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Exconvencional Rodrigo Álvarez: "Comparar este proceso con el anterior es absolutamente injusto"

El abogado recalca las diferencias con el debate de la Convención, afirma que el texto que se trabaja “es acorde con nuestra historia, con nuestra realidad política y social” y postula que hay que esperar el texto final para tomar una decisión de cara al plebiscito.

22 de Septiembre de 2023 | 07:54 | Nadia Cabello F., Crónica Constitucional
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El ex convencional Rodrigo Álvarez.

El Mercurio (archivo)
El exconvencional de la UDI Rodrigo Álvarez lleva la cuenta exacta de cuántos días quedan para el plebiscito del 17 de diciembre. “Son 86, contando desde cuando esta entrevista se publique. Es muy poco”, comenta.

El abogado y académico de Derecho no solo conoció desde dentro la Convención, sino también sigue atento el actual debate constitucional, en el cual ha colaborado con consejeros de la UDI y del Partido Republicano. Desde esa mirada, recalca las diferencias entre ambos procesos y descarta cuestionamientos que ha hecho la izquierda en esta discusión.

—¿Ha desvirtuado el Consejo, como han dicho algunos sectores de izquierda, los consensos alcanzados en el texto de la Comisión Experta?

—No creo que se haya desvirtuado y parto del escenario que la composición de esa Comisión numéricamente responde a la actual integración del Congreso, mientras la del Consejo responde a la segunda votación más alta de la historia de Chile y, por tanto, es evidente que hay diferencias. El Consejo estaba diseñado para perfeccionar el texto de la Comisión Experta, entonces, hubo acuerdos, pero lo lógico es que a partir de ese acuerdo se buscara el perfeccionamiento a través de enmiendas, tanto por parte de la izquierda como de la centroderecha en el Consejo. Y creo que además hay una visión política: el Consejo terminó teniendo una mayoría probablemente diferente a la que la izquierda habría querido.

—Cuando se discutía el Acuerdo por Chile, la izquierda se oponía a que un grupo de expertos redactara un anteproyecto...

—Parte importante de la izquierda siempre se opuso a la existencia de comités de expertos. Se ha opuesto a ello en otros momentos de nuestra historia, se oponía acá y decía que todo tenía que ser fruto del voto ciudadano. Lo que pasa es que cuando la ciudadanía le produce una derrota tan gigantesca como la del 7 de mayo, cambian el discurso y empiezan a decir que acá lo importante es solamente la voz de los expertos.

—Su sector en la Convención decía que la mayoría de izquierda había pasado máquina. Esa frase se ha escuchado ahora en sentido contrario. ¿Está pasando la aplanadora la derecha en el Consejo?

—No es así. Y hay un detalle esencial: la izquierda dijo que iba a hacer eso, importantes convencionales, algunos de ellos con las más grandes mayorías, dijeron que no iban a incluir la opinión de la centroderecha. La izquierda tenía los votos para aprobar el texto y los usó. En el actual proceso, además de que en forma es radicalmente distinto, no hay ningún grupo que tenga los votos suficientes para aprobar una norma, por lo tanto, muchas votaciones han sido cruzadas, incluso cercanas a importantísimas mayorías y hasta unanimidad. Yo creo que hubo un espíritu en las comisiones y la sala de buscar acuerdos, hubo enmiendas de unidad de propósito. Y en un momento dado tiene que expresarse, por supuesto, la votación democrática en materias en que pensamos distinto. Acá también hay, y nunca hay que olvidarlo, un seguro final que es la votación de los chilenos, que se va a hacer en apenas 86 días más.

—A la derecha se le acusa de impulsar enmiendas identitarias, que era algo que también se decía de la izquierda en la Convención...

—Yo creo que es necesario decir que los dos procesos son absoluta y totalmente distintos. El proceso de la Convención era desmedido, irresponsable en muchas de sus propuestas, profundamente ignorante en otras y claramente identitario, por eso teníamos 13 eventuales sistemas de justicia, 112 derechos, una reforma absoluta en el sistema político y regional del país, teníamos el reconocimiento de naciones (...). Comparar este proceso con el anterior es absolutamente injusto.

