"Kong: La isla Calavera" se estrena este jueves en las salas nacionales.
Warner Bros.
SANTIAGO.- Si hay que hacer diferencias, "Kong: La isla Calavera" (2017) se encarga de no dejarlas pasar. La nueva adaptación del popular simio que hace más de 80 años debutó en el cine replantea los orígenes del personaje con aspectos claros a una futura franquicia que Warner Bros. y Legendary Pictures comenzaron en 2014 con "Godzilla", de Gareth Edwards.
Dejando de lado la última versión del primate en la pantalla grande en 2005, a cargo de Peter Jackson ("El Señor de los Anillos") y amparada por los estudios Universal, en esta oportunidad la historia que narra el violento encuentro de una expedición con King Kong no se ambienta en la década del 30 —en plena crisis económica—, sino que cuatro décadas después, cuando EE.UU. sacó a sus tropas de Vietnam en el año 1973.
Con una misión ambiciosa, el científico Bill Randa (John Goodman) consigue el pase para visitar una misteriosa isla en el Pacífico. Por lo mismo, debe ser escoltado por un grupo militar liderado por el Coronel Preston Packard (Samuel L. Jackson). A ellos también se sumará la fotógrafa "anti-guerra" Mason Weaver (Brie Larson) y James Conrad (Tom Hiddleston), un ex piloto de la Fuerza Aérea del Reino Unido.
Su compleja llegada al lugar se complica con la aparición de King Kong, quien en esta ocasión es más grande que los que han aparecido en otros filmes. Incluso, si en las otras adaptaciones podían trepar el Empire State en Nueva York (en la icónico secuencia final), el que presenta el director Jordan Vogt-Roberts pareciera igualar en tamaño al edificio insigne de la Gran Manzana.
Tras una violenta bienvenida, la expedición debe intentar reagruparse en medio de la isla que aloja a criaturas gigantescas y letales. Su lucha por la sobrevivencia se empañará con la testaruda misión de Packard de acabar con Kong, luego de que éste mate a la mayoría de sus soldados.
El problema de "Kong: La isla Calavera" no es ni su espectacular desarrollo de efectos visuales, ni la monumental presencia del gigantesco mono que se roba la película cada vez que sale en pantalla, sino que es la falta de humanidad de los personajes, en todos sus sentidos.
Un punto claro, establecido desde la cinta de 1933, es la ambición de estos hombres por encontrar a este monstruoso ser y demostrar su existencia. El cómo llegan a él y cómo lidian con su presencia es lo que en cuestión desata el débil conflicto central de la cinta.
Sin embargo, más allá de un villano terco (Packard), con una misión final que parece un tanto absurda y el enfoque en el divertido Hank Marlow (John C. Reilly), los personajes que deambulan por la Isla Calavera no son más que personas en el lugar y momento equivocado. Más que una justificación simple, el bando de los "buenos" no tiene una verdadera motivación para salvar a Kong.
Ni siquiera el "vínculo amoroso" y la efímera relación "damisela en peligro" entre la fotógrafa interpretada por Larson y el simio logran llegarle a los talones a la interacción que la protagonista alcanza en la historia original y que la última vez recayó en Naomi Watts ("El aro") como la actriz Ann Darrow.
Por otro lado, pareciera que Warner Bros. desperdició a grandes actores —que claramente están altamente calificados por la industria y la crítica, por ejemplo Brie Larson, Samuel L. Jackson, Tom Hiddleston y John Goodman—, dándoles roles vacíos y dejando sólo que los aplausos se los lleve el asombroso King Kong.
Con pequeños guiños al mundo cinematográfico que compartirá con "Godzilla", la producción presentó la antesala de lo que será el encuentro entre ambos seres para el año 2020 y que revivirá el combate entre los enormes seres después de más de 50 años de la película japonesa "King Kong vs. Godzilla" (1962).
"Kong: La isla Calavera" se estrena este jueves en los cines nacionales.