Una serie de cuestionamientos acumula en el mundo de la astronomía, el megaproyecto INNA de Aes Andes, una iniciativa de hidrógeno verde que inició su tramitación ambiental el pasado 20 de diciembre.
La empresa busca su instalación en Taltal, en la Región de Antofagasta, y la molestia radica en que estará muy cerca del Observatorio Paranal y del futuro conjunto de telescopios Cherenkov Telescope Array (CTA). De hecho, en 2018, cuando se firmó el acuerdo para la construcción del CTA, se destacaron las condiciones de observación prístinas de Chile.
"Dudo que otro país quiera venir a hacer una inversión de miles de millones de dólares o euros en Chile, cuando ya no se confía que el Estado proteja sus observatorios".
María Teresa Ruiz, Premio Nacional Ciencias Exactas 1997
Precisamente dichas condiciones son las que estarían en serio peligro, en caso de que se instale INNA en la zona, según reclaman los expertos. El pasado 27 de enero, un grupo de 39 premios nacionales y destacados miembros de la academia, enviaron una carta donde alertan por las consecuencias para la observación. Entre los firmantes está el Premio Nacional de Ciencias Naturales 2022, Sergio Lavandero, además de los astrónomos María Teresa Ruiz y José Maza.
"Este mega proyecto persigue desarrollar un complejo industrial a pocos kilómetros del Observatorio Paranal provocando impactos irreversibles en sus instalaciones y en la calidad del cielo nocturnos, incluyendo contaminación lumínica que afectará la sensibilidad de los telescopios; partículas en suspensión, provenientes de la construcción y operación, que degradarán la transparencia atmosférica y dañarán los instrumentos; y alteraciones atmosféricas causadas por la turbulencia de aerogeneradores, comprometiendo la estabilidad del aire, esencial para observaciones de alta precisión", señalan en la carta.
Es más, los científicos aseguran que "estas nuevas condiciones suponen la clausura de la ventana única que tiene la humanidad desde Chile, y dejaría al país como un anfitrión poco confiable al no cumplir con sus tratados".
Según sinceró María Teresa Ruiz, le hubiera gustado que Chile "hubiera reaccionado inmediatamente diciendo que eso (proyecto INNA) no es posible, y no que hayamos tenido que salir los astrónomos, de dar a conocer el problema y conseguir el apoyo de todos los chilenos. El que esté eso ahí arruina la calidad del cielo, va a iluminar el cielo con luces artificiales y ya no va a ser el cielo más oscuro".
"Ese observatorio va a quedar ya no como el mejor del mundo, y los instrumentos que se están construyendo ahí y que se han construido ya no van a poder operar como se espera que lo hagan, y el futuro va a quedar comprometido; dudo que otro país quiera venir a hacer una inversión de miles de millones de dólares o euros en Chile, cuando ya no se confía que el Estado de Chile proteja sus observatorios", indicó.
El cambio de criterio del SEA
Ayer, el presidente de la Fundación Cielos de Chile, Guillermo Blanc, envió una carta a El Mercurio donde resalta el rol del Servicio de Evaluación Ambiental (SEA) en la polémica.
El investigador apunta a que hubo una interpretación errada en la resolución exenta, firmada en 2024 por la directora ejecutiva del SEA, Valentina Durán, en torno a los "Criterios para determinar la susceptibilidad de afectar áreas astronómicas".
El criterio indica que la luminosidad artificial de un proyecto puede afectar a un observatorio astronómico
si esta aumenta el brillo del cielo de dicho observatorio en un 10% por sobre el brillo natural. El documento justifica este criterio indicando que la Unión Astronómica Internacional (UAI) considera que por sobre este límite, el cielo se puede considerar contaminado para fines de observación astronómica.
"Lo anterior es un grave error de interpretación. Lo que UAI quiere indicar es que por sobre ese límite un sitio ya no es apto para hacer astronomía profesional. En la práctica, lo que hace el SEA es poner el umbral de afectación para un proyecto individual al mismo nivel del umbral de saturación de un contaminante", cuestiona Blanc.
A modo de ejemplo, planteó que lo anterior es equivalente a decir que un proyecto industrial en Santiago es "susceptible de afectar" la calidad de aire si por el solo hecho de operar, este generase una emergencia ambiental en la Región Metropolitana los 365 días del año, causando restricciones vehiculares y suspensiones de clases.
"El límite informado por el SEA a los mandantes de los proyectos que debe evaluar es ridículamente alto", añade el científico, junto con solicitar que el SEA retire el documento con urgencia y lo ponga en revisión.
SEA: Criterio tiene como fin "orientar"
Consultada por Emol, Francisca Del Fierro, directora ejecutiva (s) del Servicio de Evaluación Ambiental (SEA), se refirió a los reparos en torno al documento que fija los criterios para determinar la susceptibilidad de afectar áreas astronómicas, enfatizando que este sólo tiene el rol de orientar, pero que aún cuando se haga más estricto, no impediría que el proyecto INNA sea sometido a la Evaluación de Impacto Ambiental.
