Los Juegos Olímpicos siempre se han presentado como una entidad no política, diseñada para reunir a los países, celebrar la actividad deportiva y la unidad internacional. Uno de los símbolos más relevantes de esa característica apolítica de los juegos, es la prohibición de "propaganda" durante el desarrollo de ellos. La Regla 50 del Comité Olímpico Internacional establece que "Ningún tipo de demostración o propaganda política, religiosa o racial es permitida en las sedes, instalaciones y otras áreas olímpicas".
Esta regla ya fue puesta a prueba incluso antes de que fuese oficialmente parte de la carta olímpica. Los velocistas estadounidenses Tommie Smith y John Carlos levantaron sus puños con guantes de color negro, mientras sonaba el himno estadounidense, durante la ceremonia de medallas de los 200 metros planos, en los Juegos Olímpicos de Ciudad de México en 1968. No sólo eventualmente serían enviados de regreso a su país por no respetar la prohibición de manifestaciones, sino que también resultaron siendo condenados al ostracismo por parte del movimiento olímpico por casi medio siglo. No fue hasta 2016 cuando el Comité Olímpico de EE.UU. los convocó para un evento oficial. Y no fue hasta 2019 cuando los incluyó dentro de su salón de la fama.
La estructura básica de la Regla 50 fue incluida en la carta olímpica en 1975. En ese momento en realidad era la Regla 55 y establecía que: "Todo tipo de manifestación o propaganda, ya sea política, religiosa o racial, está prohibida en las áreas olímpicas". Luego sería refinada y reescrita a través de los años. Recién hace unos meses atrás, enfrentándose a la presión creciente de desestimar esta regla, el Comité Olímpico Internacional hizo su última modificación, estableciendo que permitiría algunas demostraciones siempre y cuando fuera "antes del inicio de las competencias" y nunca en el podio durante la ceremonia de las medallas. El COI también ha delegado la discrecionalidad a las agencias internacionales que gobiernan cada uno de los deportes, para que establezcan si se deben establecer prohibiciones y cómo practicarlas.
La regla comenzó a ser un tema más relevante hace un par de años, muy lejos de Tokio: en Lima, Perú. Fue en el podio de los Juegos Panamericanos donde la lanzadora de martillo estadounidense Gwen Berry levantó su puño y donde el esgrimista del mismo país Race Imboden puso una rodilla en el piso. Ambos recibieron cartas del Comité Olímpico y Paralímpico de EE.UU. donde los dejaban un año bajo prueba, lo que envió un mensaje a otros atletas estadounidenses que estuviesen pensando en hacer algo similar, cuando faltaba menos de un año para el inicio de Tokio 2020 en su fecha original. La pandemia por covid-19 obligó a postergar los juegos 12 meses, y el asesinato de George Floyd en Estados Unidos -junto al movimiento que surgió posteriormente a ese hecho- provocaron que la regla fuese revisitada. El Comité Olímpico de EE.UU. dijo que no volvería a sancionar a atletas que violaran la Regla 50, poniendo así presión sobre el COI, que en muchos casos descansa en los comités olímpicos nacionales para que se cumplan las reglas durante los juegos.
Mientras el Comité Olímpico de EE.UU. llevaba a cabo su revisión, el COI también solicitó a su comisión de atletas para que volvieran a pensar la regla. La comisión realizó una encuesta en todo el mundo, donde se encontró un fuerte apoyo a la regla tal como estaba escrita. Siguiendo esa iniciativa, el COI decidió mantener la regla casi intacta. Esto abrió la posibilidad de tensiones durante los Juegos Olímpicos de Tokio, donde, además de los equipos de fútbol, Gwen Berry y el velocista Noah Lyles se han hecho notar como deportistas a seguir sobre este tema. Lyles utilizó un guante negro y levantó su puño en la línea de partida durante las pruebas olímpicas, mientras que Berry dio la espalda a la bandera de su país durante una ejecución del himno nacional.