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Violeta Parra: Cinco datos desconocidos sobre la artista contenidos en la nueva biografía "Después de vivir un siglo"

Inéditas historias familiares, sus inicios como cantante de boleros y música flamenca, los altibajos de su economía y la relación musical que tuvo con Margot Loyola, son algunas de las nuevas dimensiones sobre Violeta Parra que entrega el periodista Víctor Herrero en esta nueva biografía, con motivo de su centenario.

10 de Octubre de 2017 | 15:12 | Por Constanza Troncoso M., Emol
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ARCHIVO REVISTA ZIG ZAG
SANTIAGO.- "Mucho se ha dicho y escrito acerca de Violeta Parra. Pero ¿Fue realmente esa campesina pobre del sur de Chile que llegó al estrellato universal contra viento y marea?", esta es la pregunta que funciona como directriz en la nueva biografía que acaba de publicar el periodista Víctor Herrero, con motivo del centenario del nacimiento la artista: "Después de vivir un siglo. Una biografía de Violeta Parra" (Lumen, $17.100).

El ejemplar resulta esclarecedor desde su arranque, al reconocer que la figura de Violeta se ha convertido, con el tiempo, en un mito del que se repiten una y otra vez las mismas historias, sin cuestionarlas. El trabajo de Herrero, —que contempló una investigación de dos años, viajes fuera del país y numerosas entrevistas— entrega herramientas novedosas para comprender las distintas dimensiones de esta mujer multifacética: desde los orígenes de su familia, su ruidosa situación económica, sus inicios como cantante en pequeños bares y su relación con el mundo político y cultural de la época, por nombrar algunas. Obviamente sin pasar por alto, las relaciones entre la vida personal y la obra artística de Violeta, para finalizar con los detalles de su última día de vida y su suicidio en febrero de 1967.

En Emol, hemos recopilado ,a partir del ejemplar, algunos hechos sobre la vida de Violeta Parra que pueden ser desconocidos para gran parte de los lectores; cinco apuntes para quienes han vivido con la imagen mítica de Violeta Parra. Desde ya, es importante aclarar que hay muchas otras dimensiones entregadas por Herrero que quedarán fuera de esta nota, para que los lectores puedan descubrirlas por si solos.

Violeta y la pobreza



Uno de los principales mitos que este ejemplar busca derribar, son los orígenes supuestamente pobres de Violeta Parra Sandoval. Herrero comenta que los estudiosos de la artista durante años han insistido en este ámbito para plantear "una vida que logró superar las adversidades". Se repasa una entrevista que la folclorista dio en 1960, en que dijo: "Mi abuelo paterno era un hombre que vivía muy bien, era abogado y de mucho prestigio. Mi abuelo materno en cambio, era un campesino [...] un explotado". En la biografía, se van dando pequeñas pistas que la sitúan más bien como parte de una familia de la "pequeña burguesía provinciana" y arroja pistas, —como por ejemplo, que su padre era un profesor de buen estatus social y su madre Clarisa, costurera, trabajaba con una maquina de coser marca Singer, "todo un lujo por entonces"— para concluir que "tanto la riqueza de los Parra como la pobreza de los Sandoval parecen haberse distorcionado con el tiempo".

Los problemas financieros más graves vinieron cuando su padre Nicanor murió de tuberculosis, en 1930. Entonces Violeta y sus hermanos ganaron algunas monedas en circos o cambiando el agua de los maceteros en el cementerio. Sin embargo, la pobreza, que es fundamental en el discurso de Violeta Parra, no la conocería hasta que comenzara a recorrer Chile en su labor de folclorista; labor durante la cual "a Violeta se le abrió un mundo que le producía tanta fascinación como indignación".

"Yuca", la hermana que Violeta nunca mencionó


(Fotografía de Violeta Parra junto a su hija Isabel)

Antes de nacer Violeta, sus padres Clarisa y Nicanor engendraron a Nicanor, —"quien se convertiría en unos de los poetas chilenos más importantes del siglo XX"—, e Hilda, con quien Violeta fundaría el dúo Hermanas Parra, en 1949. Después del nacimiento de la folclorista, en 1917, nacerían Eduardo "Lalo" Parra y Roberto Parra. Luego, vendrían dos hermanos que tuvieron destinos trágicos: Caupolicán, quien murió de neumonía a los tres años (y a quien Violeta dedicaría "El rin del angelito") y Elba.

