"Es posible hacer cárceles estrictas, severas, a las que los acusados y condenados teman ir, a las cuales no quieran ir, hagan lo posible por eludir ir y que impidan que sigan delinquiendo desde ellas. Cárceles severas para los cabecillas del crimen organizado, no para cualquier imputado".
Esto fue lo que planteó el fiscal nacional, Ángel Valencia durante su primera cuenta pública como una de las medidas para combatir la crisis de seguridad y el crimen organizado que afecta al país, y que se ha convertido, en sus palabras, "en una grave amenaza para nuestra sociedad". En esa línea, aseguró que es necesario "hacer cambios profundos".
La creación de una
cárcel de máxima seguridad para los líderes de este tipo de bandas delictuales es una iniciativa que ya está en evaluación por parte del Gobierno. Así lo confirmó hace unos días el subsecretario de Justicia,
Jaime Gajardo, quien detalló que la idea de construir un nuevo recinto de este tipo se debe a la situación actual del sistema penitenciario -el que mantiene la misma capacidad desde el 2012- y al cambio en el tipo de personas que se encuentran privadas de libertad.
"Tenemos presencia de crimen organizado al interior de los establecimientos penitenciarios, y para ello, se requiere tener una infraestructura que nos permita separar adecuadamente a esas personas (...) Tenemos una situación penitenciaria que ha cambiado muy radicalmente en los últimos años, y por lo mismo, estamos proyectando la construcción de más módulos de alta seguridad, pero también estamos evaluando la construcción de otra cárcel de máxima seguridad que nos permita tener ahí, de forma debidamente aislada y segregada, a los líderes de las bandas criminales", señaló Gajardo.
Al respecto, el ministro de Justicia, Luis Cordero, reconoció la situación que se registra en las cárceles, pero aclaró que "construir una cárcel no es llegar y como invitar a alguien a una actividad pura y simple, esto no es como llegar y construir con legos".
"Nadie quiere una cárcel cerca y por lo mismo dentro de los 31 proyectos de ley priorizados en materia de seguridad hay uno que está enfocado a tratar de simplificar los tramites que permitan la construcción y desarrollo de cárceles", explicó. "¿Es necesario avanzar en módulos de máxima y alta seguridad? Es correcto, ¿se están contemplando para los proyectos que se están activando a partir de ahora? Sí, ¿Dónde? Eso forma parte de las decisiones estratégicas que se están discutiendo al interior del Ejecutivo", afirmó.
Ante este escenario, Valencia enfatizó que es necesario "hacer más" y para eso se deben considerar modelos aplicados con éxito en otros países, refiriéndose al sistema penitenciario italiano y a su metodología para disminuir los índices de criminalidad organizada. "Es importante mirar la experiencia italiana, los italianos optimizaron su esfuerzo para combatir el crimen organizado, crearon nuevas cárceles respetando los estándares europeos en materia de Derechos Humanos", aseguró el fiscal nacional.
¿Cómo es el régimen de "cárcel dura" en Italia?
Desde la década del 80, Italia cuenta con un régimen penitenciario denominado 41 Bis, el que consiste en un férreo aislamiento de los líderes de bandas criminales. El cuestionado sistema fue aplicado para los más reconocidos jefes de la mafia italiana y con el pasar de los años sus bases se han ido modificando. En 2002, se adecuó a las exigencias de la Corte Constitucional Italiana y la Corte Europea de Derechos Humanos, entidad que aprobó este especial régimen.
Coloquialmente conocido como "
cárcel dura", este régimen fue creado para los delitos más graves, siendo su objetivo principal aislar a los líderes de estas bandas -al "capo"- para impedir que siga organizando delitos desde el interior del recinto.
¿Cómo vive el reo bajo este sistema? El detenido se encuentra en una celda individual sin contacto con el resto de los presos, tampoco tiene acceso a zonas comunes. En algunos casos, pueden permanecer en los patios durante dos horas diarias y se le permite interactuar con grupos de máximo cuatro reos.
Además, es sometido a vigilancia continua, a cargo de agentes policiales, quienes tampoco pueden mantener contacto con otros funcionarios de la cárcel. Sólo una vez al mes el detenido puede recibir visita de familiares, la que se realiza con una mampara blindada sin ninguna posibilidad de contacto físico. También se controla toda su correspondencia y no tiene acceso a libros ni revistas.
Ante las críticas que ha recibido el sistema por su carácter "inhumano", según algunos expertos, el ministro de Justicia italiano, Carlo Nordio, ha señalado que es "impensable que se cambien las condiciones de detención (...) Si lo hacemos podremos encontrarnos en las calles con cientos de mafiosos actuando de la misma manera".
