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Radiografía a David Fricke, el último periodista que conversó con Kurt Cobain

Eminencia en el periodismo musical, el editor senior de la revista Rolling Stone ofrecerá una conferencia única en Chile el jueves 3 de agosto para analizar los 50 años de la revolución del rock.

01 de Agosto de 2017 | 06:13 | Por Alondra Barrios Peñailillo, Emol
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Fricke escribió el obituario de Lou Reed en la popular revista.

Archivo El Mercurio
SANTIAGO.- Si hay algo que tienen en común The Rolling Stones, The Velvet Underground y Jimi Hendrix —además de ser mega estrellas del rock—, es que son algunas de las tres influencias que motivaron a David Fricke (65) a dedicarse a lo que más le gusta: escribir sobre música. Con ella ha convivido de manera profesional por más de 30 años, transformando al editor senior de la revista Rolling Stone en todo un referente en cuanto a periodismo musical se trata.

El jueves 3 de agosto, Fricke aterrizará por primera vez en Chile para dictar una charla en esta materia. En "1967: A 50 años de la revolución del rock" entregará su visión sobre el contexto en que el que aparecieron discos como Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band de The Beatles y el debut de Pink Floyd con The Piper And The Gates Of Dawn. Hernán Rojas, ingeniero en sonido y locutor de radio Futuro, acompañará al editor senior en la conferencia organizada por Encuentros El Mercurio y que tendrá lugar en el Teatro iF (Av. Italia 850, Santiago).

Pero, ¿quién es David Fricke? ¿Por qué se ha ganado el respeto de sus lectores y entrevistados? ¿Qué lo posiciona como toda una autoridad para hablar de rock and roll?

"Es uno de los grandes críticos, periodistas e historiadores del rock", así describe Rojas a esta figura oriunda de Filadelfia, Estados Unidos. De aspecto desgarbado y melena que recuerda a The Ramones, Fricke tuvo su primer encuentro en vivo con una banda de músicos en 1968. Se trató de nada más ni nada menos que de Pink Floyd, que visitó su ciudad natal en una gira que incluía la presencia de David Gilmour. La entrada le costó un dólar y lo marcó para siempre.

Licenciado en inglés, durante los años siguientes trabajó como ayudante en una bodega del ejército, al tiempo que colaboraba en un medio local que le otorgó un cheque por cinco dólares tras su primera publicación. Fricke, no obstante, nunca lo hizo efectivo y lo guardó para recordar su primer pago como escritor. "Cuando estaba en la universidad, más de una vez soñé con poder vivir escribiendo de lo que me gustaba, quién no lo hizo alguna vez. Aunque enseguida me despertaba y decía: ‘Eso no va a suceder jamás’", confesó al periódico uruguayo La Diaria, en 2013.

El desembarco en Rolling Stone ocurrió en 1977, cuando la publicación nacida en San Francisco había trasladado sus oficinas a Nueva York. Dos años después, el periodista se convirtió en crítico de discos, cuya primera reseña fue del álbum Sheik Yerbouti, de Frank Zappa. Entre 1992 y 1995 pasó a ser editor musical hasta llegar a ser editor senior, cargo que desempeña hace más de 10 años.

Catalogado como una eminencia de la prensa especializada en música, Fricke ha sido invitado recurrente en la serie de documentales "Classic Albums", en la que ha participado para explicar y contextualizar cómo se gestaron producciones como The Dark Side Of The Moon (Pink Floyd), Disraeli Gears (Cream), Hysteria (Def Leppard), Nevermind (Nirvana), So (Peter Gabriel), Apostrophe and Over-Nite Sensation (Frank Zappa), Moving Pictures y 2112 (Rush).

Su sencillez y buena relación con los músicos le ha valido el respeto de éstos llegando, incluso, a acompañar con sus escritos álbumes, colecciones y reediciones de leyendas del rock, como Led Zeppelin, Metallica, Simon & Garfunkel, Nirvana, Jimi Hendrix, AC/DC, entre muchos otros.


"Mi interpretación es que, antiguamente, cuando surge el periodismo de rock con la publicación de Rolling Stone en 1967, el periodista anda con las bandas, que por ese entonces no eran tan súperestrellas. Es lo que retrata un poco la película 'Casi Famosos' (2000) (…) Pero David Fricke ha sido una persona muy cercana a los artistas, pese a tener su propia opinión y no ser un adulador", dice Hernán Rojas.

"Visto desde afuera, el periodismo de rock es visto como algo súper glamoroso, pero es una pega súper dura y es algo que no reporta grandes lucas. El principal componente es el amor por el rock. Por lo tanto, la veracidad de lo que tú haces y cómo lo haces, también depende de aquello. Ahí es donde se nota la calidad de él", suma.

Apasionado por lo que hace, lo de Fricke también sobresale por su precisión con los datos e información esclarecedora. Lejos de estar sentado detrás de un escritorio, David prefiere estar frente a frente a un artista o escuchar música para una reseña, pasiones que en los noventa lo motivaron a abandonar el puesto de editor musical. "Quería seguir escribiendo", aseguró en una entrevista.

Fricke tuvo la fortuna de realizar la última entrevista que Kurt Cobain le concedió en octubre de 1993, seis meses antes de morir, el 5 de abril de 1994. En aquella oportunidad hablaron largo y tendido tras una presentación de Nirvana en Aragon, Estados Unidos, donde el malogrado músico le confesó su pasión por las armas y su idea de acabar con su vida debido a los constantes dolores estomacales que sufría.

La lista de estrellas del rock entrevistadas por Fricke es casi interminable. En su labor de reportero conoció a Lou Reed, con quien logró forjar una amistad desde los ochenta. Fricke, sin ir más lejos, estuvo a cargo del obituario del fundador de The Velvet Underground en 2013 para la tapa la revista estadounidense.

"Fue el trabajo más difícil de mi vida. Lo escribí llorando, pero tenía que hacerlo. No podía evitarlo, porque si no escuchaba la voz de Lou preguntándome: ‘¿Qué te pasa? ¿No quieres escribir de mí?’. La verdad, para ser un tipo de un legendario mal carácter, todo el mundo levantó el teléfono, nadie se escondió. Desde Patti Smith hasta Doug Yule, todos hablaron conmigo. Era una gran responsabilidad, y se lo dije al productor Hal Willner, con el que Lou había hecho sus últimos discos. Le confesé que sentía que si lo hacía mal, me iba a perseguir desde el más allá. Y Willner me contestó: ‘No te preocupes, David. Lo hagas bien o mal, Lou te va a perseguir igual".

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