SANTIAGO.- Hace dos años, el nombre de Emmanuel Macron no decía nada para la mayoría de los franceses. Sin embargo, desde su nombramiento como ministro de Economía en agosto de 2014 hasta hoy, su figura se ha alzado como una de las más importantes de la política gala, llegando incluso a figurar como una opción de cara a las elecciones presidenciales de 2017.
Esto quedó más que claro este martes tras su renuncia al Gobierno luego de un sinnúmero de polémicas que lo tuvieron enfrentado con el primer ministro, Manuel Valls, y también con los movimientos sindicales y los sectores de izquierda de su país, luego de perfilarse como un ministro liberal dentro de un Ejecutivo socialista.
Ahora, con su renuncia, este economista de 38 años parece haberse liberado de su Pigmalión. Nadie sabe aún si Macron aspira o no a ser candidato a la Presidencia. Por su parte, su mentor François Hollande, hundido en los sondeos, anunciará su decisión de repostular o no al cargo el próximo mes de diciembre.
Tras un aspecto aseado de yerno ideal, Emmanuel Macron esconde una atípica personalidad. Políticamente no cuadra en ninguna de las casillas, aunque se lo considera como un hombre de la "segunda izquierda" inspirada del modelo escandinavo, que defendía el ex primer ministro Michel Rocard, fallecido recientemente.
Macron no ha dudado en cuestionar los fundamentos de una izquierda francesa aún influenciada por una visión marxista de la economía, recelosa ante la empresa privadas.
"Soy de izquierda, asumo de donde vengo. Pero quiero fundar una oferta política progresista, ya que la verdadera diferencia, hoy, está entre los progresistas y los conservadores, más que entre la izquierda y la derecha", ha dicho.
De su polémico romance al estrellato político
Una vez nombrado ministro de Economía -elección polémica, ya que llegaba a poner freno a la política más progresista del Presidente Hollande-, Macron comenzó a llenar las páginas de los diarios franceses, pero también de las revistas del corazón, sobre todo por su particular historia de amor con su esposa, Brigitte, 19 años mayor que él.
La cosa es así: cuando se conocieron, esta mujer era una profesora de de 36 años, casada y con hijos. Él, en tanto, tenía sólo 17 años y era su alumno en un colegio de la ciudad de Amiens. Según contó Brigitte a Paris Match, ambos congeniaron por su afición a la literatura. En ese momento, el joven Emmanuel estaba perdidamente enamorado de su maestra.
"Él empezó a interesarme mucho y sentí que me estaba dejando llevar demasiado. Luego tuvimos que distanciarnos porque yo me tuve que ir a París y entonces él, con solo 17 años, me dijo: 'Hagan lo que hagan me casaré contigo'. Al final el amor lo arrasó todo y terminé divorciándome de mi marido. No pude evitarlo. Mis padres, ya mayores, no se lo tomaron muy bien, pero para mí no era un problema la diferencia de edad. Lo más importante eran mis hijos, que lo aceptaron sin problema. El resto es escoria", dijo esa vez.
Ambos se casaron en 2007, y si bien no tienen hijos, Brigitte asegura que el economista adora a sus hijos y nietos.
Toda esta exposición no le causó mucha gracia a Emmanuel Macron, quien poco a poco iba escalando en la política francesa, con la cual nunca tuvo mayor relación, puesto que provenía del mundo privado, precisamente desde la banquera Rothschild.
Así, a medida que se desempeñaba como ministro, era visto por unos como el niño mimado de los empresarios, empeñado en llevar a los socialistas por el camino del neoliberalismo, mientras que sus defensores perciben a un hombre sin prejuicios, con voluntad modernizadora y la osadía para enfrentarse a un país esclerotizado.
Incluso, ha llamado la atención por sus dichos, como lo ocurrido en mayo pasado, cuando al ser interpelado por un grupo de huelguistas en camiseta que le reprochaban su impecable traje, replicó: "La mejor forma de pagarse un traje es trabajando".
Ahora, Macron busca despegarse definitivamente del Gobierno a través de su movimiento "En marcha", desde donde podrá avanzar solo hacia su objetivo: el Palacio del Elíseo.