Aún queda un año para la elección del próximo secretario general de Naciones Unidas, pero ya los diversos cuerpos diplomáticos se mueven para ver las cartas que podrían suceder al portugués
António Guterres. En este abanico de nombres ya figura el de la exmandataria chilena
Michelle Bachelet, cuya candidatura fue anunciada el lunes por el presidente
Gabriel Boric en su discurso del martes ante la Asamblea General.
Si se respeta el implícito pacto de rotación continental, todo indica que el próximo secretario general debiera ser de América, cuyo último (y único) representante fue el peruano Javier Pérez de Cuéllar (1982-1991). Eso, sumado a las múltiples presiones para que el liderazgo de la ONU recaiga por primera vez en su historia en una mujer, posicionan a la ex alta comisionada para los DD.HH. como una candidata seria, aunque también suenan nombres como la costarricense Rebeca Grynspan y la primera ministra de Barbados, Mia Mottley.
Mientras continúa la danza de nombres, en los pasillos de la ONU ya se preparan para un largo proceso que se extenderá por todo el 2026 y que concluirá con la asunción del nuevo secretario general el 1 de enero de 2027.
Históricamente, el proceso de elección estaba marcado por el secretismo, sin embargo, la Asamblea General aprobó en 2015 una resolución histórica que estableció un nuevo procedimiento "más transparente, abierto e inclusivo" para el nombramiento del nuevo secretario general. Estos cambios se pudieron ver en la elección de 2016, donde los diversos candidatos participaron en diálogos públicos en los que presentaron sus postulados.
Con todo, el Consejo de Seguridad de la ONU aún juega un rol vital en este proceso, al ser el organismo encargado de recomendar a la Asamblea General el posible secretario general, por lo que los candidatos deben contar con el beneplácito de los cinco países que cuentan con poder de veto en el organismo (EE.UU., China, Rusia, Francia y Reino Unido).
Es ahí donde la candidatura de Bachelet podría ser vetada por China -a quien la exmandataria cuestionó duramente cuando fue alta comisionada para los DD.HH.- o también por EE.UU., cuyo presidente Donald Trump fue blanco de las críticas de Boric en su último discurso de la ONU.
Pasos
La elección del secretario general de la ONU cuenta con seis pasos. Primero, las presidencias de la Asamblea General y del Consejo de Seguridad publicarán una carta para proclamar oficialmente el proceso de selección y nombramiento del futuro secretario general.
Luego viene el proceso de inscripción y presentación de los candidatos. Los timoneles de la Asamblea General y el Consejo de Seguridad distribuirán los nombres a todos los Estados miembros de la ONU, al mismo tiempo que publicarán el listado de postulantes y los documentos justificativos en su sitio web.
Posteriormente, los candidatos serán invitados a presentar
"una declaración sobre su visión de futuro" y a participar en un diálogo oficioso con los Estados miembros en el que darán a conocer sus planes y programas de gobierno.
Todas estas conversaciones serán publicadas por la ONU en sus canales oficiales.
El cuarto paso es sin dudas el más importante. Tras los diálogos oficiosos, el Consejo de Seguridad (compuesto por cinco miembros permanentes y 10 no permanentes) deberá reunirse y votar por un candidato a secretario general. Según destaca la propia ONU, desde 1996 que este organismo ha votado por unanimidad, por lo que es vital que el postulante cuente con el beneplácito de todos los integrantes.
Tras la votación, el Consejo de Seguridad envía una recomendación a la Asamblea General, que finalmente vota y nombra al nuevo secretario general a través de una resolución.
El sexto y último paso tiene que ver con el comienzo del mandato del nuevo secretario general, el 1 de enero de 2027. La duración de este mandato "se especificará en las resoluciones pertinentes del Consejo de Seguridad y de la Asamblea General relativas a la selección y el nombramiento", explica la ONU, que recalca que los últimos jefes del organismo han sido nombrados por un periodo de cinco años.
El poder de EE.UU.: el caso de 1996
El Consejo de Seguridad tiene un rol crucial en la elección del secretario general de la ONU y el veto de solo uno de los cinco miembros permanentes puede cambiar todo el panorama. Eso pasó en 1996, cuando el organismo se prestaba a confirmar la reelección del egipcio Boutros Boutros-Ghali, quien había asumido en 1992 y buscaba un segundo mandato.
Cuando parecía que Boutros contaría con los 15 votos, vino el veto de Estados Unidos, lo que obligó a retirar su candidatura. Ya en 1991, el líder egipcio había sido elegido sin el apoyo de Washington, que esa vez se abstuvo.
La postura del país norteamericano se endureció tras
la muerte de 15 cascos azules estadounidenses durante una incursión fallida de la ONU en Somalia en 1993. La Casa Blanca, entonces liderada por
Bill Clinton, culpó directamente a Boutros-Ghali del hecho y decidió vetar su reelección.
Tras ello, vino una intensa negociación para definir al nuevo secretario general. Existía el consenso de que el sucesor de Boutros-Ghali también tenía que ser de África, por lo que empezó la danza de nombres.
Fue así como, tras una serie de vetos, el elegido fue el ghanés Kofi Annan, quien contó con 14 votos a favor y una abstención, la de Francia.
Ahora, el Consejo tendrá nuevamente la misión de elegir al próximo jefe de la ONU. Michelle Bachelet ya entró en carrera.
