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VERONA EN CHILE

Por Juan Antonio Muñoz H.

Fue el director Eugenio Guzmán quien pidió al consejo directivo del Instituto Nacional del Teatro que interesara a Pablo Neruda en hacer una traducción de ''Romeo y Julieta''. ''Casi nadie creyó'', señaló entonces Guzmán, ''en la posibilidad de que Neruda, tan interesado en su propia creación, quisiera distraer su tiempo en realizarla. Pero ante el asombro de muchos, el poeta, sin vacilar un momento, aceptó... Dos cosas diversas me conmovieron en nuestro primer encuentro de trabajo: la devoción sin reservas que manifestara Neruda por la obra de Shakespeare y su respeto por las labores específicas del hombre de teatro profesional''.

Todo se consolidó en dos trabajos que el público y el lector tuvieron la oportunidad de apreciar, simultáneamente, el sábado 10 de octubre de 1964: la presentación viva de la versión de Neruda en el teatro Antonio Varas y la publicación del texto por la editorial Losada. Mientras Neruda escogió el verso endecasílabo por considerarlo más adecuado a nuestro idioma, Eugenio Guzmán tomó como protagonistas a Diana Sanz y Marcelo Romo, quienes recién egresaban de la Escuela de Teatro.

En 1978, Fernando González creó su montaje pensando en un ''acercamiento humano'' a la permanente contemporaneidad de Shakespeare. ''Esta versión libre no fue, en absoluto, antojadiza'', escribió. ''Nuestro montaje fue el espontáneo resultado de dos características del Teatro Itinerante. Por un lado, el hecho de ser una compañía en gira y, por otro, la similitud de puntos de vista sustentados por los miembros del grupo frente a la práctica del arte teatral''. En esa oportunidad, las coreografías de la obra pertenecían a Andrés Pérez (''La negra Ester''), que también encarnó a Mercutio. La música era de Luis Advis.

''Apoyándonos en Antonin Artaud (pero jamás dando la espalda a Brecht ni a Stanislawsky)'', sigue González, ''intentamos la comunicación a través de la poesía escénica: la poesía del gesto, el movimiento, el silencio, la cámara lenta, el grito y el murmullo''.

El espectáculo (protagonizado por Norma-Norma Ortiz y Alfredo Castro) tuvo un éxito sin precedentes y fue visto por miles de personas en todo Chile. Después de una gira al norte en la que 30 mil personas de doce ciudades vieron la obra, González señaló a ''El Mercurio'': ''Las ovaciones y las lágrimas superaron lejos lo que nos habíamos imaginado''. Tanto que, en ciertas oportunidades, fue necesario recurrir a protección policial para salvaguardar la integridad de los actores.

Posteriormente, en 1987, el Teatro Q, un proyecto gestado por Juan Cuevas y María Cánepa, hizo de la obra un exitoso espectáculo callejero, en el que los vecinos del barrio Franklin eran parte de la compañía teatral misma; no sólo observaban la representación, sino que podían expresar sus opiniones, conversar y actuar. Todo se iniciaba con la procesión del funeral de los amantes, en una atmósfera alimentada por antorchas y música de panderetas.

En 1994, siempre siguiendo la traducción de Neruda, Rodrigo Marquet (fallecido en noviembre de 1999) puso en escena, en la sala Agustín Siré, ''Romeo, Julieta y lo demás'', donde un Romeo y Julieta locos se fundían con Romeo y Julieta gángsters y con Romeo y Julieta de Verona. Marquet, quien observaba la obra como una apología de la mala suerte, explicó: ''Lo que busco es entretenerme, liberar de patetismo la historia; lo que intento, en última instancia, es que los padres cuiden mejor a sus hijos...''.

Fue el inglés Leon Rubin el responsable del ''Romeo y Julieta'' del Teatro de la Universidad Católica (1996), que otra vez ocupó el texto nerudiano, ahora con las actuaciones de Francisca Imboden y Álvaro Morales. En este caso, la idea fue acercar la obra a un presente reconocible, a través del vestuario, las formas de vida y los tipos físicos escogidos.

Esas son las principales puestas de ''Romeo y Julieta'' que se han visto en Chile, a las que hay que agregar la de Alejandro Silva y la Nueva Compañía, que se estrenó en abril del año 2000 en la sala Arena, con muy bajos resultados artísticos, y un montaje con muñecos, dirigido por Hugo Medina, previsto en el mismo mes de abril de 2000. Tampoco se puede olvidar el estreno casi inadvertido de ''Relato del mar: Romeo y Julieta'' (2002), bajo la dirección de Francisco Albornoz, obra vista por muy poco público y que ofrece una mirada juvenil para la tragedia de los amantes de Verona.

La Compañía Gris ofrece desde junio de 2003 una versión para niños, dirigida por Patricio Palacios. El montaje se presenta los domingos a las 12:30 horas y será estrenado de forma oficial el martes 15 de julio. La puesta incorpora lenguaje moderno y ritmos musicales de rap y baladas. (Teléfono: 7354852).

