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Psiquiatra califica libro de sexualidad adolescente como una "educación aberrante"

Ricardo Capponi, director del Centro de Educación Sexual Integral, criticó la publicación editada por el municipio de Santiago. "Los niños tienen el derecho a hacerse todas las preguntas que quieran, pero los adultos somos responsables de darles una respuesta adecuada", advierte.

29 de Septiembre de 2016 | 08:52 | Emol
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El psiquiatra y director del Centro de Educación Sexual Integral, Ricardo Capponi, entregó su visión del texto editado por la Municipalidad de Santiago, que ha generado diversas reacciones por su contenido.

Héctor Flores, El Mercurio
SANTIAGO.- Con sus apuntes sobre el libro "100 preguntas sobre sexualidad adolescente" en sus manos, el psiquiatra y director del Centro de Educación Sexual Integral, Ricardo Capponi, entregó ayer su visión del texto editado por la Municipalidad de Santiago, que ha generado diversas reacciones por su contenido.

"Esto es muy serio. Para mí este libro es un tipo de educación aberrante. Me parece que es distorsionante. Incluso algunas personas podrían decir que perversa, en el sentido de que se muestra algo malo como si fuera bueno", asegura a "El Mercurio".

Capponi describe al texto como "una perfecta demostración de lo que es el conocimiento a medias y lo dañino que eso puede ser. Yo no me operaría con un médico que sabe a medias, porque prefiero que el cuerpo reaccione antes de que me intervenga alguien que no sabe distinguir qué es lo que tiene que sacar o cortar".

El psiquiatra, quien trabaja desde hace más de 20 años con adolescentes, señala que el grupo de 21 profesionales que respondieron las preguntas de los estudiantes de seis colegios municipales de Santiago lo hicieron solo contemplando la sexualidad biológica, sin tener en cuenta la afectividad, el desarrollo mental de los menores y la psicopedagogía.

"Mi impresión es que son un elefante en una cristalería. Este libro echa por la borda las teorías del desarrollo mental de Piaget y las teorías neurofisiológicas que muestran todo un 'recableo' cerebral en la adolescencia. Es un trabajo muy, muy deficiente", opina.

Al respecto, Capponi plantea que uno de los objetivos de la educación sexual en adolescentes es lograr que "en la vida adulta sean buenos amantes y que tengan mucha inteligencia emocional. Nosotros queremos que nuestros hijos tengan parejas estables, si no para toda la vida, al menos al largo plazo y por eso hay que educarlos en una sexualidad de calidad".

El médico aconseja no educar "ni en la represión ni en la disociación". A su juicio, el libro expone a los adolescentes a situaciones de angustia, que posiblemente los llevarán a reprimirse a futuro por las apologías que, dice, hace el escrito respecto de formas de práctica sexual.

A modo de ejemplo, el profesional cita algunas respuestas del libro: "La masturbación baja el estrés", "el orgasmo es saludable, es como hacer deporte. Te permite dormir y relajarte mucho mejor", "el semen mejora el cutis y además tiene vitaminas y calcio", "el sexo oral puede ser muy placentero", "el sexo anal no embaraza".

"Estas son todas afirmaciones que si uno las mira en un sentido desligado son ciertas, pero están metidas en un contexto donde el adolescente las va a mirar como una valoración de esas actividades", advierte.

Tras conocer reacciones ante la publicación, Carolina Tohá planteó que "los jóvenes tienen derecho a encontrar respuestas en vez de escuchar silencios, censura, ninguneo u horror que manifiestan algunas voces insólitamente en el año 2016".

¿Coincide con ese comentario?
—Carolina Tohá es la representante de la otra cara de la moneda de la represión producto de la Iglesia Católica, pero no vamos a resolver esto yéndonos al otro extremo.

