The Weeknd apuesta por el continuismo con "Starboy", su nueva producción

SANTIAGO.- Uno de los elementos que sedujo a todos cuando The Weeknd —el alter ego del canadiense de Abel Tesfaye— conquistó al mundo de la mano de Beauty behind the madness (2015) y el sencillo "Can't feel my face", fue esa mezcla explosiva de voz frágil y delicada que canta letras hedonistas, llenas de nihilismo y con arreglos que recogen el guante dejado por el mejor Michael Jackson y la postura de un irreverente pero sensible D'Angelo. Dicen algunos que en el mundo del pop, las contradicciones son la mejor arma para el éxito y el cantante nacido en Ontario, que primero desarrolló una interesante carrera en base a sus grabaciones bajo la ética punk del "do it yourself", revolucionó todo el año pasado el pop, con sus argumentos musicales superiores con bases hechas para las masas y el r&b, alejándose del estereotipo de "macho recio".

Las millones de copias vendidas de su anterior trabajo hicieron que su sucesor, Starboy, sufriera una desmedida presión. Abel Tesfaye, quien entró por la puerta trasera a las galas y alfombras rojas del mundo, parece entenderlo así con "Reminder", donde asegura que no es un Teen Choice. Quizás esa negación a uno de los premios que The Weeknd visitó, o el estilo de vida desenfrenado con una fémina que luce como Angelina y Selena, en "Party monster", demuestra que mantiene esa veta más oscura en sus canciones. Es así que logra que Starboy, en una primera aproximación, se escuche como el sucesor claro del multiventas Beauty behind the masses tanto en sonoridad como en estilo. Sin embargo, estos puntos, ocultan un trabajo en el que la repetición y el cliché sobreexplotado se apoderan peligrosamente de las canciones otrora frescas y dinámicas que presentó The Weeknd y que le permitieron adquirir el estatus de mega estrella que tiene ahora.

Hay intentos por parte de Abel de desligarse de esa figura. Lo intenta desde su proclama como "Starboy" —en una clara alusión a David Bowie— y con sus colaboraciones, las que funcionan sólo en parte. La inclusión de Kendrick Lamar, por ejemplo, en "Sidewalks", parece forzada. Lo mismo sufre "All I know", la colaboración con Future e incluso, dada la excesiva producción del trabajo, sea una de las baladas intrascendentes de este disco. En la contraparte, los trabajos junto a Daft Punk (particularmente la pista que cierra el disco, "I feel it coming") y con Lana del Rey, revitalizan la apuesta de The Weeknd en este trabajo.

Lo mejor de Starboy se concentra, sin dudas, en el primer tercio del disco y después, hay que recorrer un largo camino hasta llegar a "I feelit coming". Si bien el sonido se depura y las influencias ochenteras de The Weeknd más que ser un "revival" se transforman en parte integral de su lenguaje, el que explota en "False alarm" y "True colors", por ejemplo, la gran cantidad de personas involucradas en este trabajo hacen de éste un disco errático, confuso y con poco filo, algo que The Weeknd tenía en el pasado. Ahora, su sonido más que novedad parece fabricado a la medida de la industria y eso hace que su propuesta, interesante y llamativa, se acomode a lo que precisamente parece renegar en partes de este irregular registro. Prueba de ello es que en Spotify, el canadiense batió récords de reproducciones diarias con este trabajo.