Luego de convertirse en el niño estrella por "Perros de la calle" (1992) y "Pulp Fiction" (1994), Quentin Tarantino se había puesto tras las cámaras por última vez en 1997, para dirigir "|Jackie Brown". Pero la espera de seis años, para que estrenara "Kill Bill", valió la pena.

El argumento de la película es simple: una ex asesina, conocida como "La Novia" (Uma Thurman), es dejada en coma por un violento ataque de su ex banda y al despertar decide comenzar una venganza contra sus antiguos camaradas.

Pero lo sencillo de la historia termina ahí. Porque detrás de la habitual violencia que caracteriza a las películas de Tarantino, esta vez el realizador nos ofrece un cuidado desfile de todas sus manías, gustos, fetiches y obsesiones, dando vida a su película más madura y mejor lograda.

Evocaciones al spaguetti western, al cine de los años 60 y 70, secuencias de animación, colegialas asesinas, y la incorporación en el reparto de antiguas estrellas con carreras seriamente amenazadas por el olvido, como David Carradine (el inolvidable Kung Fu) y Daryl Hannah ("Splash", "Blade Runner"), van dando forma a una película en la que Tarantino se da el gusto de honrar a las llamadas películas "clase B", aquellas de bajo presupuesto, con efectos especiales rudimentarios que veía cuando trabajaba en un video club en Los Ángeles.

Seguramente sus críticos dirán que el tema de la venganza está repetido, que no es nada nuevo, y pueden tener razón. Pero en el caso de la última locura de Tarantino, eso pasa a un olvidado segundo plano. La forma de contar la historia y su puesta en escena son suficientes para acallar cualquier crítica sobre la originalidad de su guión.

Pero lo hace aprovechando lo mejor que puede dar el respaldo y los recursos de una gran producción. Secuencias de pelea en que combina lo mejor de las producciones de artes marciales realizadas en oriente (muchas acrobacias, saltos de un lado a otro, etc.), con secuencias en que la marca occidental es evidente. Escenografías bien cuidadas y diversas, que le permiten a "La Novia" transitar desde una iglesia perdida en una carretera norteamericana, a una oscura sala de hospital o el lejano oriente.

Lo único frustrante es que el director debió dividir su obra en dos, por la duración completa de la cinta, y para ver el desenlace habrá que esperar un par de meses.

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