Mientras el Vaticano prepara todo para el funeral del
papa Francisco que se llevará a cabo este sábado, los cardenales ya están llegando a Roma no sólo para despedir al pontífice, sino también para
participar en el esperado cónclave que definirá al nuevo líder de la Iglesia católica y que será seguido atentamente por todo el planeta.
Un cónclave es un evento tan especial como hermético. Lo poco que se sabe de lo que ha ocurrido en la Capilla Sixtina en años anteriores ha sido fruto de la investigación de periodistas que se han esmerado en entender las estrategias y jugadas de cada sector que busca imponer a su candidato.
El siglo XXI ha sido testigo de dos cónclaves: el de 2005, donde el alemán Joseph Ratzinger fue elegido al segundo día en la cuarta sesión; y el de 2013, que culminó después de dos días y cinco reuniones con la proclamación como pontífice del argentino Jorge Mario Bergoglio.
Ambos eventos estuvieron marcados por una serie de negociaciones, candidatos "tapados" y estrategias varias en jornadas que incluyeron llantos, decepciones y sorpresas. Aquí, los hechos más llamativos:
2005: Una estrategia fallida y el rol de Bergoglio
Corría abril de 2005 y la Iglesia católica se sometía a su primer cónclave después de largos 27 años. Los cardenales debían elegir a un nuevo papa tras la muerte de Juan Pablo II, cuyo pontificado marcó la última parte del siglo XX. El favorito de la prensa y expertos vaticanistas era Joseph Ratzinger, en lo que se vaticinaba un proceso corto. Pero la votación no estuvo exenta de drama.
El sacerdote alemán representaba cierta "continuidad" del legado de Juan Pablo II y sumaba la mayoría de los apoyos, pero no contaba con los dos tercios de los votos necesarios para convertirse en papa y tenía que afrontar el bloqueo de un grupo liderado por el italiano Carlo Maria Martini, quien era un férreo crítico del continuismo que significaba la elección de Ratzinger.
El cardenal alemán lideró las primeras tres votaciones, pero no conseguía la mayoría necesaria. Es más, en las dos últimas sesiones estuvo rozando el triunfo a falta de cinco sufragios. En frente tenía al argentino
Jorge Mario Bergoglio, arzobispo de Buenos Aires y jesuita al igual que Martini, cuyo grupo se mantenía bloqueando la votación.
Ya en la cuarta votación, y "casi en lágrimas", el sacerdote trasandino pidió al resto de sus colegas que apoyaran a Ratzinger, según comentó el periodista vaticanista Marco Tosatti, en una nota del diario español El Mundo de 2013. El cardenal alemán finalmente se convirtió en papa con 84 votos de un total de 115.
Esta historia fue ratificada por el propio Bergoglio en el libro "El sucesor", escrito en conjunto con el periodista español Javier Martínez-Brocal. De acuerdo con el argentino, un grupo de cardenales utilizó su nombre para "bloquear la elección de Ratzinger y después negociar un tercer candidato diferente".
"Sucedió que yo llegué a tener cuarenta de los 115 votos en la Capilla Sixtina.
Eran suficientes para frenar la candidatura del cardenal Joseph Ratzinger, porque, si me hubieran seguido votando, él no habría podido alcanzar los dos tercios necesarios para ser elegido papa", explicó.
"Me usaban a mí, pero detrás ya estaban pensando en proponer a otro cardenal. Todavía no estaban de acuerdo sobre quién, pero ya estaban a punto de lanzar un nombre. Me contaron, más tarde, que no querían a un papa 'extranjero'", afirmó Bergoglio, en alusión al grupo de cardenales italianos, que buscaban imponer uno de los suyos.
2013: La renuncia que remeció al mundo y un viejo conocido
El 11 de febrero de 2013, el papa Benedicto XVI remecía al mundo al anunciar su retiro. La noticia sorprendió por completo a la iglesia ya que no era nada menor: para encontrar una renuncia de un pontífice hay que remontarse a casi 600 años atrás, cuando Gregorio XII hizo lo mismo en 1415.
Así las cosas, y a diferencia de lo ocurrido en 2005, los cardenales esta vez llegaban al cónclave sin una estrategia clara sobre a quién elegir como nuevo papa. Esta vez, Jorge Bergoglio no aparecía como "papable" en los pronósticos de los expertos debido a su edad (76 años en ese momento), por lo que los favoritos eran el brasileño Odilo Scherer, el italiano Angelo Scola y el canadiense Marc Ouellet.
"La víspera del cónclave partían en cabeza esos tres grandes favoritos. Sin embargo,
muchos cardenales sentían que ninguna de esas tres personas ofrecía un liderazgo realmente inspirador que fuera a llevar una nueva visión y una nueva energía a la Iglesia, así que buscaron una alternativa que sí pudiera hacerlo", explicaba a BBC Mundo el periodista irlandés Gerard O'Connell, autor del libro "La elección del papa Francisco: un relato íntimo del cónclave que cambió la Historia", en una entrevista de 2019.
Para este experto en el Vaticano, la candidatura de Bergoglio surgió ante esa necesidad de buscar un representante de esa nueva visión. Los ojos de los 115 cardenales electores se pusieron sobre él durante una de las congregaciones generales, las reuniones preliminares al cónclave. En la penúltima de las sesiones, el entonces arzobispo de Buenos Aires "llamó la atención de muchos con una charla de tres minutos y medio que fue inspiradora, refrescante y visionaria. Sus palabras tuvieron un enorme impacto y, desde ese momento, muchos comenzaron a verlo como el nuevo papa".
En su libro (y también en la entrevista), O'Connnell mencionó una reunión previa al cónclave en el departamento vaticano del cardenal Attilio Nicora, donde participaron purpurados de todos los continentes para discutir la situación. "Allí surgió que todos ellos pensaban que Bergoglio era el mejor candidato, y lo apoyaron", explicó.
Luego vino la primera votación, que dejó varias sorpresas: Angelo Scola, que aparecía como favorito y además era el preferido de Benedicto XVI, consiguió menos votos de lo esperado (30), mientras que Bergoglio sorprendió con 26 preferencias. Esto reflejó la división en el bloque de los purpurados italianos, el más numeroso del cónclave con 28 electores. De acuerdo con el periodista irlandés, muchos cardenales "sentían que Scola tenía problemas a la hora de comunicar con la gente porque empleaba un lenguaje complicado"; asimismo, para otros el entonces arzobispo de Milán representaba la continuidad en un momento donde el cambio de visión era más que necesario.
Tras esa primera votación, la balanza comenzó a inclinarse a favor del cardenal argentino, quien no esperaba ese apoyo e incluso ya tenía los pasajes comprados para retornar a Buenos Aires después del cónclave. En las cuatro elecciones siguientes, Bergoglio siguió a la cabeza, hasta que obtuvo la mayoría necesaria para convertirse en el nuevo papa y tomar el nombre de Francisco.
De todos modos, hubo cierta oposición en el cónclave a la elección del argentino, según O'Connell, "por parte de aquellos a los que no les gustaba su estilo de vida simple y austero y su apuesta por los pobres, y por parte de otros a los que no les gustaba su actividad como misionero, su idea de una iglesia que sale a las periferias y el que hubiera dado instrucciones a los sacerdotes en Buenos Aires para que bautizaran a los hijos de las madres solteras".
Con todo, el argentino -que recién en la tercera votación dimensionó que de verdad podría ser el nuevo papa- finalmente lideró la iglesia hasta el día de su muerte, el lunes 21 de abril. Solo queda esperar el nuevo cónclave que, sin dudas, tendrá muchas historias como las ya contadas.