¿Cuáles son las consecuencias que podrían tener los adolescentes a futuro luego de leer este libro?
—Es una profundización de la disociación entre lo afectivo y lo sexual. La sexualidad se va considerando como una práctica de descarga y de placer. No al servicio de la construcción de una relación amorosa. Eso es un papel marginal, y segundo se expone a que tenga malas experiencias y al tener malas experiencias, se angustie frente a ciertas prácticas sexuales y en la vida adulta tenga una peor sexualidad. En la vida adulta, esto promueve la infidelidad y la represión, y la incapacidad de construir, a través del sexo, una buena vida afectiva

¿Cómo se podría haber hecho este programa, entonces?
—Yo puedo decir lo que nosotros hemos hecho: un programa de educación en el que participan los padres, los profesores de los establecimientos educacionales y se trabaja en la formación de los niños con 30 talleres por nivel desde prekínder hasta cuarto medio, pero hechos ad hoc a cada edad, desde el niño de 4 años hasta el adolescente de 18 años, diferenciado. Teniendo presentes los objetivos que son prevenir las enfermedades de transmisión sexual, los embarazos, criar un hijo que en definitiva tenga mucha salud mental, sea muy atractivo y tenga una muy buena vida sexual cuando adulto.

¿Fue un error apuntar el texto a adolescentes de entre 14 y 18 años?
—Eso es un error, pero no es solo un error, pues es una concepción que se refleja absolutamente distorsionada.

En el libro, una de las preguntas se refiere a si una niña de 6 u 8 años puede quedar embarazada. La respuesta no menciona que a esa edad no es adecuado tener relaciones sexuales. ¿Qué opinión le merece?
—Es el lenguaje comunicativo donde se acentúan ciertas cosas y se omiten otras; por tanto, el mensaje es muy peligroso. Porque se habla de tener relaciones sexuales entre los seis y los ocho años. Se habla de que la edad no importa. Se habla de que se puede tener relaciones entre varios, pero la verdad es que no se está apuntando a los efectos psicológicos que esto tiene, porque hay una ignorancia total sobre eso

¿Está bien que los adolescentes hayan participado en el comité editorial seleccionando preguntas?
—Ellos pueden plantear todas sus inquietudes y a mí me parece importante que participen, como también es importante que estén presentes los padres y apoderados, que no sé por qué los dejaron fuera. Justamente el equipo de expertos que condujo esto debería haber ponderado cuáles son los temas y las intervenciones de todos los actores en la producción de este libro, pero no se hizo.

¿Qué opina que el Ministerio de Salud haya valorado el libro?
—Ignorancia. El Ministerio de Salud no sabe lo que es el desarrollo, lo que es la psicopedagogía. No tiene presencia ni entiende qué es la integración de la afectividad a la sexualidad. El Minsal está viendo si esto ayuda al tema de las enfermedades sexuales, cosa que yo me temo que no ayude. Yo creo que esto incluso no mejora los índices. Y de hecho, en ninguna parte del mundo este tipo de intervenciones ha mejorado los índices de embarazo o las enfermedades de transmisión sexual.

¿Qué le parecen las imágenes del libro?
—Para un adolescente de 18 años no tienen ninguna importancia. Para un púber de 10 u 11 años pueden tener un cierto impacto, pero la verdad es que no considero que eso sea lo más relevante. El tema es el contenido, la forma en que se desarrolla el contenido, la secuencia en que se desarrolla el libro, los énfasis que tiene.

¿Cómo aconsejaría informarse respecto de estos temas?
—Yo evitaría que los niños y adolescentes, a quienes está destinado este libro, lo tengan como un instrumento para aprender sexualidad. Me parece que es distorsionante.

¿De qué manera explica que profesionales, incluso colegas suyos, hayan elaborado esas respuestas que critica?
—Eso es lo que yo llamo el conocimiento a medias. Una cosa es conocer las cosas a medias y otra es conocerlas en profundidad. Estamos en una cultura donde desgraciadamente a través de procedimientos se enfrentan a distintas realidades con conocimientos a medias que son tremendamente nocivos. Sabemos que hay temas importantes de abordar, pero que son muy complejos y que requerirían un abordaje muy complejo, pero saltan a veces algunos iluminados con posturas simplistas y construyen respuestas que son, la verdad, bastante estúpidas.

¿Y cómo evalúa las preguntas?
—Las respuestas son realmente aberrantes. O sea, los niños tienen el derecho a hacerse todas las preguntas que quieran, pero los adultos somos responsables de darles una respuesta adecuada. Adecuada al momento de su desarrollo, adecuada en su contenido, en su forma, mirando el objetivo de una integración de la afectividad con la sexualidad, para que podamos tener jóvenes sanos el día de mañana.
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