La Presidente inauguró la plaza en Ginebra.
Felipe Vargas
GINEBRA.- La primera estrofa de "Gracias a la Vida", quizás el himno más relevante de su extenso recorrido musical, fue la que quedó grabada en la placa conmemorativa que esta tarde develó la Presidenta Michelle Bachelet en Ginebra, en medio de la conmemoración del centenario del natalicio de Violeta Parra, quien residió en esta ciudad suiza a partir de 1960.
Durante la ceremonia realizada en el Colegio Voltaire, a solo pasos del lugar en el que la reconocida artista vivió junto al suizo Gilbert Favre y desde donde impulsó su multifacetica carrera en Francia y Europa, la Mandataria agradeció a las autoridades locales y sus habitantes "por la decisión de recordar a una de las chilenas más ilustres, intensas, creativas y destacadas de nuestra historia".
Bachelet recordó que en una entrevista de la época, Parra dijo que "poquito a poco encontré la forma de decir algo con este yute grueso y estas lanas de colores: me permiten contar las leyendas de mi país, su folklor, sus mitos, y decir lo que tengo en mi corazón” (...) cuánto tenía que decir Violeta Parra, cuánto tenía en su corazón, que dejó en sus arpilleras, en sus cerámicas, en sus pinturas, en sus canciones".
"Y es que las letras de sus canciones y su autobiografía en versos chilenos –sus inimitables décimas– captan de manera impresionante quiénes somos los habitantes de ese país que, como ella cantó, “limita al centro con la injusticia”, enfatizó la jefa de Estado.
A juicio de Bachelet, Violeta "en sus palabras y en su obra plástica encontramos el carácter íntimo de un pueblo, con sus desgarros, sus contradicciones y sus alegrías. Nadie lo ha expresado mejor que ella: “He buscado el folclor chileno en cada rincón del campo, de los pueblos, de las montañas; he grabado cerca de doscientos cantos".
"Violeta, que a duras penas terminó la enseñanza formal, que se ganó la vida cantando desde muy temprana edad, hija de una costurera y un profesor primario, supo rescatar la sabiduría y la potencia de un Chile rural que comenzaba a desaparecer. Supo conectarse con las luchas de las multitudes que luchaban por una vida mejor, por romper las exclusiones de una sociedad cerrada y discriminadora" añadió la gobernante.
Finalmente, destacó que "supo también llevar su canto y su arte por el mundo. Sabía que su creación no interpelaba sólo a Chile y los chilenos, sino que tenía alcance universal. Ysu paso dejó huella, acá quedó el recuerdo de “su verbo que evoca su actitud salvaje”. Acá, por fin, queda la placa que vamos a descubrir hoy, una flor más en esta primavera, que resalta la presencia de esta chilena que interpretó el alma de su pueblo y que vino a Europa a decir lo que estaba en su corazón".
