La confirmación por parte del presidente de Estados Unidos,
Donald Trump, de las medidas arancelarias contra
Brasil, suponen un nuevo capítulo en esta novela de tensiones entre ambos países, coronada por las diferencias en torno al juicio por golpismo que enfrenta el expresidente
Jair Bolsonaro. Y si bien en Brasilia rechazaron categóricamente la decisión del líder republicano, lo cierto es que esperaban algo peor.
Trump firmó el miércoles la orden ejecutiva que establece un arancel adicional del 50% para los productos brasileños. Sin embargo, hubo dos cambios sustanciales con respecto a lo previsto: postergó su entrada en vigor del 1 al 6 de agosto e incluyó una larga lista de excepciones con alrededor de 700 ítems que no pagarán el gravamen máximo.
Según estudios preliminares, los productos excluidos representan
alrededor del 40% del total exportado a EE.UU. en 2024. El listado incluye a productos como artículos de aeronaves civiles (motores, piezas y simuladores de vuelo), vehículos, electrónica, fertilizantes y productos agrícolas y madereros (como el jugo de naranja y la madera tropical), entre otros.
Sin embargo, otros importantes sectores estratégicos brasileños, como el cafetero o el cárnico, no se libraron de la sanción.
Revisa aquí las claves del conflicto y las medidas tomadas por Washington:
Las motivaciones de EE.UU. y la respuesta de Brasil
El principal motivo de Trump para castigar a Brasil parece ser el juicio contra Jair Bolsonaro, acusado de intento de golpe de Estado contra su sucesor, el actual mandatario Luiz Inácio Lula da Silva.
"La persecución, intimidación, acoso, censura y enjuiciamiento con motivaciones políticas del Gobierno de Brasil contra Bolsonaro y miles de sus simpatizantes constituyen graves violaciones de los derechos humanos que han socavado el Estado de derecho en Brasil", señaló la Casa Blanca.
En su comunicado, el Gobierno estadounidense también culpó a su par brasileño de tomar "medidas sin precedentes para
obligar, de forma tiránica y arbitraria, a empresas estadounidenses a censurar el discurso político, expulsar usuarios de sus plataformas, entregar datos confidenciales de usuarios estadounidenses o modificar sus políticas de moderación de contenido, bajo pena de multas extraordinarias, procesamiento penal, congelación de activos o exclusión total del mercado brasileño".
La medida fue duramente rechazada por Brasil, que de todos modos reconoció que el resultado es "más favorable" de lo esperado. Desde el Gobierno de Lula aseguraron que este pequeño logro fue gracias a las negociaciones sostenidas con Washington los últimos días.
"Nuestras observaciones evidentemente fueron apreciadas (...) Estamos en un punto de partida más favorable del que se imaginaba, pero lejos del punto de llegada", aseguró el ministro de Finanzas, Fernando Haddad.
El funcionario, asimismo, anunció próximas negociaciones con el secretario del Tesoro estadounidense, Scott Bessent, aún sin fecha prevista. "Pienso que es
el comienzo de una conversación más racional y sobria, menos apasionada", estimó.
Aún así Haddad apuntó que Brasil va a "recurrir" los aranceles en las "instancias debidas" dentro de Estados Unidos y en organismos internacionales.
Otras medidas
El alza de aranceles se suma a una serie de medidas tomadas por el Ejecutivo de Donald Trump contra Brasil en respuesta al juicio a Bolsonaro. El líder republicano también ha puesto en su mira a los jueces del Tribunal Supremo brasileño, en especial al instructor de los casos del exmandatario derechista, Alexandre de Moraes.
El 18 de julio, el Departamento de Estado anunció la revocación del visado de De Moraes, de sus familiares y de sus "aliados" en el Supremo. Fuentes oficiales señalaron a medios locales que la medida se extendió a otros siete jueces del Supremo, así como al fiscal general, Paulo Gonet, autor de la denuncia por golpismo contra Bolsonaro.
El miércoles, EE.UU. estrechó el cerco sobre De Moraes al encuadrarlo en la
Ley Magnitsky, que autoriza al Gobierno a sancionar a ciudadanos extranjeros implicados en actos de corrupción o violaciones a los derechos humanos. A efectos prácticos, al magistrado se le congelan sus posibles bienes y propiedades en Estados Unidos.
En otro frente, la Oficina del Representante Comercial de EE. UU. (USTR, por sus siglas en inglés) anunció el 15 de julio una investigación a Brasil por posibles prácticas "discriminatorias".
Washington indicó que indagará sobre los servicios de pago electrónico brasileños, así como posibles interferencias en medidas anticorrupción; la protección de la propiedad intelectual; el acceso al mercado de etanol; y la deforestación ilegal.
"USTR ha documentado durante décadas las prácticas comerciales desleales de Brasil, que restringen la capacidad de los exportadores estadounidenses de acceder a su mercado", lo que "merece una investigación exhaustiva y, potencialmente, acciones en respuesta", afirmó el organismo.
El rol de Eduardo Bolsonaro y lo que se viene
Detrás de esta campaña aparece como una figura clave el diputado Eduardo Bolsonaro, hijo del expresidente y quien se encuentra desde hace cinco meses en Estados Unidos.
Él mismo ha reconocido con orgullo que se ha reunido con representantes de la Casa Blanca en busca de sanciones para el Supremo y para su país con el fin de ayudar a su padre.
En respuesta, De Moraes impuso a Jair Bolsonaro el uso de tobillera electrónica por riesgo de fuga, le prohibió acceder a sus redes sociales y le obligó a pasar las noches y los fines de semana en casa.
Y la crisis podría agravarse más. Congresistas demócratas y republicanos, así como empresarios estadounidenses, advirtieron a una comitiva de senadores brasileños que viajó esta semana a Washington sobre posibles sanciones adicionales por su pujante comercio con Rusia.
Brasil es un importante importador de fertilizantes rusos, que usa para su potente industria agrícola, pero también ha venido aumentando las compras de hidrocarburos procedentes de ese país desde que se desató la guerra en Ucrania.
Rusia y Brasil son además dos importantes socios en el foro de los BRICS, que ya ha sido objeto de amenazas por parte de Trump.