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Entre la fragmentación y la presencia de EE.UU.: El escenario regional que encontrará Kast como presidente

El Mandatario electo afrontará un panorama latinoamericano marcado por una serie de elecciones presidenciales y la situación en Venezuela.

15 de Diciembre de 2025 | 07:03 | Por Ramón Jara A., Emol
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Javier Milei, José Antonio Kast y Lula da Silva.

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Entre los múltiples temas que José Antonio Kast deberá afrontar una vez que asuma la presidencia del país en marzo próximo, está el complejo escenario político de Latinoamérica, marcado por la polarización y los diversos conflictos que azotan a la región. El futuro mandatario tendrá la misión de decidir qué rol tomará Chile en los próximos cuatro años.

El panorama está, por lo bajo, agitado. Los últimos meses han estado marcados por la arremetida de Estados Unidos, cuyo presidente Donald Trump ordenó un despliegue militar en aguas del Caribe y el Pacífico con la finalidad de combatir el "narcoterrorismo" y que ha dejado al menos 85 muertos.

Mientras, sigue creciendo la tensión entre Washington y el régimen de Nicolás Maduro en Venezuela, al punto de que el propio Trump ha dicho que no descarta una intervención terrestre en el país sudamericano. Todos los ojos de Latinoamérica están puestos en el desenlace que tendrá esta historia y las consecuencias que podría traer en toda la región.

Por otro lado, son cuatro los países que celebrarán elecciones presidenciales en 2026 (Brasil, Colombia, Costa Rica y Perú), con escenarios bastante apretados.

Revisa aquí el escenario político latinoamericano, en la visión de tres expertos:

El panorama


¿Con qué escenario se encontrará José Antonio Kast? En 2025, la región ha sido testigo de eventos como el fin de la hegemonía del MAS (partido fundado por Evo Morales) en Bolivia con el centroderechista Rodrigo Paz a la cabeza, así como también del complejo año del presidente de Ecuador, Daniel Noboa, quien abril logró la reelección pero en noviembre sufrió un duro revés con el rechazo ciudadano a las cuatro reformas constitucionales sometidas a referéndum. En Argentina, en tanto, Javier Milei sonrió en los comicios legislativos de medio término que significaron un triunfo para su partido, La Libertad Avanza.

En el lado de la izquierda, en tanto, Gustavo Petro ha tenido un año tumultuoso y mira con preocupación las elecciones presidenciales de 2026, donde la derecha tiene opciones ciertas de volver al poder. Por su parte en Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva ya anunció que irá a la reelección mientras su principal contendor, el exmandatario Jair Bolsonaro, se encuentra cumpliendo una pena de 27 años de cárcel por intento de Golpe de Estado. A ellos se suman Claudia Sheinbaum en México y Yamandú Orsi en Uruguay, que dentro de todo aún gozan de credibilidad en sus países.

"El próximo presidente se va a encontrar con una región muy polarizada en el discurso, pero mucho más diversa en la práctica"

Santiago Acosta
"América Latina está enfrentando un ciclo de cambio político de mayor balance entre fuerzas de izquierda y derecha y con elecciones que son relevantes, donde es muy probable que en Colombia haya un cambio político, mientras que en Perú y Brasil se anticipa una elección competitiva. Si a eso sumamos Ecuador y Bolivia este año, podríamos decir que hay un cambio político que confirma que el voto de castigo sigue siendo el principal partido político en la región en términos de que los votantes están castigando a los oficiales", asegura a Emol Jorge Sahd, director del Centro de Estudios Internacionales de la Pontificia Universidad Católica de Chile.

Según Santiago Acosta, coordinador del Área Internacional de IdeaPaís, "el próximo presidente se va a encontrar con una región muy polarizada en el discurso, pero mucho más diversa en la práctica", donde los líderes de derecha "no representan un mismo proyecto político: algunos son libertarios, otros son más conservadores clásicos, otros tienen rasgos claramente populistas autoritarios". Por otro lado, "las izquierdas no han desaparecido. Brasil con Lula, Colombia con Petro, México con Sheinbaum y Uruguay con Orsi siguen siendo polos progresistas muy relevantes por población y peso económico".

"El próximo Presidente se enfrentará a una América Latina cansada de la inseguridad y la crisis, muy fragmentada políticamente, con una derecha heterogénea en ascenso, una izquierda todavía fuerte en países clave, y una ventana para construir cooperación en seguridad, infraestructura y energía, si se hace con respeto al Estado de derecho y a las instituciones", añadió.

Afinidades y desafíos


Con ese panorama, queda ver si el Gobierno de Kast formará alianzas con otros mandatarios de la región. Ya ha tejido lazos con líderes como Nayib Bukele o Javier Milei, asimismo, tanto el Mandatario electo como el Partido Republicano han participado en instancias como la Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC) o el Foro de Madrid, como bien recuerda Gilberto Aranda, académico del Instituto de Estudios Internacionales (IEI) de la Universidad de Chile.

