La
primera noche de actuación del cantante inglés en la Quinta
Vergara fue, en sus palabras, "un disgusto". Con pésima
amplificación, el exceso de cables sobre el escenario dijo que
por poco lo bota al suelo. Ninguno de sus requerimientos técnicos
previos fue atendido, y el cantautor debió interpretar "Échame
a mí la culpa" y "El aire que respiro" en la más
completa incomodidad. No escuchaba la orquesta, "y, en esas condiciones,
lo único que queda es gritar. A la tercera canción, ya no
daba más". Pese a los aplausos, Hammond no quiso volver al
escenario, y se preocupó de dejar bien clara su molestia antes
de abandonar el país: "El Festival de Viña es algo
hermoso y a la vez muy importante, que perfectamente podría imponerse
sobre competencias famosas, como Eurovisión. Pero si persisten
problemas como los que ha habido ahora, nunca serán capaces de
superarse. Con esto me vendrán muchos palos, pero así evito
que otros vengan en el futuro y sufran las mismas incomodidades que sufrí
yo", dijo.
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