Fue el 11 de abril de 2017 que el mundo del fútbol se paralizó. El bus del
Borussia Dortmund, que viajaba hacia su estadio, fue atacado con tres explosivos a casi 10 kilómetros de su destino. Esto fue antes del partido de vuelta de los cuartos de la Champions, ante el Mónaco.
En ese momento, la policía alemana encontró al autor del atentado, un ciudadano alemán identificado como Sergej W. de 28 años de edad.
En ese Dortmund jugaba Marc Barta, actual central del Real Betis y uno de los "regalones" de Manuel Pellegrini. El español fue herido en ese ataque y tuvo que ser operado de urgencia. A ocho años del atentado, dio desconocidos detalles.
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Era de mis mejores momentos. Estaba en la selección española absoluta, estaba en uno de los mejores clubes del mundo, el Dortmund, me estaba yendo todo bien, ya teníamos a Gala (su hija), una vida muy cómoda (...)
Siempre he pensado que las cosas te pasan por algo. Pero de repente, íbamos en el bus del equipo, de la tranquilidad... Fue como si estuviéramos en mitad de una guerra. Humo, pólvora, cristales rotos, trozos de metralla, que uno de ellos me impactó en la muñeca", contó en el programa "Viajando con Cester".
Bartra recordó cómo fueron los momentos después del ataque: "Me empecé a desangrar, no podía ni mover el brazo, un dolor increíble. Un trozo de metralla como si fuera una bala. Me rompió los huesos y se clavó en el asiento del compañero de al lado que ese día él no estaba. Esto creo que no lo he contado nunca. Él estaba lesionado y estaba frustrado porque no podía ir al partido (...) Fue la suerte de su vida estar lesionado. Si hubiera estado en ese asiento, seguramente le habría ido a su cabeza (...) Menos mal que era un bus blindado, de tres ventanas... La mitad del bus para atrás no lo cuenta".
Consultado por el momento más complejo durante la tragedia, el defensor relata: "Fue cuando ya habían pasado unos minutos. Eran gritos de mucho miedo. Luego me empezaron a pitar los oídos. Intuías un poco lo que pasaba. Yo me estaba quedando inconsciente del dolor, estaba desangrándome. Vi que la fisio vino gateando y, como podía, me hizo un torniquete con la chaqueta. Hubo un momento ahí que yo pensaba que ya no lo contaba más".
Finalmente, recuerda: "Miré hacia la ventana y dije: 'Marc, no te duermas porque igual no vuelves a abrir nunca más los ojos'. Y en ese instante me vino Gala, la niña, a la cabeza. Dije: 'Marc, no te puedes ir, estate despierto por ella'. Me quedé como dormido y en ese momento no tuve ni miedo (...) Ese atentando me cambió totalmente la percepción de la vida (...) Me hizo ser aún más emocional".