Bvlgari, en Beverly Hills, que la pareja dio la buena nueva. "Hemos sido tan afortunados, hemos sido bendecidos", dijeron a coro. Más tarde, el 15 de mayo del 2003, la actriz ingresó al hospital con dolorosas contracciones, pero tranquila y ansiosa por el importante papel que le tocaría ahora desempeñar, teniendo ya 37 años.
Pero Brooke nunca habría imaginado la pesadilla que le tocaría vivir desde ese momento. Una cesárea de emergencia, una hinchazón en sus manos, “como guantes de béisbol",
que ni siquiera le permitió sostener a la pequeña Rowan, junto con los cambios hormonales en su cuerpo, gatillaron en la actriz una profunda depresión post parto.
La posibilidad de matarse rondó por su cabeza. Saltar por la ventana de su departamento parecía la solución más rápida, para dejar de sentir la angustia de no soportar el llanto de su propia hija o de fantasear con que alguna familia adoptiva se la llevara.
“No soportaba su llanto y tenía pavor cuando mi marido me la traía. Quería que desapareciera. Yo quería desaparecer. En mis puntos más bajos, pensaba en tomarme un frasco de píldoras o saltar por la ventana”, recordaría más adelante.
El libro “Down Came the Rain: My Journey Through Postpartum Depression (2005)" (“Cae la lluvia: mi travesía a través de la depresión postparto”), coronó su paz mental, tras meses de tratamiento con antidepresivos. "Ella me ayuda a darme cuenta de que está bien equivocarme", reflexionó una sana Shields, quien también declaró: "Quiero darle libertad... todo lo que deseo para ella es una casa con dos padres, rituales familiares para el día de Acción de Gracias y una buena educación... y no planeo verla en la portada de una revista para luego tener que escapar de eso".
La mala experiencia no fue suficiente para empañar su felicidad: tres años después nacería Grier, su segunda hija.