La
Guerra del Golfo Pérsico
El 2 de agosto de 1990,
Irak invadió Kuwait, luego de acusarlo de sobreproducción
de petróleo, lo que había hecho caer los precios en
el mercado del "oro negro".
Sin
embargo, las intenciones del régimen del Presidente iraquí,
Saddam Hussein, no eran otras que apoderarse de las grandes reservas
de crudo del pequeño país vecino, tal como antes había
querido hacerlo con Irán, en la guerra que sostuvo con ese
país, durante ocho años (1980-88).
Tal
como en ese conflicto, la intervención internacional no se
hizo esperar. Los intereses económicos de los países
occidentales se basaban en la estabilidad de la zona del Medio Oriente,
la mayor productora de petróleo, combustible consumido en
todas las latitudes del mundo.
El
Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas
(ONU) dio a conocer, el mismo día de la invasión de
Irak, la resolución 660 que establecía la retirada
inmediata de las tropas de Hussein de todos los territorios de Kuwait.
Sin embargo, el dictador
iraquí no dio marcha atrás y la ONU se vio obligada
a determinar sanciones económicas a ese país y, finalmente,
la autorización a los países cooperantes de Kuwait,
mediante la resolución 678, de "utilizar todos los medios
que sean necesarios" para hacer cumplir la resolución
660.
En otras palabras,
autorizaba la declaración de guerra de los países
aliados contra Irak.
El 17 de enero de 1991,
el Presidente de Estados Unidos, George Bush, ordenó la operación
militar "Tormenta de Desierto", para expulsar a Irak de
Kuwait.
Estados Unidos, que
había sido colaborador de Hussein cuando se llevó
a cabo la guerra Irak-Irán, entregándole apoyo económico,
logístico y de armas, comandaba ahora un duro enfrentamiento
contra las tropas del dictador iraquí.
Pero
Irak no estaba preparado. El desgaste de la guerra que libró
por años con Irán y el escaso armamento que disponía,
dejaba al régimen iraquí en desmedro frente al poderoso
y moderno Ejército norteamericano.
Por eso la guerra no
duró mucho. Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia
establecieron bases militares en el Golfo Pérsico y Arabia
Saudita con la presencia de más de 550 mil soldados.
Irak, sólo con
apoyo político de Jordania y Palestina, intentó ataques
sobre blancos estadounidenses en Arabia Saudita, sin mucho éxito.
Durante los bombardeos aliados a principios de febrero, murieron
más de 350 civiles iraqués.
El 26 de febrero de
1991, Irak abandonó Kuwait, no sin antes incendiar 650 pozos
de petróleo.
Estados Unidos no quiso
seguir su avance sobre Bagdad. Las tropas iraquíes se habían
replegado en las ciudades y una guerra terrestre habría causado
millares de víctimas inocentes.
Con el propósito
de mantener la estabilidad en la zona del Golfo Pérsico,
Estados Unidos decidió dejar a Hussein en el poder, impidiendo
así posibles rebeliones de la oposición y las minorías
al interior del país, así como cualquier intento de
invasión de Irán.
Sin embargo, los aliados
establecieron zonas de exclusión aérea en el sur y
el norte de Irak, para proteger a las minorías kurdas y chiítas.
Desde ese entonces, aviones estadounidense y británicos realizan
vuelos de espionaje y responden militarmente a cada violación
iraquí de esta restricción en el uso de su espacio
aéreo.
Camino al actual
conflicto
Una vez acabada la
guerra, la ONU se encargó de establecer una serie de medidas
y sanciones a Irak. En 1996, por ejemplo, se le ordenó al
régimen de Hussein aplicar un programa económico,
según el cual Bagdad debía utilizar lo producido por
las ventas del combustible para obtener alimentos y medicinas.
Irak se quejó
de que más de medio millón de niños murieron
por falta de alimentos.
Pero la decisión
más controvertida se produjo antes, en mayo de 1991. Además
de obligar a Irak a destruir todo su arsenal de guerra, se conformó
la Comisión Especial de las Naciones Unidas para el Desarme
(Unscom, por sus siglas en inglés), cuyo objetivo era encontrar
posibles bases de construcción de armas químicas,
biológicas o proyectos nucleares.
Grupos de estos inspectores
se establecieron pronto en el país de Hussein, quien no tardó
en acusarlos de espionaje y solicitar la salida de quienes fueran
norteamericanos.
Bagdad temía
que entre los inspectores hubiera agentes de la Agencia Central
de Inteligencia (CIA) americana. Mucho se ha hablado sobre qué
es lo que en realidad ocurrió ante esta acusación
del régimen iraquí. Lo cierto es que Hussein no rechazó
a todos los inspectores, sino sólo a aquellos de procedencia
estadounidense.
Ante esto, en 1998
la ONU ordenó la salida de todo el Unscom e Irak quedó
con la libertad para la creación de armas.
Pero
la salida de los inspectores no fue gratuita. Estados Unidos de
inmediato dio comienzo a una nueva acción militar contra
Irak. La Operación "Zorro del Desierto" movilizó
aviones de combate con el objetivo de destruir todo el arsenal militar
del régimen de Hussein.
La acción estadounidense
duró cuatro días y fue calificada de exitosa por el
Presidente Bill Clinton, aunque Irak la reprochó fuertemente,
acusando a Estados Unidos de atacar fábricas de producción
de leche, y no sólo aquellas de armamentos, como aseguró
el Primer Mandatario estadounidese.
Durante 1999, la ONU
dictó nuevas resoluciones, todas con el objetivo de reanudar
las inspecciones en Irak. Sin embargo, el régimen de Saddam
Hussein rechazó el regreso de los inspectores, aún
cuando eso podría haber significado el fin de las sanciones
económicas para ese país.
La ONU resolvió
la creación de una nueva agencia de inspección de
armas, la Comisión de las Naciones Unidas para la Supervisión,
Verificación e Inspección (UNMOVIC), que reemplazaría
a la antigua Unscom. Sin embargo, debieron pasar dos años
para que los inspectores regresaran a Irak.
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