El 31 de mayo de 2006, un grupo de escolares de la Asamblea Coordinadora de Estudiantes Secundarios se reunió con el entonces ministro de Educación, Martin Zilic, en el Centro Patrimonial Recoleta Dominica. Y luego de que tras siete horas los menores anunciaran que mantenían el "paro nacional" que generaba problemas al Gobierno, esa misma jornada la Presidenta Michelle Bachelet anunció, en cadena nacional, una cartera de medidas que marcarían el comienzo del fin de la denominada "revolución pingüina". Han pasado más de 18 años desde aquellas protestas y cuando hoy se les pregunta a ex líderes del movimiento sobre la política estudiantil en la actualidad, concuerdan en que "ahora la cosa es distinta a nuestra época". Uno de ellos es Max Mellado, periodista, exdirigente escolar del Liceo Manuel Barros Borgoño y una de las caras más visibles de las conversaciones y negociaciones que mantenían los dirigentes estudiantiles con las autoridades de la época y que terminaron en cambios al sistema educativo. "En aquel momento (2006) había mucho mayor respeto por la autoridad pública, mucho más respeto por la democracia, porque con quien nos sentábamos a tener un diálogo eran autoridades elegidas por todos los chilenos. Creo que eso se ha perdido, siento que los movimientos más actuales desconocen eso ( ... ). No está la necesidad de ir en búsqueda de acuerdo, sino que más bien de desestabilizar el sistema", reflexiona. Ya en 2008, se cruzaría un límite, con el hito clave del caso de la alumna María Música Sepúlveda, entonces de 14 años, quien arrojó un jarro con agua a la ministra de Educación de la época, Mónica Jiménez, hoy fallecida. Esa acción causó un rechazo generalizado.