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Prometió la Libertadores, quiso traer a Michael Jordan y dilapidó su fortuna: La historia de los 35 días del "Loco" Castillo al frente de Everton

El empresario revolucionó el mercado de pases de 1996 con refuerzos brillantes. Finalmente, su familia lo declaró interdicto para poder ingresarlo en una clínica psiquiátrica.

09 de Agosto de 2020 | 10:30 | Redactado por Felipe Santibáñez, Emol
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El Mercurio
El verano de 1996 fue surrealista para los hinchas de Everton. Treinta y cinco días de ilusión, comedia y tragedia. Pese a que el equipo había descendido hace solo unos meses, Jorge Castillo prometía una revolución. No solo devolvería a los ruleteros a la serie de honor, sino que se trazaba como objetivo ganar la Libertadores en un par de años. Al empresario lo nombraron presidente sin elecciones luego de que pagara una deuda del club por 50 millones. Todo era euforia. Pero ese mecenas terminaría esa aventura en una clínica psiquiátrica y con un apodo que lo acompañó por siempre: el "Loco".

Castillo se abocó a la tarea con un fervor religioso. Lo primero era encontrar un entrenador y se fijó en Leonardo Véliz. Se juntó con el técnico que llevó a Chile al tercer lugar del Mundial Sub 17 en el restorán Eladio y lo convenció. "Me pareció un hombre cuerdo, que tenía mucha plata para traer jugadores", le cuenta a Emol.

Ya con el entrenador amarrado, faltaban los cracks. Era diciembre del '95 y Daniel Morón estaba escuchando la radio al mediodía. En el programa anunciaron que tenían una entrevista con el nuevo timonel de Everton. Castillo anunció al aire que iba viajando desde Viña del Mar a Santiago para reunirse con Morón. El arquero campeón de América quedó sorprendido. Nunca había hablado con ese hombre. Prefirió no hacerse mala sangre y no lo comentó con nadie. A los tres días sonó su teléfono.

"Me pidió que nos juntáramos ese mismo día. Yo le dije que estaba comprometido esa noche. Iba a una cena. Me dijo vaya no más, yo lo espero hasta la hora que usted vuelva, no tengo problema. Viendo la insistencia de él, le dije que viniera a mi casa. Llegamos como a las doce de la noche y conversamos hasta como las cuatro de la mañana. Terminamos arreglando el contrato. Fui el primero que firmé en esa oportunidad", recuerda el "Loro".

Morón venía de un muy buen año en Osorno, estaba considerado en la selección y se podría haber quedado en Primera División. Sin embargo, las ideas de Castillo le parecieron muy atractivas. Poco después se fichó a Jaime Pizarro, Juan Carlos "Bombero" Ibáñez y al seleccionado uruguayo Marcelo Fracchia. Un plantel de lujo.

Un golpe de suerte y el sueño de su vida

Jorge Castillo se crió en la población Gómez Carreño. De niño se probó sin suerte en Everton y al terminar el colegio entró a estudiar ingeniería en la Universidad Católica de Valparaíso. Dejó la carrera tras la muerte de su padre y pasó a trabajar como junior en la Secretaría Regional Ministerial hasta que sucedió algo extraordinario: se ganó la Polla Gol.

Con esa plata, levantó una empresa de aseo y adquirió una flota de micros, un motel y una bomba de bencina. Esos años de bonanza le permitieron cumplir su sueño: llegar a la testera de Everton.

Junto a Daniel Morón (El Mercurio)

Leonardo Véliz en la Ciudad Jardín empezó a notar que el dirigente era "medio estrafalario". Pese a todos los refuerzos que ya tenía, se le metió en la cabeza uno más: nada menos que el colombiano Carlos "Pibe" Valderrama.

"Me comentó que quería traerlo. Yo le dije '¿cómo? ¿hay plata para eso?'. No hay problema me respondió. Va a llenar los estadios, imagínatelo con Rubén Espinoza al medio. Fracchia, en broma, una vez le dijo que para ser noticia podría traer a Michael Jordan y él le dijo que le consiguiera el teléfono. Una locura", apunta el DT.

Castillo se quejaba de que su equipo había perdido identidad, así que decidió cubrir la ciudad de azul y amarillo. Partió por la sede de Viana 161. Ni el gato se salvó de la brocha.

Estaba "embalado" Un día, el administrador de la sede lo encontró en el gimnasio haciendo de guaripola frente a los jóvenes que había contratado para que pintaran. Explicó que ese era otro de sus sueños y que en el colegio nunca lo habían dejado por su estatura. Fue una de tantas anécdotas que le recuerdan. En otra ocasión llegó con un camión y había un auto obstruyéndole el paso. Grito y grito para que se corriera. Como no le hicieron caso, le lanzó unos tarros de pintura.

Juan Carlos Muñoz había hecho una gran campaña en Colchagua. Se quedó cerca del ascenso y fue el goleador del elenco de la herradura. Junto con su hermano Osvaldo, lo llevaron a Everton.

