Las relaciones entre Argelia y Marruecos han sido tradicionalmente difíciles, sobre todo a causa de la disputa sobre el Sáhara Occidental.
"Ambos países mantienen relaciones atroces desde hace mucho tiempo, incluso han estado en guerra, pero la etapa posterior es el conflicto fronterizo en el Sáhara", explica Pierre Vermeren, profesor de historia en la Universidad de París Pantheón-Sorbonne, especialista en el Magreb, para quien se trata de "un acto muy violento".
La normalización, reciente, de las relaciones diplomáticas entre Marruecos e Israel, a cambio de un reconocimiento estadounidense de la "soberanía" marroquí sobre este territorio, ha aumentado aún más las tensiones con Argel, ferviente partidario de la causa palestina.
"Es la respuesta diferida a los acuerdos de Abraham (entre Israel y algunos países árabes, con auspicio estadounidense) y al acercamiento de Marruecos a Israel", añade Vermeren.
Esta ruptura "permite a Argel reposicionarse respecto al nacionalismo árabe ante todo el mundo: Francia, Israel, la cuestión de Cabilia, los islamistas. Apoyando la Liga Árabe, la Unión del Magreb, a los palestinos", dice el experto, para quien este mensaje es sobre todo de "uso interno".
Argel tomó muy mal las declaraciones del ministro de Exteriores israelí, Yair Lapid, quien expresó en una reciente visita oficial a Marruecos su "preocupación por el rol de Argelia en la región, su acercamiento a Irán y su campaña contra la admisión de Israel como miembro observador en la Unión Africana (UA)".
Para el ministro de Relaciones Exteriores argelino, Ramtan Lamamra, "en materia de seguridad regional, que las autoridades marroquíes introduzcan a una potencia militar extranjera en el Magreb e inciten a su representante a realizar comentarios falaces y actos malévolos contra un país vecino, constituye un acto grave e irresponsable".
El Alto Consejo de Seguridad argelino acusó -sin pruebas- a Marruecos e Israel de apoyar al MAK (Movimiento para la Autodeterminación de Cabilia), organización independentista, y a la islamo-conservadora Rachad, movimientos con sede en el exterior.
Argel imputa particularmente al MAK los incendios mortales (90 víctimas) que devastaron al país y el linchamiento, el 11 de agosto, de un joven acusado erróneamente de piromanía en Cabilia.
"Parece surrealista", matiza Vermeren. "En el Magreb, (...) en cuanto hay un problema, hay un complot. Permite descargar (toda responsabilidad). Es la estrategia del chivo emisario", para el historiador.
"Es una reacción argelina a un acto marroquí, que respondió al apoyo de Argelia al Sáhara Occidental con el suyo a los independentistas de Cabilia, y esta estrategia proviene de Israel", objeta Smail Maaref, profesor de Relaciones Internacionales en la universidad de Argel.
Para Argel es una línea roja, dado que se opone a cualquier veleidad independentista en Cabilia, región de lengua bereber en el noreste de Argelia.
El Ministerio de Exteriores marroquí lamentó esta decisión "absolutamente injustificada" de Argelia, el martes, rechazando "pretextos falaces, inclusive absurdos, subyacentes".
Los motivos esgrimidos por Argel "no son serios", opina Tajedin el Huseini, profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad Mohamed V de Rabat.
"Acusar a Marruecos de incendiar bosques argelinos es sólo una broma", añade.
Además, matizó, la ruptura de relaciones entre estos dos vecinos "no tendrá ningún impacto inmediato puesto que, de hecho, ya estaban rotas".