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Unión Berlín, el equipo disidente de la ex Alemania Oriental que subió por primera vez a la Bundesliga

El club fue perseguido por Erich Mielke, el jefe del Ministerio de Seguridad, que al mismo tiempo movía sus hilos para que el Dynamo lo ganase todo entre los setenta y los ochenta.

02 de Junio de 2019 | 15:00 | Redactado por Felipe Santibáñez, Emol
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El Unión Berlín ascendió ante el Stturgart.

EFE
Las bengalas se empiezan a encender, mientras un grupo de futbolistas no muy conocidos corren sin sentido y agitando los brazos por la cancha del estadio Alsten Försterei. Los hinchas desbordan las rejas y saltan al campo dejando una estela de humo blanco y rojo que cubre la noche alemana. No hay botellazos ni peleas. Es un día histórico. El modesto Unión Berlín acaba de subir por primera a la Bundesliga tras derrotar al Stuttgart en el play-off del ascenso. La cerveza empieza a correr en las gradas.

El nuevo invitado a la fiesta grande del fútbol teutón no es un equipo de grandes triunfos. Hay por ahí una final perdida en la Copa de Alemania frente al Schalke y poco más. Sin embargo, poco le importa a sus hinchas. Son orgullosos perdedores, pero disidentes, los que nunca se sometieron al poder de la extinta Alemania del Este.

Una rivalidad más allá del césped


El Unión fue fundado en 1906 por obreros metalúrgicos de un distrito industrial de la capital germana, de ahí su lema: "Eisern" Union (Unión de Hierro).

Su historia daría un brusco giro conforme crecía la tensión de La Guerra Fría y Alemania se escindía en dos países de ideologías contrapuestas.

El elenco quedó en el lado oriental del muro. A los comunistas de la República Democrática Alemana no les gustaban los clubes deportivos ‘burgueses’, así que crearon nuevas instituciones vinculadas a diferentes colectivos como los trabajadores de ferrocarril (Lokomotive), los de electricidad (Turbine) o de agricultura (Traktor), tal como se hacía en la Unión Soviética.

Las fuerzas de seguridad, en tanto, se quedaron con la marca Dynamo y crearon dos cuadros: uno en Berlín y otro en Dresde. El Unión tuvo que ser refundado en 1966 para resistir los nuevos tiempos, pero mantuvo sus raíces obreras. Se vendrían años oscuros.

Así lucía el estadio tras el encuentro ante el Sttutgart (Reuters)

El Dynamo de Berlín, su odiado vecino, hegemonizó la liga local por diez años. No había rival capaz de hacerle frente a su poderío titánico. Sin embargo, su éxito no se debía solo a un proyecto deportivo bien delineado o las estrategias de técnicos astutos. El presidente del club, desde su fundación, fue Erich Mielke, jefe del Ministerio de Seguridad, la terrorífica Stasi.

En los años 70 el Dynamo de Dresde fue mejor equipo de Alemania Oriental. "Ha ganado el Dynamo equivocado", dijo Mielke tras el título de 1978. A partir de ahí, el elenco de Berlín sería el monarca ininterrumpido de la liga por una década.

Los errores arbitrales, la manipulación y una prensa condescendiente hicieron del Dynamo el elenco más odiado del país. No se le podía ganar ni por las buenas ni por las malas. Hasta para sus hinchas la euforia dio paso al tedio. De 15 mil personas de media en los palcos en el 78’ pasó a 8.800 en el 89’. Ese descenso en las gradas contrastaba con el fervor que generaba cuando salía a jugar de visita.

"Los espectadores aprovechaban el partido del año para airear a gusto su rechazo, a veces odio sin tapujos, hacia el equipo de Mielke", cuenta el historiador y ex político berlinés Hanns Leske en su libro “Fútbol en la RDA. Patadas en nombre de la Stasi”.

El Unión Berlín, en cambio, pasaba penurias en lo deportivo, pero se transformó en el emblema de la resistencia. Cuando les cobraban un tiro libre a favor, los hinchas hacían un juego de palabras gritando: "Derriben el muro". Llevaba más gente que ninguno y sus jugadores, aficionados y dirigentes eran espiados por la Stasi.

"No queremos a esos cerdos", cantaba la hinchada del Unión. A tanto llegó su impacto que Mielke quiso cerrarlo. Sus más cercanos colaboradores tuvieron que trabajar horas extras para disuadirlo, argumentando las magras consecuencias que podría tener para la imagen del régimen.

Tras la caída del muro, comenzó el derrumbe del Dynamo. No tuvo dinero ni patrocinadores para retener a sus figuras y la Federación Alemana no le reconoció los títulos obtenidos en la "RDA". Intentó cambiarse el nombre anhelando un nuevo comienzo, pero la estrategia no resultó y volvió al original, aunque con una “i” en vez de “y” por un problema de derechos de autor. Actualmente está en la cuarta categoría del fútbol teutón.

El Unión Berlín celebró en un bote (AFP)

Sin embargo, algunas cosas no cambian. "La rivalidad entre el Dynamo y el Unión perdura desde tiempos de la RDA, cuando los de Mielke solían machacarles", comentó Martin Müller-Mertens, reportero del Berliner Umschau a la Revista Líbero.

En agosto de 2005, el Unión Berlín recibió en su casa a su más odiado rival luego de muchos años. El estadio estaba lleno, como en los mejores tiempos. Y por fin hubo revancha. El conjunto local se impuso por un lapidario 8-0 y la hinchada no desaprovechó la oportunidad para gritarle al Dynamo: "Sin Mielke no ganan nada".

Una hinchada especial para un equipo especial


El Unión Berlín estuvo en bancarrota en 2004. Ante esa situación límite, los hinchas dieron un paso al frente. Entre todos, juntaron 1,5 millones de euros para evitar la desaparición del club. ¿Por qué hacer ese gasto por un equipo que no gana nada? Porque el club es una familia y las familias se mantienen unidas.

Cuatro años después, se vivió otra muestra de fidelidad. Los hinchas trabajaron en total 16 mil horas durante 300 días seguidos y sin cobrar un peso para remodelar el estadio. La dirigencia entendió que el recinto no era del club ni menos de ellos, así que, por aclamación popular, decidió ponerlo en venta. La propiedad se dividió en 10 mil particiones a 500 euros cada una y un aficionado podía comprar como máximo diez.

Mientras se realizaban las ventas, los fanáticos tapizaron las murallas de la ciudad con enormes carteles que tenían las caras de Joseph Blatter o Silvio Berlusconi y la leyenda “Estamos vendiendo nuestra alma, pero no a cualquiera”.

El Unión Berlín existe por sus hinchas y trata de agradecerles. Instaló sillones en su cancha durante el pasado mundial para que la gente pudiera ver los partidos en pantallas gigantes y en navidad abre el estadio para entonar villancicos. Todos juntos. Es una unión de hierro.