Elba, al parecer por un accidente doméstico, padecía de un retraso cognitivo. La apodaban "la tía Yuca", y según cuenta Herrero en el ejemplar, nunca fue reconocida como miembro del clan Parra Sandoval. Es más, fue la única hija excluida de la herencia, y Ángel, el hijo de Violeta, la recordaría como "una empleada, pero que no hacía labores domésticas". "Ni en sus canciones ni en sus entrevistas Violeta mencionó a esta hermana fallecida en 1981, a los cincuenta y cinco años", dice Herrero en "Después de vivir un siglo".

Violeta de Mayo


Por influencia de su padre, fanático de la guitarra, Violeta desde pequeña soñó con ser artista. Nunca se sintió cómoda en el colegio y abandonó los estudios a los 17 años para emprender con su guitarra en Santiago. Comenzó cantando junto a sus hermanos en bares del barrio Matucana. Tocaban boleros, rancheras, tangos y solo a veces, cuecas. Pero su primera incursión seria en el mundo artístico lo hizo de la mano del canto español.

A mediados de los años 40, se bautizó como "Violeta de Mayo" faceta con la cual interpretaba música flamenca, se perfeccionó también en baile y ganó más de algún concurso, años después declararía: "Después de diez años de esas leseras— refiriéndose al canto español—, junto a mi hermana Hilda formé el dúo las Hermanas Parra". Juntas tocaban música chilena, cuecas y tonadas, lo que marcó el primer paso para que la artista se dedicara de lleno a la música. El dúo se desintegró a mediados de los años 50, cuando Violeta comenzó a recorrer Chile para recopilar los cantos tradicionales; inquietud que Hilda no compartía.

Violeta envalentonada gracias a Margot Loyola



"Yo la oí cantando y no me pareció nada extraordinario", fueron las palabras que Margot Loyola tuvo para Violeta en un comienzo. Loyola era un año menor y por ese entonces, brillaba como la mayor investigadora e intérprete folclórica en Chile. Intrigada por la recomendación de Pablo Neruda (a quien Violeta conocía gracias a su hermano Nicanor), de escuchar a esta joven recopiladora de canciones campesinas, fue a buscarla a una fonda donde tocaría. Confirmaba su idea de que Violeta era solo una cantante más de las decenas que por entonces se dedicaban a la música popular, cuando la escuchó entonar "La jardinera".

Desde entonces, Loyola fue una suerte de madrina musical de Violeta, la instó a inscribir sus creaciones, cuando Parra no sabía que tenía derechos económicos sobre sus composiciones. Además la recomendó a los profesores y músicos de la Universidad de Chile y le consiguió una entrevista en la prestigiosa revista Ecran. "La promoción que Margot Loyola le hizo a fines de 1953 rindió frutos inmediatos", afirma Herrero. Meses más tarde el programa "Así Canta Violeta", dedicado a la nueva promesa del folclor chileno, comenzaría a transmitirse a través de Radio Chilena.

"El gavilán", ballet por Violeta Parra



Sin lugar a dudas, "El gavilán", fue una de las obras más avanzadas que Violeta Parra compuso en su vida, pero pocos saben que la melodía es solo una parte de un proyecto mucho más ambicioso que Violeta traía entre manos. Así lo explicó en una entrevista a Radio Concepción en 1960: "En estos instantes estoy entregada a la creación de un ballet que se titula "El gavilán" [...] lo curioso de este ballet es que todos sus elementos están tomados del folclor y las costumbres de Chile". Parra quería que su composición fuera interpretada por la Orquesta Sinfónica Nacional y que el ballet se montara en el escenario del Teatro Municipal.

Entre los nuevos antecedentes que aporta Herrero en torno a "El gavilán", se aclara que la segunda versión de la pieza se encuentra actualmente extraviada. Ya que supuestamente estaba en el Fondo Margot Loyola, de la Universidad de Valparaíso, sin embargo no aparece en ningún índice.

"Después de vivir un siglo" también reconstruye el último día de vida de Violeta Parra y los segundos antes de que se disparara en la sien derecha, con un arma comprada en Bolivia. "La muerte no es tan importante como la vida. La gente sólo se asusta si no ha sembrado nada", había dicho la artista a su amigo Patricio Manns, solo meses antes de morir.
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