Una de las gestas más increíbles en la historia reciente del fútbol. Así se puede describir la clasificación de Haití al Mundial de 2026.
Los haitianos no juegan una Copa del Mundo desde hace 52 años (Alemania 1974), y ahora consiguieron su boleto en medio de un país que sufre.
Haití está devorado por la guerra. Ni siquiera pudieron jugar de local, ya que su estadio, el Stade Sylvio Cator de Puerto Príncipe, está vandalizado por grupos armados que se asentaron en el césped, quedando el recinto sin poder utilizarse. Un 85% de la capital está controlada por bandas.
Con un 2-0 ante Nicaragua, la selección haitiana logró quedar en la cima del Grupo C en la Concacaf y meterse en el Mundial
jugando desde el exilio, en el Estadio Ergilio Hato de Willemstad, capital de Curazao. A 860 kilómetros de Puerto Príncipe.
Así se repitió en toda la clasificatoria, jugando en el extranjero (Aruba y Barbados, aparte de Curazao), lejos de casa, de sus hinchas y sin que la federación pudiera garantizarle la seguridad de jugar delante de sus fanáticos, en su país.
Hace ya varias décadas que Haití está inmersa en una crisis sin igual y de diversos factores, que la tienen como la nación más pobre de América. Razones políticas, desastres naturales e instituciones que simplemente no funcionaban. Según el Desarrollo Humano de la ONU, dos de cada tres habitantes del país vive con menos de 1,73 euros al día.
En 2021, el presidente Jovenel Moïse fue asesinado, desatando un mucha más inseguridad en el país. La guerra de pandillas no tenía freno.
"Casi 1,3 millones de personas se han visto obligadas a huir de la violencia de las pandillas en Haití y a buscar refugio en otros lugares", detalla un informe de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).
La selección, en tanto, se conformó de jugadores nacidos en otros países, pero con raíces haitianas y que sienten el país como el suyo. La mayoría juega en Europa. Su DT, Sébastien Migné, incluso nunca pudo pisar suelo haitiano por seguridad. "Es imposible porque es demasiado peligroso. Suelo vivir en los países donde trabajo, pero aquí no puedo. Ya no hay vuelos internacionales que aterricen allí", dijo el entrenador, que llegó a su cargo en enero de 2024.
El símbolo de "Les Grenadiers" fue la unidad. Y así lo demostraron en cada partido que les tocó jugar. La clasificación coincidió con el 222 aniversario de su independencia. Parece un milagro.
"18 de noviembre 2025 una fecha simbólica que permanecerá grabada para siempre. Me he comprometido con un grupo, un equipo, una familia, mi nación. Agradezco al pueblo haitiano todo su apoyo. Mención especial a mi esposa, mi hijo, mi padre, mi madre, mis hermanos, que me apoyaron para jugar en la selección haitiana. Orgulloso por siempre", reconoció una de las figuras del equipo, Jean-Ricner Bellegarde, jugador del Wolverhampton de Inglaterra.