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Itaru Sekiguchi, el artesano japonés que recurre a "sus recuerdos" para recuperar el timbre del órgano de Notre Dame

El organero es uno de los pocos que trabaja para que el instrumento suene como antes. Es una labor tan específica, que ellos mismos fabrican sus herramientas, algunas de las cuales ni siquiera tienen nombre, y dependen tanto de su habilidad como de su subjetividad.

09 de Noviembre de 2024 | 07:16 | AFP/ Editado por Sofía Cereceda, Emol.
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Itaru Sekiguchi a la izquierda y a la derecha el gran órgano de la catedral de Notre Dame que no fue alcanzado por las llamas que devastó la catedral en el 2019, pero sí sufrió consecuencias.

AFP/Captura Le Figaro
A los 10 años, un "ruido infernal" cambió la vida de Itaru Sekiguchi. El gran órgano de Notre Dame de París acababa de resonar frente a él. Cuarenta años después, este preciado instrumento ocupa sus días y noches.

"Fue un choque cultural", dice enamorado de Francia.

Sekiguchi se instaló en el país europeo poco después de cumplir 20 años, para convertirse en organero, con la esperanza de trabajar en este instrumento viejo de tres siglos, cuyos 8.000 tubos fueron desmontados tras el incendio de abril de 2019.

"Quería venir a Francia porque es aquí donde ocurre todo. Pero cuando se lo anuncié a mi familia, pensaron que estaba un poco loco", recuerda, en un francés impecable, este nativo de Sendai, en el noreste de Japón.

Cinco años después, el instrumento más grande de Francia no tiene secretos para él.

Próximo a cumplir 54 años, es uno de los pocos artesanos que, al caer la noche, realizan minuciosos ajustes para que el gran órgano recupere su timbre original, antes de la reapertura de Notre Dame el 7 de diciembre próximo.

Un sueño casi truncado


En 2018 Itaru había alcanzado su "Santo Grial" al convertirse en el organero oficial de la catedral, responsable de su mantenimiento diario. Este monumental instrumento tiene la altura de un edificio de cuatro pisos y una longitud de 12 metros. "Era mi sueño, me permitió conocer mejor el instrumento", cuenta el japonés, radicado en Corrèze desde hace 25 años.

Tres semanas al mes, Itaru verificaba la afinación del gran órgano, respetando las limitaciones de uno de los lugares más visitados de Francia. "El tiempo es muy limitado", explica.

"Hay que trabajar de noche, porque de día no se puede molestar a los turistas y además se necesita un silencio absoluto para afinar", agrega.

Pero el sueño estuvo a punto de truncarse definitivamente. Un año después de su nombramiento, el incendio devastó la catedral y afectó la vida de Itaru, quien perdió su empleo. Su único consuelo fue que el gran órgano no fue alcanzado por las llamas.

"Temí por el órgano, porque durante la noche no sabíamos, teníamos información contradictoria, fue angustiante", comenta, convencido de que un daño mayor habría sido irreversible. "Hoy en día no seríamos capaces de construir algo igual".

"Temí por el órgano (...) Hoy en día no seríamos capaces de construir algo igual".

Itaru Sekiguchi, organero
Aunque no fue directamente afectado por el incendio, el gran órgano sufrió sus consecuencias: residuos de plomo se infiltraron en su estructura, y el incendio provocó temperaturas extremas, debilitando esta estructura hecha en un 80% de madera.

Por tercera vez en su larga historia, después de 1990 y 2014, el gran órgano tuvo que ser casi completamente desmontado para ser puesto a salvo, antes de ser minuciosamente reensamblado a partir de 2023, a medida que avanzaban los trabajos en la nave.

Itaru Sekiguchi, el artesano japonés que trabaja para que el gran órgano de Notre Dame recupere su timbre original. Crédito: AFP.

¿Sonará como antes?


Tres talleres de organeros han sido movilizados para esta gran obra en la que flota una pregunta crucial: ¿sonará el instrumento, central en la liturgia de Notre Dame, como antes?

"Dar con el timbre es muy difícil. Un tubo puede sonar de mil maneras diferentes", explica Olivier Chevron, organero que llamó a Itaru Sekiguchi para realizar esta tarea junto a otros artesanos.

La labor es tan específica que los organeros fabrican ellos mismos sus herramientas, algunas de las cuales ni siquiera tienen nombre, y dependen tanto de su habilidad como de su subjetividad.

"Es difícil describir el sonido del gran órgano. Para mí, tiene el color sonoro de la catedral; es un instrumento cálido, no tenso ni agresivo".

Bertrand Cattiaux, organero
"Es difícil describir el sonido del gran órgano. Para mí, tiene el color sonoro de la catedral; es un instrumento cálido, no tenso ni agresivo", comenta Bertrand Cattiaux, organero encargado de su mantenimiento en Notre Dame durante mucho tiempo, hasta que contrató a Itaru a principios de los años 2000.

Para recuperar el sonido del gran órgano Itaru también recurre a "sus recuerdos" y, pese a la magnitud de la tarea, disfruta de la responsabilidad de cuidar de un emblema del patrimonio francés. "Es un gran honor pero también una gran carga y responsabilidad", resume. "Es simplemente increíble", sostiene.

El instrumento tiene la altura de un edificio de cuatro pisos y una longitud de 12 metros. Crédito: Captura Le Figaro.
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