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Símbolos, invitados y solemnidad: Los hitos que marcaron la coronación de Carlos III y Camila

La ceremonia celebrada en la Abadía de Westminster estuvo cargada de señales. Mientras, en las calles se reportaron algunas protestas en contra de la monarquía, las que de todos modos no empañaron la jornada.

06 de Mayo de 2023 | 12:04 | Redactado por Ramón Jara A., Emol/Agencias
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AP
Carlos III y su esposa, Camila, fueron coronados este sábado reyes del Reino Unido en la Abadía de Westminster, en el corazón de Londres, en una solemne y emotiva ceremonia que estuvo plagada de simbolismos.

Con toda la tradición medieval reservada para la ocasión, Carlos III, de 74 años, fue coronado para marcar de manera simbólica su reinado, que comenzó, de iure y de facto, el 8 de septiembre de 2022, tras la muerte de su madre, la reina Isabel II.

Esta es la primera vez en 70 años que el Reino Unido es testigo de la coronación de un jefe de Estado, para la que se utilizaron insignias reales y la corona de San Eduardo, del siglo XVII, de un peso que supera los dos kilos y ataviada con piedras preciosas.

Revisa aquí los hitos que marcaron la ceremonia.

Simbolismos

Era de esperarse que la ceremonia estuviera cargada de simbolismos. Primero, el evento estuvo amenizado con música especialmente seleccionada por el rey y dirigida por Antonio Pappano, el reputado director musical de la Royal Opera House de Londres.

Antes del momento culminante de la coronación, Carlos III fue ungido con aceite consagrado por el arzobispo de Canterbury, el rito religioso más solemne de la liturgia de hoy, que requería que el monarca estuviera temporalmente oculto a la congregación. El soberano quedó velado por un panel de tela bordada con motivos de ángeles y un árbol con 56 hojas que representan a cada uno de los países de la Mancomunidad Británica de Naciones.

Carlos estuvo sentado en la silla de roble de San Eduardo, considerado el mueble más antiguo del Reino Unido y colocado sobre un piso de mosaico medieval, para la ceremonia de la coronación.

Ataviado con una capa dorada, a Carlos III se le entregaron las distintas insignias reales, que simbolizan sus responsabilidades como el jefe de Estado hasta el día de su muerte. Así, el rey recibió el orbe del soberano, que simboliza el mundo; el cetro con cruz, que representa el mundo cristiano; y el cetro de la paloma, símbolo del papel espiritual del monarca, así como un guante blanco símbolo de poder.

Los simbolismos también se notaron en la vestimenta de la reina Camila, quien en su falda llevaba bordada la imagen los dos queridos perros corgis de la reina Isabel II. Se trata de "Muick" y "Sandy", que viven en el Royal Lodge de Windsor, la finca que el príncipe Andrés comparte con su ex esposa, Sarah Ferguson, quienes los adoptaron tras el fallecimiento de la monarca.

El diseño de Bruce Oldfield, en blanco marfil, también lleva bordadas las flores vinculadas a la corona británica: rosas, cardos, narcisos y tréboles, que representan las cuatro naciones del Reino Unido.

Gestos de la familia real

El resto de los integrantes de la familia real también realizaron algunos gestos. Por primera vez en la historia solo un miembro de la monarquía y la nobleza ha jurado lealtad al rey: el príncipe y heredero William, que al finalizar se acercó a un emocionado Carlos III para darle un beso en la mejilla. "Gracias, William", le dijo su padre.

Otra de las curiosidades de la jornada se centra en los jóvenes príncipes, George, Charlotte y Louis, los hijos de los duques de Cambrigde, William y Kate.

Los tres aparecieron vestidos con los colores de la bandera del Reino Unido: George de rojo con el traje de Guardia de Honor; Charlotte de blanco y el pequeño Louis de azul con una chaqueta Hainsworth Garter Blue Doeskin con adornos de encaje en el cuello, los puños y la parte delantera.

