No se sabe a ciencia cierta si el simbolismo representaba entonces algo bueno o algo malo, pero una de las cosas que más llamó la atención ese día de septiembre fueron los escupitajos que los fanáticos de Faith No More dedicaron a Mike Patton. Si esa lluvia salival chilena ya parecía una conducta incomprensible para una persona que pagó un ticket, lo más extraño fue testificar la reacción del cantante de la banda, cuya postal aún permanece en los anales de las rarezas rockeras en Chile: Patton agachado, a un metro y medio del borde de la tarima y con la boca abierta indicando con el dedo índice la ruta correcta para ubicar el salivazo colectivo. Así es el rock.

