Hace varios años que el "wokismo" se ha instalado en los debates filosóficos, sociales y políticos, sin embargo, con el paso del tiempo, algunas dimensiones de este concepto -amplio e intrincado- que han ido mutando o siendo reinterpretadas, especialmente en sectores de derecha, y ese debate también está presente en Chile.
El término "woke", alude en su forma más literal a "despertar", en rigor, a "despierto". Tomó fuerza en Estados Unidos, utilizándolo para referirse a aquellos grupos que estarían más conscientes de problemas sociales y políticos, especialmente asociados a identidades particulares construidas en base a la raza, género y sexualidad, entre otras "ideas progresistas".
Fue la izquierda el sector que tomó esta idea, causa, forma de pensar, para agudizar conflictos políticos y otros, pero desde el terreno cultural. De ahí que surgen movimientos sociales relacionadas con la
igualdad de género, legalización del aborto, el feminismo versus el machismo, y un largo etcétera.
El término está inserto en la denominada "batalla cultural", donde sectores de derecha e izquierda se enfrentan ante las ideas, políticas y causas del "bando contrario".
Por cierto, en esa pugna, la derecha tomó el wokismo como una forma de enfrentar a los sectores de izquierdas que enarbolan estas banderas de quienes advierten, alertan y luchan con la dialéctica del "opresor" versus "oprimido".
Líderes mundiales como Donald Trump, en Estados Unidos, o Javier Milei, en Argentina, se han convertido en voces contra el wokismo, instalando un severo discurso peyorativo hacia esta "ideología". Para sectores de derecha, ser "woke" es alguien que se cree moralmente superior, que buscan "imponer" ideas -de ahí que la derecha libertaria y otras situadas en los extremos los rechace-, y acusan que viven de la "cultura de la cancelación".
Kast, y Kaiser y los cuestionamientos a Chile Vamos
En Chile, el candidato presidencial José Antonio Kast ha resultado particularmente asiduo a usar el término de forma peyorativa, incluso apuntando al Presidente Gabriel Boric como "woke".
El pasado 23 de enero, en su primero discurso de su tercer intento por llegar a La Moneda, sostuvo que "vamos a quitar la cultura woke (progresista)", en un claro intento por instalar este debate en la carrera presidencial.
"En Chile se va a saber muy bien lo que son los woke. Hace un tiempo no se sabía. Vamos a quitar el identitarismo divisorio y el lucro disfrazado de ambientalismo (...) Les vamos a quitar esa parte de los derechos humanos que ellos usan para el pretexto de la impunidad al abuso y a la irresponsabilidad", puntualizó el candidato.
Por su parte, Johannes Kaiser, uno de los "líderes" de la carrera presidencial de acuerdo a las menciones espontáneas que muestran las encuestas, también ha aludido a una idea "anti-woke" en sus declaraciones.
A mediados de enero, en entrevista con Tolerancia Cero, se le consultó si Evópoli era, a su juicio, de derecha. "Yo creo que Evópoli es una organización política que no tiene una definición política. ¿Qué significa ser de derecha?, ¿quieren más Estado o menos Estado? Yo creo que en esa materia Evópoli probablemente sea de derecha; si lo ve del punto de vista cultural, probablemente sea más de izquierda".
A juicio de Kaiser, Evópoli no es una "derecha liberal", porque "no existe el liberalismo cuando usted obliga a la gente a hablar de una manera determinada; por ejemplo, la ley de género, que la apoyaron desde Evópoli también. La ley de género obliga a las personas a asumir como verdad la autopercepción de otras personas, y eso es por ley, no es un tema de cortesía. Eso no es liberal".
Chile Vamos, por su parte, ha sido blanco de críticas en los últimos meses, especialmente por llegar a acuerdo con el Gobierno por la reforma previsional. El propio Kast arremetió contra ese sector por pactar con la izquierda en esta materia. En su discurso del 23 de enero, acusó que "en los últimos gobiernos, incluidos los que tenían inclinaciones supuestamente responsables, no tuvieron la valentía de hacer las transformaciones profundas para modernizar el Estado".
Y añadió: "peor aún, aceptaron de manera cómplice que mas reformas fruto de malos acuerdos fueran destruyendo nuestras instituciones y socavando las bases sólidas del progreso en Chile".
¿Un "wokismo de derecha"?
La idea de la "derecha cobarde" fue recogida esta semana por Carlos Peña en una columna en Reportajes de El Mercurio, donde apunta a que "es raro esto de adjetivar de 'cobarde' a un punto de vista", y que se trata de una expresión que "no es más que una forma de cancelación, o se se prefiere, una manera de excluir ciertos puntos de vista -y por extensión a quienes los suscriben o sostienen- del debate público, por la vía de intimidarlos o etiquetarlos".
