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Un torneo de naipes lo trajo a Chile: La increíble historia del paraguayo que es máximo goleador de la Primera B

Luis Riveros vive un gran momento con la Universidad de Concepción.

14 de Agosto de 2021 | 11:00 | Redactado por Felipe Santibáñez, Emol
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Universidad de Concepción
"En buen chileno, diría que soy porfiado". El paraguayo Luis Riveros lanza esta frase mientras reflexiona sobre su presente. Está en el mejor momento de su carrera. Con ocho goles, el atacante de la Universidad de Concepción es el goleador de la Primera B.

Riveros es un delantero de trazo largo, potente y rápido. Tiene el pelo platinado, la ceja cortada y las orejas perforadas. Para todos lados va con su termo de tereré. Llegó a Chile hace cinco años siendo todavía un adolescente. No tenía certeza de nada. Se iba a jugar su futuro en una prueba de un mes.

De 2016 hasta acá sufrió fracturas, frustraciones y le faltaron oportunidades. Pero dice que es un "hombre de fe", positivo. Este presente era impensado para él a comienzos de temporada.. Durante su estancia en el "Campanil", se había acostumbrado a que le dijeran que no. A última hora le avisaron que se quedaba en el plantel.

"Siempre he tenido que pelearla en mi carrera. Nadie me regaló nada. Desde que llegué a la U. de Concepción siempre le dieron prioridad a otros jugadores. Cuando llegué de vacaciones me contactaron y me dijeron que el cuerpo técnico no iba a contar conmigo. Yo pensé que ya había salido varias veces a préstamo, que se me termina contrato a fin de año y que la Universidad de Concepción ya no era para mí. Tenía que ordenar la cabeza para tratar de terminar bien el contrato y buscar otro rumbo. Es lo que pensé en ese momento. Lo que cambia mi situación es el traspaso de Cecilio Waterman, se libera un cupo de extranjero", le cuenta a Emol.

Riveros es de Isla Umbú, una localidad rural del Paraguay. Cree que su destino en el fútbol estaba escrito. Frente a su casa, había una cancha de fútbol a la que su papá lo sacaba a trotar a las cinco de la mañana.

Sin embargo, para concretar el anhelo de ser futbolista tenía que salir de su pueblo. En un torneo lo vieron y lo invitaron a jugar en la selección del Departamento de Pilar. Pero no tenía cómo ir a entrenar.

"Pilar queda a 17 kilómetros de Isla Umbú y yo no podía ir a entrenar todos los días. Llegaba el día sábado y me iba solo para jugar. Yo no podía, no tenía medios para ir a entrenar a Pilar, por eso entrenaba por mi cuenta en casa. Fue mucho sacrificio", expresa.

Llegó al club 3 corrales y cuenta que ahí hizo inferiores, pero "entre comillas". Era un equipo amateur. Vivir del fútbol por ese entonces seguía siendo una fantasía. Pero su suerte cambió cuando conoció al ex jugador de Olimpia Carlos Guirland. Le consiguió una prueba para venir a Chile.

Sin embargo, la aventura no incluía viático. Solo los pasajes. La familia de Riveros es humilde, así que para juntar plata y ayudar a su hijo organizaron un torneo de truco, el popular juego de naipes.

"Fue para tener un poco de plata para mis cosas de aseo, para moverme, sostenerme, yo no sabía qué me esperaba. Le debo mucho a mis papás, siempre me apoyaron", relata.

No conocía nada de Chile. Llegó a Concepción el 5 de junio de 2016 con 18 años. Nunca se había subido a un avión ni tampoco conocía un aeropuerto. Le daba temor perderse en el camino. Se instaló en una pensión y alguien lo fue a ver. Era Francisco Portillo, paraguayo como él y jugador del plantel de honor de la UdeC. Sin conocerlo, lo invitó a que se quedara en su departamento.

Al frente del "Campanil" en esos momentos estaba Ronald Fuentes. Riveros estuvo un mes a prueba y convenció al DT. Los otros dos paraguayos que vinieron a Chile junto a él no corrieron la misma suerte.

Al delantero le dieron un sueldo de 500 dólares. Debutó ante la U a estadio lleno y en 2018 lo mandaron a préstamo a Naval para que se fogueara. Pese a que anduvo bien, dice que fue un paso "difícil". "Yo a fin de mes cobraba porque me pagaba la U de Conce, pero mis compañeros no", resalta.

Volvió a la U penquista. Empezó a hacer goles, pero sufrió dos lesiones gravísimas. La segunda fue impactante. El árbitro hacía gestos desesperados para que entrara la ambulancia al campo de juego.

"La primera lesión fue la del cuarto metatarsiano. Una fractura por estrés. La otra fractura fue en un partido. Venía volviendo, tuve la mala suerte de que se me juntaron las dos lesiones. Minuto 90 contra Coquimbo íbamos perdiendo 1-0, me cae un jugador de Coquimbo y termino con luxo fractura de tobillo y peroné", recuerda.

Tras recuperarse, el técnico Eduardo Acevedo no lo consideró en el plantel. Otra vez a préstamo, esta vez a Fernández Vial. Consiguió el ascenso con el "Almirante" de Segunda a Primera B. Pero se terminó la cesión y nuevamente vino la incertdumbre. Eso fue solo unos meses atrás. Riveros es porfiado.

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