Bellini y Gounod

Desde el sábado 12 de julio se presentará en Chile la ópera ''Los Capuletos y los Montescos'' de Vincenzo Bellini (1801-1835). La ópera debutó en Santiago el 21 de abril de 1844. La última presentación se realizó en el Teatro Municipal en 1876. Los roles centrales estuvieron a cargo de Elvira Repetto (Julieta), Gemma Prieri Tieso (Romeo), Gerolamo Piccioli (Tebaldo), Angelo Coretta (Cappellio) y Giovanni Maffei (Lorenzo). Dirigió Fabio de Petris.

Este año, los protagonistas estarán a cargo de la mezzosoprano Carmen Oprisanu (Romeo) y la soprano Nicoleta Ardelean (Julieta). El rol de Tebaldo lo interpretará el tenor David Miller; el bajo Giovanni Battista Parodi interpretará a Capellio y Carlos Esquivel a Lorenzo. Después de 127 años, esta ópera se presenta en Chile bajo la dirección de Maurizio Benini; escenografía y vestuario de Pablo Núñez; iluminación de Ramón López y régie (dirección escénica) de Gianfranco Ventura. Este montaje se presentará en el Festival de Opera de Savonlinna, Finlandia, los días 29 y 31 de julio y 2 de agosto.

Quienes en 1983 estuvieron en el Teatro Municipal en alguna de las funciones de ''Romeo et Juliette'', de Charles Gounod (1818-1893), no pueden haber olvidado la actuación de la soprano inglesa Valerie Masterson en el papel de la joven Capuleto, y tampoco los escenarios y el vestuario del argentino Hugo de Ana. Fue ésa una puesta con momentos sobrecogedores en lo musical y de un encanto visual que nunca atenuó la tragedia.

''Romeo et Juliette'' fue estrenada en el Theatre Lyrique en abril de 1867, aunque su lanzamiento internacional vino tras el estreno en la Opera de París en 1888, cuando Gounod contó con figuras como Adelina Patti y los hermanos Jean y Edouard de Reszke. El ocaso de la escuela de canto francesa fue el causante del relativo olvido en que permaneció la ópera en los años de entre guerras y hasta 1950. La obra experimentó después una revalorización en la que influyó la interpretación de Romeo debida al tenor español Alfredo Kraus. También cantantes como Jussi Björling, Bidu Sayao, Franco Corelli y Mirella Freni ayudaron a poner el título en relieve.

La partitura de Gounod -con libreto firmado por Michel Carré y Jules Barbier- está dividida en cinco actos, según era la tradición en la grand opéra, aunque se mantuvo fuera de los convencionalismos característicos de este género, como los grandes ballets y concertantes, que no se adaptaban al argumento. La estructura está basada en formas cerradas -recitativo, aria, dúo, concertante- y entre sus fragmentos más destacados se cuentan la ''Balada de la Reina Mab'', de Mercutio, y el vals de Juliette, pieza ligera que, aunque inserta el ritmo de vals en medio del Renacimiento italiano, ilustra bien el estado inicial de la heroína (esta pieza la habría impuesto Madame Miolan-Carvalho para el estreno).

En el segundo acto destaca el aria de Romeo ''Ah, leve toi soleil'', una de las más famosas de la ópera, y en el tercero, la escena del matrimonio, que comienza como un dúo para terminar en terceto. En el acto cuarto está el dúo de amor y el aria de Juliette ''Amour, ranime mon courage'', justo antes de que ella beba el narcótico; se trata de una pieza de alta dificultad (muchas veces se omite), que acerca el personaje de Gounod a Shakespeare. En el quinto acto se encuentra uno de los fragmentos mejor concebidos de la obra, ''El sueño de Juliette'', y el dúo final, en el que confluyen los temas desarrollados en la obra y que está enfocado con gran atención al momento dramático descrito.

''Romeo et Juliette'' volvió al Teatro Municipal en octubre del año 2000, en una producción con régie de Antonello Madau-Díaz y escenografía y vestuario de Pablo Núñez. Encabezaron el elenco internacional la soprano rumana Leontina Vaduva (Juliette), el tenor cubano Reinaldo Macías (Romeo), el barítono estadounidense Richard Byrne (Mercutio) y el bajo chileno Sergio Gómez (fray Lorenzo). La conducción de la Orquesta Filarmónica de Santiago estuvo a cargo de Maximiano Valdés. El ciclo ''Encuentro con la Opera'' contempló el título con las actuaciones de la soprano debutante Carolina Robleros (una excelente Juliette), el tenor Gonzalo Tomckowiack (Romeo), el barítono Patricio Sabaté (Mercutio) y el bajo Patricio Méndez (fray Lorenzo). En este caso, la orquesta fue dirigida por Rodolfo Fischer.