Creo que la mayor parte de las normas que se han presentado acá no son identitarias. Yo discrepo de algunas, habría votado en contra de la del rodeo que fue rechazada, pero no califico buena parte de lo planteado acá como identitario. Basta un pequeño análisis de este texto y del que fue rechazado mayoritariamente por los chilenos el 4 de septiembre para darse cuenta que es muy distinto. Otra cosa es que te pueden gustar o no las normas.

—¿Cuáles serían, a su juicio, las mayores diferencias entre lo que propone el Consejo y la propuesta de la Convención?

—Hay una primera diferencia general: la Convención tuvo la irresponsabilidad de pretender construir algo desde una página en blanco, esta propuesta no. Con la contribución de los expertos, con los bordes constitucionales, con la historia de Chile, busca un texto más relacionado con nuestro propio pasado, con el derecho, con la experiencia comparada. Ahora, si me pide tres grandes diferencias, uno: es evidente la absoluta hiperinflación de derechos que tenía la propuesta de la Convención; dos, el modelo de Estado es realmente diferente, sobre todo en lo relacionado con la existencia de varias naciones y todas las consecuencias que eso traía desde el punto de vista de la organización territorial. Tercero, una visión del funcionamiento del sistema político muy distinto, hay que recordar que la anterior eliminaba una institución bicentenaria como el Senado (...). En la propuesta actual estamos viendo un modelo mucho más acorde con nuestra historia, con nuestra realidad política y social, y también con la experiencia comparada.

—El exconvencional Marcos Barraza (PC) publicó este miércoles en X: “Chile no puede tener una Constitución talibana”. ¿Qué le parecen esas palabras?

—Le diría a Marcos, con todo respeto, que estoy totalmente de acuerdo con él, pero ojalá él hubiera cumplido esas mismas palabras en la Constitución que lideró hace un año. Si hay una Constitución talibana en la historia, yo creo que de Chile y probablemente una de las más talibanas del mundo, es la de la Convención. Y por eso más de siete millones de chilenos la rechazaron el 4 de septiembre. Y quiero insistir en este punto: nunca tantos chilenos se pusieron de acuerdo en algo como para rechazar esa propuesta, precisamente porque era desmedida, excesiva, radical.

—Cuatro consejeros de Chile Vamos votaron en contra de que “todo ser humano es persona”. ¿Qué señal cree que quisieron entregar?

—Me da la impresión que fue una decisión, como lo ha ido mostrando la prensa, más de estrategia política que yo no comparto en esa materia, pero creo que en alguna medida las votaciones posteriores sirven para ir superando las discusiones que se pueden haber producido el viernes pasado.

—El consejero Edmundo Eluchans (UDI) ha reiterado que no van a ser vagón de cola del Partido Republicano. ¿Se corría el riesgo de verse así?

—No creo que sea así. El 83% de la bancada de la UDI y dos tercios de los representantes de Chile Vamos estuvieron dispuestos a aprobar esa enmienda de unidad de propósito que había sido redactada entre todos. Por supuesto, creo que ningún partido es el vagón de cola de otro. No creo que ni la actitud de republicanos ni la de Chile Vamos sea estar mirando si uno es vagón de cola o el otro, sino que yo aspiro a que todos los representantes de la centroderecha logren sacar adelante un texto razonable, sensato y correcto para la mayoría de los chilenos. Es tan importante la aprobación del texto constitucional que me interesan menos las diferencias entre los distintos partidos y más la búsqueda de un texto razonable y sensato para el país.

—¿Qué es para usted un texto sensato y razonable?

—Primero, que sea un texto adecuado con nuestra historia, con nuestro modelo jurídico, con nuestro modelo social y que al mismo tiempo responda a las necesidades del país. Segundo, que sea validado por una mayoría importante de los chilenos, no por unanimidad, porque eso va a ser imposible, pero que sea satisfactorio para un grupo relevante de chilenos. Tercero, yo creo que es muy importante un texto concreto y menor en su extensión a lo que se pretendió el año pasado y lo que se ha pretendido en este.