No obstante, el analista sostiene que la formación de un posible "frente de derecha" -como el que intentó impulsar Sebastián Piñera en su segunda mandato con Prosur- puede verse afectado por las agendas de estos mismo gobiernos, que también tienen programas con énfasis nacionalistas, las llamadas "agendas históricas".

"Ciertamente va a haber una mayor sintonía de Kast con Milei, pero están las cuestiones de las plataformas que han sido planteadas. Lo mismo va a pasar con Perú: si tú ves que en Perú, si gana un candidato conservador como Rafael López Aliaga o incluso Keiko Fujimori, hay algunos temas que siempre pueden reflotarse", afirma Aranda.

Similar opinión tiene Santiago Acosta: "Más que imaginar un 'bloque de derecha' homogéneo, yo hablaría de coaliciones flexibles por temas. Las derechas latinoamericanas de hoy no son todas lo mismo: Milei no es lo mismo que (el paraguayo Santiago) Peña, y Bukele no es lo mismo que Noboa. Los une la preocupación por seguridad, crecimiento y orden, pero sus estilos y prioridades son muy distintos. Eso hace difícil pensar en una especie de coalición de la derecha latinoamericana". Con todo, el analista de IdeaPaís remarca que lo realista es que Kast pueda articular acuerdos en tres grandes áreas: seguridad y crimen organizado, integración económica y energética y defensa de la democracia y el Estado de Derecho.

Asimismo, en lo que respecta a la relación con los países vecinos, el analista sostiene que, ante la posibilidad de que los cuatro gobiernos sean de derecha, "se abre una oportunidad que no habíamos visto en décadas", donde la afinidad facilita tres puntos concretos: "ordenar las fronteras y la migración; impulsar integración en infraestructura y energía y "presentarse de manera coordinada ante EE.UU. y Europa". Toda esta afinidad, no obstante, "no borra los problemas históricos" como "la agenda marítima con Bolivia, las tensiones por migración con Perú o los roces comerciales con Argentina".

Por su parte, Jorge Sahd explica que "el gobierno de Kast primero tendrá un desafío vecinal. Eso puede significar un reimpulso de las relaciones con Argentina con una mayor afinidad política, continuar los acercamientos con Bolivia luego de la derrota del MAS después de dos décadas en el poder y una relación con Perú que esperamos que estas tensiones retóricas den paso a una relación constructiva". Por otro lado, yendo más al norte, el académico resalta "el desafío de recomponer las relaciones con EE.UU., que se han visto deterioradas por críticas más bien personales del presidente (Gabriel) Boric que se han alejado de nuestra tradición de política exterior".

En este sentido, Sahd habla de cuatro desafíos mayores: "Seguridad, control fronterizo y migración que son temas que requieren coordinación con los países; finalizar de manera exitosa las negociaciones con EE.UU.; definir una posición respecto a la candidatura de la expresidenta Michelle Bachelet en las Naciones Unidas y el trabajo con los países vecinos, sin los cuales no puedes tener una política exterior exitosa".

El factor EE.UU.


Uno de los puntos clave del escenario político latinoamericano es el rol que ha jugado últimamente Estados Unidos. Más allá de la presencia militar en el Caribe y el Pacífico y su presión en Venezuela, el Gobierno de Donald Trump anunció hace diez días atrás su nueva estrategia en política exterior que contempla revivir la Doctrina Monroe del siglo XIX, cuando Washington consolidó su hegemonía frente a los europeos en América Latina.

"Estados Unidos ha vuelto a mirar al hemisferio como prioridad estratégica, con una Estrategia de Seguridad Nacional que pone el foco en cuatro temas: migración, crimen organizado, competencia con China y relocalización de cadenas de valor. Eso abre oportunidades para países que quieran alinearse con una agenda de integración económica y de seguridad, pero también los obliga a tomar posición frente a la influencia de China y otros actores extrahemisféricos", dice Santiago Acosta.

"El dilema es, voy por el libre comercio, por el principio de libre comercio, o priorizo el alineamiento geopolítico con Estados Unidos, con lo cual matizo, relativizo el libre comercio ahí. Esa es una pregunta que todo este mundo regionalmente va a tener que entrar a contestar

Gilberto Aranda
En esa línea, Gilberto Aranda remarca que "los desafíos están en cómo, de alguna manera, responder a ciertos alineamientos con EE.UU. que parecieran ser premisas, (...) cómo equilibrarlo y cómo armonizarlos con la realidad, donde el principal destino del comercio de varios países de la región, incluyendo Chile, es China".