El príncipe George, además, fue uno de los encargados de llevar la túnica de su abuelo tanto a la entrada como a la salida.

Invitados: tradición contra modernidad

La tradición secular de Inglaterra y el Reino Unido dicta que la coronación es una ceremonia sagrada entre el monarca y su pueblo, en presencia de Dios.

Sin embargo, al margen de la presencia multiconfesional en la ceremonia, con representantes de las mayores religiones del país, Carlos III quiso adaptarse a los tiempos y rodearse de otros soberanos venidos desde todas las partes del planeta.

Además de los reyes de España Felipe VI y Letizia, acudieron a la cita los reyes Abdalá y Rania de Jordania, los príncipes Alberto y Charlene de Mónaco, Guillermo Alejandro y Máxima de Países Bajos, o el emir de Catar, Tamim bin Hamad al Thani.

La presencia de líderes mundiales no se redujo solo al mundo de la realeza. No faltaron figuras cercanas al actual soberano, como el presidente francés, Emmanuel Macron, o el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, cuyo país integra la Commonwealth.

La Unión Europea envió, de forma poco habitual, a sus tres cabezas más representativas: la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, y la presidenta del Parlamento Europeo, Roberta Metsola.

Desde América, el único gobernante presente, al margen del citado Trudeau, fue el presidente de Brasil, Luiz Inácio "Lula" da Silva.

Otros países más cercanos al Reino Unido como Irlanda o Polonia, estuvieron representados por sus presidentes, Michael Higgins y Andrzej Duda, mientras que los Estados de la Commonwealth (Comunidad de Naciones, compuesta por las antiguas colonias de Londres), gozaron del trato deferente que les es reservado por la monarquía británica.

Harry, el invitado de piedra

Pero de todas las figuras presentes en el evento, había uno que captaba la mayor parte de la atención mediática. Se trata del príncipe Harry, hijo menor de Carlos y que en los últimos meses se ha distanciado de la familia real, lo que ha quedado demostrado en el libro con sus memorias que publicó a fines del año pasado y el documental que protagonizó junto a su esposa, Meghan Markle, donde denunciaron diversos malos tratos por parte de miembros de la Corona.

A diferencia de su hermano mayor -que ahora es el primero en la línea de sucesión al trono- Harry quedó en un segundo plano en la ceremonia: compartió con algunas de sus primas y la transmisión evitó enfocarlo constantemente.

El príncipe, que fue solo a la ceremonia, tampoco participó en el saludo de los reyes en el balcón del Palacio de Buckingham, donde sí estaban su hermano, cuñada y sobrinos.

Otro de los invitados que llamó la atención fue el príncipe Andrés, hermano de Carlos que ha perdido los privilegios de la realeza luego de que su nombre apareciera vinculado en la investigación por explotación sexual infantil que tenía como principal responsable a su amigo Jeffrey Epstein.

Algunas protestas

Por otro lado, y pese a la algarabía en las calles, hubo un grupo menor de manifestantes republicanos que expresaron su repudio y llamaron a derrocar la monarquía. Al paso de la carroza que llevaba a Carlos III y Camila, un grupo de personas vestidas con ropa amarilla desplegaron pancartas que decían "No es mi rey".

Cientos de manifestantes republicanos se concentraron en Trafalgar Square a primera hora del sábado y colocaron enormes banderas amarillas en las que podía leerse "abolir la monarquía" a lo largo del recorrido que siguió la pareja real en este día histórico.

Minutos después, se anunciaba la detención de Graham Smith, el líder del grupo Republic que convocó la manifestación. La agrupación informó que la policía arrestó a "seis de nuestros organizadores y confiscó cientos de pancartas" con el lema "No es mi rey".

Los republicanos siguen siendo minoritarios en el Reino Unido, pero se han hecho más visibles desde la muerte de la popular Isabel II en septiembre. Un puñado de ellos se manifiesta casi habitualmente cuando Carlos III se desplaza en alguna visita oficial.

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