Este es el rostro de la víctima del crimen de Arica según una proyección realizada por la PDI. Cualquier dato sobre la identidad del NN puede enviarla a revistaelsabado@mercurio.cl
El Mercurio
SANTIAGO.- "La única (ejecución en que participé) fue la del homosexual". Con esa frase, dicha por equivocación por un ex funcionario de la Armada mientras era interrogado por otro caso, la policía se enteró de un crimen del que hasta entonces no había ningún registro ni denuncia, y que resultó ser el único en que agentes del Estado asesinaron a una persona por su orientación sexual durante la dictadura.
El hecho, que es relatado por la
Revista Sábado en su edición de hoy, ocurrió en Arica en 1975, cuando un conscripto fue sorprendido junto a otro hombre, un civil, en los faldeos del Morro. El soldado fue dado inmediatamente de baja y el otro individuo fue llevado a un cuartel del Cire –grupo de inteligencia que operaba en la zona–, donde un capitán dio la orden de ejecutarlo.
Primero lo obligaron a escribir una carta a su familia diciéndoles que era homosexual y que se iría a Perú. Luego, durante la noche, lo trasladaron en un vehículo a las afueras de Arica, le subieron un cerro, y dos funcionarios de la marina le dispararon en el cráneo. Luego otros miembros del Cire lo arrojaron a un hoyo de unos 20 metros.
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Nunca nadie hizo una denuncia por la desaparición del hombre. Sólo 35 años después, en marzo de 2010, la policía se enteró del hecho de boca de uno de los propios marinos, Bernabé Vega, quien lo confesó por error.
Esa confesión fue el punto de partida de una difícil investigación a cargo de los detectives Enrique Guzmán y Rosa Otárola, la que se extendió por casi cinco años.
Bernabé Vega ratificó su declaración ante la jueza y detalló a los policías el sector donde había sido la ejecución. Tras dos meses de búsqueda se encontró el cadáver.
¿Quién era la víctima?
La policía tenía el cuerpo e identificados a los autores del crimen. Pero no sabía quién era la víctima ni tenía ninguna pista sobre su identidad. El análisis del esqueleto que hizo el Servicio Médico Legal permitió determinar que la víctima tenía entre 30 y 45 años, una estatura entre 1,63 y 1,69 e indicios de haber realizado actividades de alto requerimiento físico.
A partir del cráneo se reconstruyó de cómo sería el rostro del hombre. La imagen final –que fue aprobada por Vega– se publicó durante tres días en dos diarios con la esperanza de que alguien lo reconociera. Pero no recibieron nada.
La Corte de Arica resolvió que, aunque no había una motivación política, sí era un crimen de lesa humanidad, por haber afectado a un miembro de una minoría –en este caso sexual–, en el contexto de represión contra civiles. No hay precedentes en la justicia chilena de una decisión así. Ambos marinos fueron condenados a cuatro años de presidio.
El caso está archivado a la espera de que alguien, por casualidad, pueda identificar a la víctima. "Siempre he pensado que si más gente viera la foto, algo podría pasar. Quizás la publicamos poco tiempo y no toda la gente compra el diario. Es insólito haber solucionado el crimen y no saber quién es. No se cierra todo el ciclo", dice la detective Otárola.