—Se han propuesto y aprobado enmiendas que algunos constitucionalistas han dicho que debiesen ser materia de ley como algunas normas de migración, seguridad. ¿Debiesen estar esos temas en la nueva Carta?

—Yo prefiero constituciones más breves y concretas, creo que eso nos permite una mayor capacidad de acuerdo. Es evidente que hay algunas normas que están en ese delicado límite de si son constitucionales o materia de ley. Ahí creo que hay algunas que responden a una necesidad política. Pongo dos ejemplos: en la Constitución del 80 las claras normas de independencia y responsabilidad fiscal, por una parte, y de derecho de propiedad, por otra, respondían a un país que tenía hiperinflación y que había jugado con la propiedad como un elemento de estrategia política. Era lógico responder a una realidad política con normas mucho más concretas. Lo mismo pasa acá. Yo creo que hay temas que tal vez no son usuales como migración y seguridad, pero las constituciones deben responder a la realidad política del momento o a las principales preocupaciones de la ciudadanía.

—¿Hay alguna propuesta del Consejo que le preocupe?

—Me preocupa la extensión en general, la redacción de algunas normas. Me preocupa, por ejemplo, cuando se incluyen principios en determinadas materias o cuando se aluden a instituciones que son menos conocidas en nuestra tradición jurídica, pero creo que es un poquito inconducente todavía apuntar con el dedo. Quedan etapas: la revisión de la Comisión Experta, el regreso al Consejo, eventualmente una comisión mixta. Creo que lo justo es tomar ahí nuestra decisión sobre si el texto nos satisface para darle la aprobación en diciembre.

—La consejera Jocelyn Ormeño (ind. PS) afirmó: “Con esta arremetida republicana, lo que está en riesgo aquí es la democracia, es la estabilidad, la libertad y el desarrollo de nuestro país”. ¿Ve riesgo para la democracia en algo que esté dentro del texto?

—No veo ninguno, al contrario, veía varios riesgos para la convivencia nacional y para un buen funcionamiento del sistema democrático en el texto que fue rechazado en septiembre del año pasado. Reitero: esperemos el texto definitivo para tener ese tipo de opiniones. Yo no veo restricciones a las libertades y, lo más importante, si las hubiera, no me cabe la menor duda que los chilenos reaccionaríamos en consecuencia en la votación de diciembre.

—Las encuestas han mostrado que la ciudadanía valoró las 12 bases, valoró enmiendas de la derecha, pero estando esos puntos en el texto crece la inclinación a votar “En contra”. ¿A qué lo atribuye?

—Son encuestas profundamente preocupantes y espero que las fuerzas políticas estén muy atentas a lo que les está diciendo la ciudadanía. Lo justo y adecuado en un proceso de etapas, que en el diseño teórico van perfeccionando el texto, es esperar la redacción final antes de tomar una posición y me parece que el mensaje debe ser ese. Ahora, creo que es importante entender el profundo cansancio de la ciudadanía sobre el tema constitucional y por eso es tan grave la irresponsabilidad en el proceso anterior, porque yo creo que no solamente se perdió una oportunidad gigantesca, sino que al mismo tiempo hizo que la gente quedara agotada del debate constitucional (...).

—Pese a que las encuestas mostraban que crecía el Rechazo, en la Convención parecían no acusar recibo de esto. ¿No se estará cometiendo ahora el mismo error?

—Por eso lo primero que mencionaba es que las encuestas son muy preocupantes. Espero que ninguna fuerza política caiga en la falta de visión que tuvo la Convención anterior. ¿Cómo se puede corregir eso? Con gran esfuerzo explicativo y con una Constitución que sea adecuada para la expectativa de los chilenos. Eso no está garantizado, no. Es muy poco tiempo y yo creo que la única forma de revertir un resultado es con una propuesta correcta y bien explicada en los próximos días.

—¿Pero cree que se puede revertir?

—Estoy convencido de que un texto constitucional es tan importante que hay que esperar su redacción final antes de decidir el voto. Si ese texto es correcto, hay que hacer todos los esfuerzos por su aprobación y creo que se puede, pero va a ser muy difícil porque quedan muy pocos días para eso.

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