En "Tron: Ares", Jared Leto (al centro en la imagen) es un sofisticado programa enviado desde el mundo digital al mundo real, con el objetivo de encontrar el código que permita crear un puente permanente entre la humanidad y los seres de IA.
AP
Dentro del extenso catálogo de Disney existen
franquicias que han quedado en segundo plano para el público general, pero que mantienen un peso simbólico dentro de la industria. Un claro ejemplo de este efecto es
"Tron", la película clásica de los años '80 que aún es recordada dentro de la filmografía del íconico Jeff Bridges. En
2010, el estudio intentó resucitar la franquicia con
"Tron: El Legado", uno de los primeros ejemplos de "secuela legado" en Hollywood. Si bien su recepción fue mixta, destacó por su impecable factura técnica, lo que le permitió obtener una taquilla sólida y justificar
-15 años después
- una
tercera entrega: "Tron: Ares".
La historia se sitúa precisamente 15 años después de los eventos de "El Legado" y
sigue a Ares (Jared Leto), un sofisticado programa enviado desde el mundo digital al mundo real con una
misión peligrosa: encontrar el código que permita crear un puente permanente entre la humanidad y los seres de inteligencia artificial. Su propósito se tambalea cuando conoce a Kim, la ambiciosa CEO de la compañía rival ENCOM.
"Tron: Ares" es un fiel reflejo del uso de la inteligencia artificial en el presente: es una herramienta que se ve increíble, pero que limita las capacidades de ser creativos. Esta es una cinta que explota sus virtudes en grandes momentos de entretención, pero que decae a la hora de consolidar la historia en sus personajes. En esta nota explicamos las virtudes y los errores de este nuevo estreno.
Potencia visual
"Tron: Ares" es un espectáculo technicolor de grandes proporciones. La combinación entre mezcla de sonido, colores neón y efectos digitales crea una
experiencia inmersiva, especialmente durante el primer acto, donde la pantalla se transforma en un caleidoscopio de energía digital. La película entiende sus virtudes y las explota al máximo: el universo de Tron sigue siendo innovador, se potencia con el despliegue visual y
los efectos especiales son sencillamente impresionantes.
Además, la cinta consigue mantener un
buen ritmo durante su primera hora. No es necesario haber visto las entregas anteriores para disfrutar de su propuesta: basta dejarse llevar por las secuencias de acción, que logran sostener por sí solas el interés del espectador.
Durante ese tramo inicial, "Tron: Are" cumple su objetivo:
entretiene, sorprende y fascina.
Jeff Bridges en una escena de "Tron: Ares". Crédito: AP.Historia decreciente
La historia comienza planteando buenas preguntas a través de sus personajes. Considerando el panorama actual sobre tecnología, inteligencia artificial e identidad, la película coloca sobre la mesa dudas que en nuestra realidad no tienen respuesta. Esto permite que en pocos minutos podamos entender la posición y la motivación de cada persona o entidad, sin necesidad de entender el amplio contexto del mundo de Tron. Sin embargo,
a medida que la trama avanza, las sutilezas de la historia van quedando atrás.
Por más que las preguntas sean relevantes,
las respuestas a las que llega la historia son muy simples para dejar una sensación de satisfacción cuando llegan los créditos. La complejidad del contexto actual no puede ser solamente resuelta por "el poder de la amistad", ya que esto afecta a los personajes. Quienes parecían orgánicos y tridimensionales en un comienzo, terminan sintiéndose más artificiales que la misma IA.
El cierre
Llegando al tercer acto, la película suelta sus virtudes y comienza a parecerse a un "blockbuster" más genérico. Las escenas de acción aumentan en magnitud, pero no aumentan en profundidad. Esto es un problema recurrente en los filmes de alto presupuesto que sienten la necesidad de creer que "más es mejor", cuando no es así. El gancho que en su minuto se había generado se degrada con el paso de los minutos y no me sorprendería si más de alguno revisa su celular en el clímax de la película. No quiere decir que lo que está sucediendo en pantalla no sea llamativo, pero sí es muy probable que sea algo que ya hayan visto.
En general, este regreso al universo cibernético de
Tron muestra potencial y bastante valor de entretenimiento, aunque difícilmente podrá combatir el eclipse que tiene esta franquicia con respecto a otras propiedades de Disney.
La empresa quiere continuar esta historia, dejándolo más que claro en su escena post-créditos, pero solo la audiencia podrá dictar si la inteligencia artificial tendrá cabida en la cartelera del futuro.
Nota: 2,9 / 5,0"Tron: Ares" ya está disponible,
solo en cines.
Agustín Pérez Achurra, crítico de cine (
https://www.instagram.com/hobby.space/)