"Él nos compró a mí y a mi hermano Osvaldo. Llegamos a un gimnasio y estaban descargando sillas de un camión. Preguntamos por Castillo y justo cachamos que era un viejito chico. 'Ustedes vayan a acarrear todas las sillas del camión y las tiran', así nos dijo. Nos quedamos mirando con Osvaldo. 'Sí poh, si vienen a trabajar. ¿Cómo se llaman ustedes?'. Osvaldo y Juan Carlos de Deportes Colchagua le dijimos. 'Chuta, cabros. Disculpen'. Ahí recién se dio cuenta. Después se le ocurrió pintar de azul y amarillo toda la calle en la que estaba la sede. Tuvo que sacar la pintura porque lo querían multar de la Municipalidad, no le pidió permiso a nadie. Era más loco que la miércale", comenta.

El derrumbe

Para presentar al plantel organizó la noche oro y cielo en Sausalito. Por las contrataciones bombásticas y sus rimbombantes declaraciones, Everton era la sensación del fútbol chileno. Le vendió los derechos televisivos a Megavisión y la jornada sería animada por Antonio Vodanovic. También habría un rival con galones. Vélez Sarfield de Argentina, que venía de ganar la Libertadores y la Intercontinental.

Con Jaime Pizarro (El Mercurio)

Pero no pasó nada. El recinto estaba reservado para un concierto de Robert Plant y Jimmy Page. Véliz cree que ahí Castillo "empezó a perder los estribos". Gastaba y gastaba de su dinero, pero no generaba ingresos.

"Él pudo haber generado cosas para que eso se tradujera en dinero. Ese no era un plantel barato, por los nombres que llegaron. Seguramente lo llevó a un ahogo económico en un momento. Yo creo que el proyecto no era malo, pero le faltó que alguien lo ayudara. Él lo hacía todo a pulmón, solo, aunque un tipo así como era él no sé si habría recibido consejos de otras personas", opina Daniel Morón.

Siguieron los problemas. No había indumentaria y el preparador físico Marcelo Oyarzún tuvo que ir a comprar unas camisetas blancas a Falabella. Castillo, además, suspendió una de las primeras prácticas para llevar a los futbolistas a un circo. Así los presentaba en sociedad.

"Me pareció un hombre cuerdo, que tenía mucha plata para traer jugadores"

Véliz
Leonardo Véliz, con todos esos inconvenientes encima, se las arregló para planificar la pretemporada. Se fue junto al plantel a un club de tenis en Villa Alemana que tenía todo lo necesario para trabajar. Estando allá le llegó la noticia.

"Nos fuimos con el equipo y al otro día me cuentan. 'Jorge Castillo dice que va a traer a Jorge Garcés de entrenador'. 'Tendrá que hablar conmigo, porque ya le firmé el contrato', contesté. Lo habían escuchado en una entrevista con Sergio Livingstone y Pedro Carcuro. Me traté de comunicar con él para ver qué pasaba. Se desdijo de todo, según él alguien lo había suplantado. 'No sé quién me suplantó la voz, tranquilo Leonardo, tú sigue con el equipo'. Ahí se acabó el tema, pero ya estaba fuera de sí", rememora.

Finalmente, la familia de Castillo intervino. El sueño había acabado. Lo declararon interdicto y lo ingresaron en una clínica psiquiátrica de Recreo. Se escapó a las dos semanas.

Un triste y solitario final

Le diagnosticaron un trastorno bipolar. Nunca cumplió con el tratamiento. Su comportamiento errático poco a poco lo fue alejando de las personas que más lo querían. No se pudo recuperar económicamente y terminó vagando por las calles de Viña.

"Yo creo que el proyecto no era malo, pero le faltó que alguien lo ayudara. Él lo hacía todo a pulmón, solo, aunque un tipo así como era él no sé si habría recibido consejos de otras personas"

Daniel Morón
Volvió a salir en los medios cuando en 2009 su hermana Maritza lo denunció por abuso sexual a su sobrina. Se presentó voluntariamente a declarar y la denuncia fue retirada. En varias otras ocasiones lo arrestaron por amenazas o escándalos en la vía publica. Se postuló para el cargo de CORE en 2016 apoyado por Renovación Nacional. No fue electo.

Su último escándalo ocurrió el 2018. Siempre se mantuvo yendo al estadio para ver a Everton. Los ruleteros recibían a Universidad de Chile. Fue un partido caliente, bravo, en que el local quedó con dos jugadores menos. Sobre la hora, los estudiantiles se llevaron la victoria con gol de Lorenzo Reyes. Castillo, indignado, saltó la reja y voló como flecha hacia el árbitro Felipe González.

"Dejo constancia que, una vez finalizado el partido, ingresa un hincha de Everton por el sector de Andes, acercándose con la intención de agredir, pero sólo consigue insultarnos. En razón de lo expuesto, tuvo que reaccionar un jugador del equipo local para detener a dicho hincha sacándolo de la cancha", se lee en el informe.

A los de Viña del Mar les cayó una multa económica y decidieron prohibirle el ingreso al que fuese su mandamás. Fue un golpe brutal para Castillo.

El 11 de julio de 2019, en un sitio eriazo de Reñaca, decidió suicidarse. A su funeral no llegaron representantes oficiales de Everton, pero sí un montón de hinchas. Para ellos era el tipo que se atrevió a meterse la mano al bolsillo para hacer su equipo el mejor de todos.
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