SANTIAGO.- Cuando faltan pocos días para terminar el año, los balances y evaluaciones se vuelven pan de cada día. Mirando los últimos 12 meses, hechos como el Brexit, el fin del conflicto entre el Gobierno colombiano y las FARC, y la victoria de Donald Trump en las elecciones de EE.UU., resaltan, sin duda, como algunos de los sucesos que marcaron en gran medida a la comunidad internacional en el último periodo. Todas estas votaciones cruzadas por un factor en común: la sorpresa.
Ni encuestas ni analistas pudieron prever que los británicos votarían a favor de abandonar de forma inédita la Unión Europea (UE). Casi nadie pudo proyectar que los colombianos rechazarían de plano el acuerdo de paz que ponía fin a 52 años de conflicto armado. Y muy pocos podrían pronosticar que un multimillonario, polémico y sin ningún tipo de experiencia política, podría terminar liderando una de las naciones más grandes del mundo, con la promesa de construir un muro en su frontera.
Y es que las previsiones, proyecciones y pronósticos erraron en las tres ocasiones, lo que fue traducido como los grandes fracasos de las encuestas de opinión, lo que terminó por gatillar una notoria baja en su credibilidad.
Sorpresivos referéndums
El 2016 fue el año de las consultas ciudadanas. Una de ellas sometió al escrutinio popular una disputa que fracturaba a la sociedad británica desde hace varios años: la permanencia en la UE. La gran llegada de inmigrantes a su territorio, propiciada por el espacio de Shengen -que permite el libre tránsito de europeos por los 28 países miembros- era una de las principales diferencias.
Así, el referéndum vino a concretar una promesa del entonces Primer Ministro, David Cameron, quien en 2015 prometió celebrar una consulta si ganaba las elecciones parlamentarias. Se realizó una intensa campaña tanto de Cameron, que apoyaba la permanencia, como de los partidarios del Brexit. La última encuesta de la firma Populus, publicada un día antes de la votación, indicaba que la opción de quedarse obtendría un 55% versus un 45% de su rival.
El 28 de junio la consulta se llevó a cabo y los resultados dejaron a todos con la boca abierta. Contra todo pronóstico, la opción “salir” ganó el referéndum con un 51,9% de los votos y Cameron renunció a su cargo, cumpliendo con otra de sus promesas: dimitir si perdía. La incertidumbre se apoderó de las naciones del conglomerado, pues hoy viven por primera vez el proceso de salida de uno de sus miembros.
Pasados los meses, el Brexit sigue en marcha, pero a cargo de la nueva Primera Ministra, Theresa May, quien ha puesto a andar a toda máquina los mecanismos legales y las negociaciones para que la salida se haga efectiva lo más rápido y menos dolorosamente posible.
En Colombia, la situación fue similar. Al iniciar el proceso de paz entre el Gobierno y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), el Presidente Juan Manuel Santos se comprometió a que sería el pueblo quien tendría la última palabra a la hora de refrendar los acuerdos con la guerrilla.
Y cumplió con su promesa. Con el mismo Santos liderando la opción por el "Sí" y el ex jefe de Estado Álvaro Uribe a la cabeza del "No", los colombianos concurrieron a las urnas el pasado 2 de octubre. Las encuestas, al igual que en el Brexit, aseguraban a ciegas la victoria que daba el visto bueno al fin del conflicto. Por ejemplo, la consultora Datexco afirmaba que el 55% de los votantes apoyaría el acuerdo, mientras que sólo el 36,6% lo rechazaría.
El gran problema es que no contaban con un factor que resultó determinante en los resultados: la abstención alcanzó un 62,6%. Así, los pronósticos erraron y no pudieron prever que un 50,21% de quienes votaron rechazarían el tratado y sólo un 49,78% lo aprobaría.
De este modo, el plebiscito evidenció una alta polarización en la sociedad colombiana y, para muchos, la posibilidad de que los líderes revolucionarios pudieran participar en política y no cumplieran condenas de cárcel por los crímenes cometidos, fueron los dos grandes motivos de la derrota del "Sí".
A pesar de ello, y después de nuevas negociaciones, Santos, quien recibió el premio Nobel de la Paz por su rol en el fin del conflicto, impulsó un nuevo acuerdo. Pero esta vez, desechó cualquier posibilidad de una consulta, optando por refrendar el documento en el Congreso. "Aprendí la lección", admitió hace algunos días, poco después de que el Senado diera luz verde al acuerdo de paz.
Una controvertida elección
La última de las sorpresas la dio un rubio magnate, polémico y deslenguado. Donald Trump logró este año lo que para gran parte de los estadounidenses, en un comienzo, era imposible: ser el nuevo Presidente del país. Y es que al lanzar su precandidatura por el Partido Republicano en 2015, su postulación era considerada una broma y sus chances de llegar a liderar EE.UU. eran prácticamente nulas.
Sin embargo, con un discurso altamente nacionalista y el lema "Hacer a América grande otra vez", Trump se apoderó de los votos de un gran segmento de conservadores disgustados con la gestión, principalmente de Barack Obama, pero también de todo el establishment. Un electorado fiel que se mantuvo a su lado a pesar de todas las acusaciones de abuso sexual y xenofobia en su contra, de la oposición de la mayoría de los medios de comunicación e, incluso, de contar con el rechazo de una parte fundamental de su partido.
Así, con su currículum político vacío, la ex figura de reality show se adjudicó 304 de los 538 votos electorales que distribuye el sistema electoral indirecto de EE.UU., superando con creces los 270 que necesitaba para convertirse en jefe de la Casa Blanca. Arrasó por sobre la demócrata Hillary Clinton, quien obtuvo, no obstante, la victoria en la votación popular con casi 3 millones de sufragios más que Trump.
Su inesperada elección -que al igual que en los dos casos anteriores no pudo ser proyectado por las encuestas- y la posterior designación de su gabinete, también ha generado gran incertidumbre en el mundo, principalmente por sus controvertidas promesas que por lo visto anteriormente, podrían seguir sorprendiéndonos.