"Estados Unidos reconoce que los costes son mucho más baratos con China, pero dice que los países tienen que tomar decisiones a ese respecto", dice el académico, para quien esto representa un desafío regional, particularmente para los gobiernos de derecha donde se remarca la figura del "hiperoccidentalismo", el cual "va a tener un dilema cuando enfrente a la realidad del pragmatismo del comercio con China, sobre todo si tú ves que también una de las premisas es libre comercio".

"El dilema es, voy por el libre comercio, por el principio de libre comercio, o priorizo el alineamiento geopolítico con Estados Unidos, con lo cual matizo, relativizo el libre comercio ahí. Esa es una pregunta que todo este mundo regionalmente va a tener que entrar a contestar. Algunos lo han hecho ya como Argentina, pero va a ser bien importante qué respuesta se da a aquello", añade Aranda.

Qué pasa con Venezuela


Sin duda el tema principal que marca y seguirá marcando la agenda política latinoamericana es la situación en Venezuela. "La caída de Maduro es inminente, la pregunta es cuándo y cómo. El desafío más complejo es el día después, sin una transición ordenada y un acuerdo de gobernabilidad no se van a generar las condiciones del restablecimiento y la reconstrucción económica y social de Venezuela", dice Jorge Sahd, quien agrega que "el próximo gobierno puede cumplir un rol fundamental como uno de los garantes en esta reconstrucción".

"Es muy probable que el próximo gobierno enfrente a la situación de Venezuela con hechos consumados. Por eso digo que lo más importante es que Chile tenga un rol que ofrezca apoyo en la transición y el acuerdo de gobernabilidad que es fundamental para la reconstrucción política, social ,económica y moral de Venezuela", afirma.

"La caída de Maduro es inminente, la pregunta es cuándo y cómo. El desafío más complejo es el día después, sin una transición ordenada y un acuerdo de gobernabilidad no se van a generar las condiciones del restablecimiento y la reconstrucción económica y social de Venezuela"

Jorge Sahd
Para Gilberto Aranda, en tanto, cualquier análisis "está condicionado por lo que haga en estos momentos Estados Unidos". En este sentido, si la Casa Blanca decide negociar y ese diálogo implica una "transición híbrida", "ahí Chile siempre tiene mucho que hacer porque fue el tipo de modelo de transición que tuvo Chile, donde hubo un acuerdo entre los que se van y los que llegan y se va a una transición híbrida donde los que se quedan tienen algunos remanentes, lo que Manuel Antonio Garretón llamaba 'enclaves autoritarios', donde los que se van conservan algunos espacios, como por ejemplo el control de las Fuerzas Armadas. Si esa es la vía y Estados Unidos opta por negociar y van a una transición híbrida, Chile tiene mucho que compartir respecto a lo que fue su transición".

Ahora, si Estados Unidos concretara una intervención militar, este analista sostiene que más allá de las protestas o apoyos de uno u otro país, "eso va a provocar ruido también internamente en cada estado respecto a cómo se posicionan a una acción de esta envergadura. Si Estados Unidos golpea a Venezuela, va a ser la primera vez en la historia que Estados Unidos utiliza Fuerzas Armadas para golpear a un lugar de Sudamérica. Y eso lo cambia todo. Y eso puede contaminar también los escenarios internos".

Por su parte, Acosta dice que "en Venezuela hoy conviven tres cosas al mismo tiempo: un régimen autoritario, una emergencia humanitaria compleja prolongada y una diáspora que ya es parte de la realidad social de la región y el mundo. Eso significa que Chile no puede mirar a Venezuela solo como un tema de 'política exterior distante', porque lo que pase allá tiene efectos directos acá en migración y en seguridad".

Con ese escenario, el especialista afirma que Chile debería seguir tres líneas de acción, partiendo por tener "una postura clara de principios: reconocer sin ambigüedades la naturaleza autoritaria del régimen, apoyar los esfuerzos de la OEA, la ONU y la Corte Penal Internacional en materia de derechos humanos, y respaldar salidas negociadas que incluyan una verdadera transición democrática. Esto necesariamente debe incluir a María Corina Machado y Edmundo González como liderazgo legítimo que los venezolanos escogieron en 2023-2024".

Asimismo, señala que es vital una "coordinación con las democracias de la región y con EE.UU. y Europa" y establecer "una política responsable hacia la diáspora venezolana en Chile: migración ordenada, segura y regular, inserción laboral y coordinación con países vecinos para gestionar los flujos de manera inteligente y realista".

"Chile tiene que combinar firmeza democrática y realismo regional: ni normalizar el autoritarismo venezolano, ni caer en gestos simbólicos que no cambian nada. Y, sobre todo, entender que la crisis de Venezuela es también una prueba para la credibilidad de la región, si los gobiernos que hoy se presentan como alternativa democrática no son capaces de ofrecer seguridad, justicia y esperanza en el marco del estado de derecho, la gente verá este ciclo como un turno más del péndulo, no como una salida duradera y estable que garantice continuidad", cierra Acosta.