"Aún aplicando un criterio técnico más estricto de susceptibilidad de afectación, ello no sería impedimento para que el aludido proyecto se sometiera a la evaluación de impacto ambiental".
Francisca Del Fierro, directora (s) del SEA
"A propósito de la carta publicada en El Mercurio hoy (ayer) 4 de febrero, el rol del SEA es evaluar ambientalmente los proyectos que se presentan, de conformidad a los límites y condiciones que vienen establecidos en otra normativa. En efecto,
el Servicio es un organismo que ejecuta políticas públicas, pero que no las diseña ni las dicta", subrayó.
Sin perjuicio de ello, resaltó que "el SEA tiene la obligación de unificar criterios y dar certezas en el marco de lo que la política pública define, es decir, las definiciones técnicas del SEA, como las del aludido 'Criterio para determinar la susceptibilidad de afectar áreas astronómicas', que únicamente establece cuándo un proyecto debe ingresar como Estudio de Impacto Ambiental (EIA) o como Declaración de Impacto Ambiental (DIA)", acotó.
Es decir, el documento tiene como fin orientar a los titulares (del proyecto y evaluadores) en el análisis de susceptibilidad de afectación del objeto de protección que, en este caso, son las áreas con valor astronómico.
"En consecuencia, por esta vía (criterio técnico) no se puede, bajo ningún término, modificar la normativa aplicable a los proyectos, ni establecer prohibiciones de ingreso al SEIA (Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental), que no prevea la Ley", agregó.
Del Fierro precisó que "así, aún aplicando un criterio técnico más estricto de susceptibilidad de afectación, ello no sería impedimento para que el aludido proyecto se sometiera a la evaluación de impacto ambiental, sino que únicamente determinaría la forma de hacerlo, siendo esto mediante Estudio, lo que en los hechos ya ocurrió".
Ciencias: "Hay un trabajo en busca de soluciones"
El pasado 21 de enero, la ministra de Ciencias, Aisén Etcheverry, abordó los cuestionamientos en torno al proyecto INNA y en concreto, en torno a la controversia por la norma lumínica.
Según detalló, Chile hoy día es líder mundial en materia astronómica, "no solo por la calidad de sus cielos, sino por una política pública consistente a lo largo de los años, que ha permitido que estas inversiones gigantescas ocurran. Eso, sumado al 10% de tiempo de observación que se reserva para los investigadores chilenos, el esfuerzo que se ha hecho en el apoyo a las universidades y así sucesivamente".
"El trabajo que estamos haciendo es buscar las posibles soluciones que, desde lo técnico y también desde lo diplomático, permitan que estas dos actividades se realicen".
Aisén Etcheverry, ministra de Ciencias
"Una de esas piezas es un decreto, que se emitió durante esta administración, que lo que apunta es a proteger la oscuridad de los cielos. Es una norma lumínica que es única en el mundo, es efectivamente la norma más estricta en materia de contaminación lumínica. Esta vigente hace poco más de un año y ha sido celebrada por los mismos observatorios y por la comunidad internacional en su conjunto", aseguró.
En ese sentido, Etcheverry dijo que en el caso específico de este proyecto de energías renovables, coinciden dos situaciones excepcionales: "una, es que se trata de un proyecto de energías renovables que está muy cerca del observatorio, y dos, que el observatorio, en específico, es el más sensible a la contaminación lumínica".
"Por lo tanto, sus requerimientos de luminosidad son más bajos que incluso que esta norma que es la más estricta en el mundo. En ese contexto, se ha desarrollado un trabajo a nivel diplomático y a nivel técnico. Sesionó durante algunas semanas atrás un grupo de subsecretarios vinculados a esta materia, donde se ha mantenido una permanente conversación con los distintos actores, también los ministros nos hemos reunido para poder entender el desafío que representa desde lo técnico esta situación, también desde lo diplomático", afirmó.
Asimismo, destacó que "el trabajo que estamos haciendo es buscar las posibles soluciones que, desde lo técnico y también desde lo diplomático, permitan que estas dos actividades se realicen".
Con todo Etcheverry precisó que todavía queda "mucho trabajo técnico y modelamientos que hacer. Hay que entender el impacto específico que tienen las características del proyecto. Eso es un trabajo en curso".
"La disposición es a seguir trabajando con las partes para encontrar soluciones desde la técnica. Aquí hay distintas herramientas que se pueden utilizar de mitigación. Hemos aprendido mucho en el tiempo sobre cómo reducir la contaminación lumínica dependiendo del tipo de luces que se usan, pero también del tipo de cobertura que se le entrega a esas luces, y por lo tanto, hay un trabajo muy a conciencia que tiene que hacerse desde la ciencia para poder entender cuál es la mejor solución posible", zanjó.