"En la derecha está pasando lo mismo, pero en otro registro. Hoy hay gente de derecha que se permite comportarse en política de cualquier forma, empleando cualquier lenguaje con extrema permisividad (...) para, acto seguido, anatemizar y llamar cobarde a quien no piensa como ellos o no sostiene el radicalismo que pregonan".
Carlos Peña, rector UDP
"La derecha cobarde estaría compuesta por un grupo de personas que vocean con timidez lo que creen o lo callan cuando el adversario eleva la voz o lo abandonan cuando sostenerlo amenaza conflicto, apresurándose a hacer acuerdos", añade.
Peña trae al debate el "síntoma de la izquierda generacional" y su "ética inquisitorial", como "una forma de decadencia que ha logrado permear también a ciertos grupos de derecha que ahora trazan líneas invisibles de lo que puede ser dicho o pensado si se quiere evitar el apelativo de cobarde. Esta forma de relacionarse en la esfera pública equivale, en su sentido cultural, al wokismo. El wokismo se caracteriza por enarbolar la permisividad, para luego transformarla en prohibición en casi todas las esferas".
"En la derecha está pasando lo mismo, pero en otro registro: hoy hay gente de derecha que se permite comportarse en política de cualquier forma, empleando cualquier lenguaje con extrema permisividad (es cosa de oír al Presidente Milei o a Trump y sus imitadores locales) para, acto seguido, anatemizar y llamar cobarde a quien no piensa como ellos o no sostiene el radicalismo que pregonan", comenta Peña.
"Una reacción" o lo "anti-woke"
En conversación con Emol, el director ejecutivo del IES, Claudio Alvarado, comenta que parecería más pertinente hablar de un "anti-wokismo", es decir, de "una reacción que, dependiendo del caso, puede reproducir algunos de los problemas que se critican a la agenda Woke. Por ejemplo, efectivamente hay algunos sectores o liderazgos del Partido Republicano -pero no sólo ellos- que han incurrido en prácticas políticas estridentes, antagonistas o que dificultan severamente el diálogo cívico".
"Efectivamente hay algunos sectores o liderazgos del Partido Republicano -pero no sólo ellos- que han incurrido en prácticas políticas estridentes, antagonistas o que dificultan severamente el diálogo cívico".
Claudio Alvarado, director del IES
"En cualquier caso, para analizar a cabalidad este tipo de fenómenos se requiere salir de las etiquetas y precisar con el mayor detalle posible qué es lo que se cuestiona, porque las etiquetas dan para todo y su excesivo también dificulta la conversación", comenta.
La palabra clave en el análisis de Alvarado es la "reacción". En términos más simples, las narrativas woke de la izquierda llevaron a que la cuerda se tensara desde el otro lado, con un surgimiento de ideologías de derechas más extremas; incluso, si se quiere ver en clave distinta a la política, con la desescalada de políticas "woke" en empresas que han eliminado sus programas de diversidad y género.
Recientemente, Trump, en su era 2,0, firmó una orden ejecutiva para "acabar con la ideología transgénero", e incluso, acusó sin entregar antecedentes que lo sustentaran, culpó a las políticas de diversidad, equidad e inclusión de la Administración Federal de Aviación del accidente aéreo del pasado miércoles en la noche, donde murieron 64 personas.
Para la filósofa y académica de la Usach, Diana Arenque, el concepto "woke" no le resulta cómodo en el contexto chileno, porque "es un concepto despectivo, y segundo, porque asume que lo que sucede en Chile es similar a lo que se vive en USA, lo que considero es tema en disputa".
"Pero sí con ello se alude a que la moralización y el 'buenismo' es asunto que también toca a la derecha, ello es indiscutible. Pero ello me parece que tiene que ver con la falta de competencias y de ocasiones para debatir y dialogar desde frentes opuestos, y con altura de miras. También con una emocionalidad exacerbada (por las redes sociales, plataformas digitales y oportunismos electorales) sobre asuntos en efecto controvertidos (valóricos o ideológicos) y que, a falta de autoridades morales, confunden al adversario de ideas en enemigo vital", precisó.
Eso sí, a juicio de la académica, hoy la nueva izquierda -con la que se piensa lo "woke"-, también ha entrado en un proceso de revisión de algunos de sus planteamientos, "precisamente porque en su afán de ponerse de lado de los oprimidos, vulnerados o maltratados de la historia (mujeres, indígenas, disidencias, etc.), y que es lo que moviliza históricamente a la izquierda, se empieza a reconocer paternalista, vengativa y supremacista".