Biografía

Embriagada por la fama

Un vestido elegante talla M, un regalo sorpresa y 40 cajetillas de Marlboro fueron los requerimientos que Lily Allen exigió a la productora que la trajo a Chile, hace exactamente 2 años.

Blindada de simples frases y su humor negro, Lily Rose Beatrice Allen llegó al país con su look de vestido y zapatillas, convertida ya en una figura por sus ácidas declaraciones, sus fiestas con abundante alcohol y haber saltado a la fama subiendo su música a internet.

Nació en Londres, el 2 de mayo de 1985, como la segunda hija del matrimonio del comediante Keith Allen y la productora de cine Allison Owen. Su cercanía familiar con la pantalla y el mundo artístico la llevó incluso a aparecer a los 12 años, como una dama de compañía en la película “Elizabeth” (1998) y a tener como padrino a Joe Strummer, el líder de The Clash, quien le dio a conocer diferentes estilos de música desde muy temprana edad.

Hoy ya cuenta con su propio programa en la BBC, “Lily Allen and friends”, y dos exitosos discos, portadas, escándalos mediáticos relacionados con alcohol y paparazzeos dignos de una rock star. Pero las cosas no siempre le han sonreído a esta inglesa.

Ella, junto a sus tres hermanos -la mayor, Sara; y los dos menores Alfie, actor e inspiración de la canción que lleva su nombre, y Rebeca- vivieron la separación de sus padres cuando Lily apenas tenía 4 años.

Consciente de tener una familia no convencional -ha declarado que cuando vio la cercanía de su ex, Lester, con sus padres se puso a llorar en plena comida junto a ellos- la rebeldía fue la característica que marcó a esta cantante, cuyo currículum cuenta con 13 colegios, de los que fue expulsada por sus hábitos con el cigarro y el alcohol.

“Cuando era joven pensaba: lo único que deseo es ser grande para que todos me escuchen y me tomen en serio”, recuerda hoy en día, aunque en su búsqueda por respeto haya terminado a los 15 años vendiendo éxtasis en Ibiza. "No era muy buena en eso", ha dicho sobre su desempeño en el mundo del microtráfico.

“Era evidente que no me gustaba la autoridad. Imagino que supe desde muy pronto que nunca haría un trabajo en el que tuviese que estar todo el día en una oficina", ha comentado. Por eso, abandonó el colegio siendo una quinceañera, buscando horizontes que satisficieran sus inquietudes musicales.

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