Josefa Quezada ha atravesado momentos difíciles, pero hoy está plena. El pasado fin de semana hizo historia. En Bélgica corrió los 1500 metros en 4:10;76 y rompió uno de los récords más antiguos del atletismo chileno.
La marca anterior pertenecía a Alejandra Ramos y databa del 15 de septiembre de 1990. Por aquel entonces, Quezada, de 32 años, todavía no nacía.
"Jo" dice que le cuesta dimensionar la importancia del logro. Trata de tomarlo con cautela.
"Era algo que yo sentía tangible hace un tiempo, solamente tenía que plasmarlo en la pista, en los entrenamientos y en las competencias. Eso me estaba costando, pero ahora se rompió la barrera mental", le comenta a Emol desde Europa.
La deportista, que en 2022 batió el récord nacional de los 3.000 metros, es la protagonista de una historia atípica. Empezó tarde en el alto rendimiento, hace solo cinco años.
Estudió medicina en la Universidad de Santiago. Allí competía, pero sin la intención de convertirse en una atleta de élite.
Su vida dio un giro cuando se fue a Concepción a hacer su especialidad en otorrinolaringología. En la ciudad penquista conoció a Jorge Grosser. El entrenador, que fue olímpico en México 1968, vio las marcas de Quezada y la convenció de dar un salto.
Si bien se enfrentó a un mundo desconocido, "Jo" revela que la transición del atletismo universitario al alto rendimiento no le fue tan difícil. Se define como una persona "súper estructurada", "rutinaria" y exigente consigo misma. Eso la ayudó. En 2021 fue convocada por primera vez a una selección chilena y tomó una decisión.
"Decidí que quería dedicar mi vida al atletismo, que era algo que me llenaba. Era un deporte que practiqué cuando niña y que me robó el corazón. Siempre sentí que tuve la pasión, pero me faltó la persona que me acompañara en el proceso y encontré a mi entrenador. Desde que empecé a entrenar con Jorge yo cambié toda mi estructura de vida. El atletismo es mi prioridad número uno y mi trabajo, hasta mi vida personal, gira en torno al atletismo", afirma.
No se puede dedicar 100% al deporte. Necesita trabajar para poder mantenerse. Mientras cursaba el último año de su postgrado en la Universidad de Concepción, vino el caos de la pandemia y le tocó evaluar pacientes covid positivos que presentaban complicaciones con la intubación.
Sintió angustia y miedo. Sus papás estaban preocupados. No querían que estuviera en el hospital porque era parte de la población de riesgo al ser asmática.
"Muchos tuvimos que dar un vuelco, porque estábamos terminando nuestros programas de especialización y tuvimos que volver a tratar patologías respiratorias. Lo más difícil de toda la pandemia fueron los estragos que dejó. Hay muchos pacientes que hasta hoy tienen secuelas por covid. Me tocó ver muchas personas en rehabilitación post intubación, cuando estaban en la Unidad de Cuidados Intensivos, y efectivamente el proceso de rehabilitación es súper duro para pacientes que previo a eso muchos estaban sanos", expresa "Jo".
Al terminar su especialidad, fue enviada a Castro. En Chiloé estaba sola, con un clima que no es el ideal para el deporte al aire libre y sin pista de atletismo. Pero hablaba todos los días por teléfono con su entrenador y se las arreglaba para mantenerse a tope corriendo por un camino de ripio cercano a su casa. Tenía que salir con luces para evitar accidentes.
El 2023 volvió a Concepción. Fue un año duro. Las lesiones complicaron su planificación y no pudo mostrar su mejor nivel. En los Juegos Panamericanos de Santiago finalizó octava.
Debido a eso, esta temporada le costó arrancar, arrastraba muchas inseguridades. Sin embargo, continuó dando muestras de carácter y temple. Tiene tres trabajos, cubre turnos largos, le toca viajar de Concepción a Lota y duerme seis horas diarias, pero aún así entrena sin falta.
"Me gusta mucho entrenar, me gusta mucho más que las competencias, no lo veo para nada como un sacrificio. Más que compatibilizar los horarios, me ha costado en el tiempo libre priorizar el tema del descanso y ver los pequeños detalles que en el alto rendimiento hacen la diferencia", manifiesta.
El asalto que sufrió y los desafíos que vienen
A fines del último enero, "Jo" sufrió un violento asalto en la comuna de San Pedro de La Paz mientras estacionaba su auto cerca de las siete de la tarde. Cuatro sujetos la abordaron, uno de ellos la amenazó con un arma blanca y la obligó a bajarse del vehículo.
Perdió su celular, sus tarjetas, implementos para entrenar. Vinieron días de mucha angustia. Requirió ayuda psiquiátrica.
"Sufrí estrés postraumático, me costó reintegrarme a mis actividades del día a día al inicio, por más de dos semanas. Pero sí tuve una muy buena red de apoyo, contención emocional de parte de familia, amigos, entrenadores. Me pude sobreponer. Claramente estas situaciones una no las tiene contempladas, pero no queda más que dar vuelta la página y seguir. Tenía muchos más objetivos y anhelos para este año y no iba a dejar que una situación así me sobrepasara", apunta.
"No he recuperado nada de lo que me robaron. Pero sí respondió el seguro del vehículo. Fue más el golpe emocional que las cosas materiales que se perdieron en el momento. Nunca pensé que iba a estar expuesta a una situación así. Y a todas las personas que alguna vez le pase algo así les digo que pidan ayuda, que de repente quedan algunas secuelas, que no tengan miedo en pedir ayuda", añade.
Hoy ese episodio es un mal recuerdo. Se ancla en el presente. Hace cinco años no hubiera podido imaginar todo lo que ha conseguido en el atletismo. Pero la ambición no la abandona.
"A corto plazo quiero seguir compitiendo en Europa durante junio, ver si puedo mejorar un poco más los registros. A mediano plazo está el próximo año el Mundial de Atletismo. En el tema de los Juegos Olímpicos, tengo en contra mi rendimiento del año pasado. Siento que para los Juegos de París es muy pronto, a largo plazo a lo mejor me proyecto para Los Angeles 2028", cierra.
