El
24 de febrero de 2022,
tropas rusas invadieron territorio ucraniano, comenzando así una
escalada militar que evolucionó a una guerra de desgaste que aún continúa
y que ha transformado el paisaje geopolítico de la región.
Lo que se esperaba fuese una intervención rápida para conquistar territorios estratégicos se convirtió más bien en un escenario de combates intensos, muchísimos muertos y destrucción masiva de infraestructura.
Según las cifras más recientes de la ONU, aproximadamente 12.650 civiles han perdido la vida y más de 29.000 han resultado heridos desde el inicio de la guerra. Más del 80% de las víctimas fueron en áreas bajo control ucraniano, mientras que un 15% se registró en territorios ocupados por Rusia. La situación ha empeorado: en 2024, las bajas civiles aumentaron un 30% en comparación con 2023, debido a la intensificación de los combates en las líneas del frente.
El mismo organismo reporta que Ucrania enfrenta la peor crisis de desplazamiento de población en Europa desde la Segunda Guerra Mundial, con
más de diez millones de personas desplazadas, entre las que se incluyen 3,7 millones de desplazados internos.
Según las Fuerzas Armadas de Ucrania, Rusia ha sufrido la muerte de más de 850.000 soldados durante estos tres años de enfrentamiento. Por su parte, el Presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, cifra en 43.000 las bajas militares, que se suman a un total de 370.000 heridos, mientras que Moscú sostiene que las muertes ucranianas ascienden a un millón.
Además de redefinir el mapa territorial ucraniano, la guerra ha provocado un reajuste en las alianzas y la estrategia global. Mientras Ucrania lucha por mantener su soberanía y reconstruir su nación, Rusia ha intensificado sus ataques, combinando estrategias militares tradicionales con operaciones híbridas y el uso de nuevas tecnologías.
La respuesta internacional y las implicancias de EE.UU.
La respuesta internacional ha sido contundente desde el primer minuto, con Estados Unidos y la Unión Europea (UE) proporcionando asistencia militar y sancionando al Kremlin.
Desde que comenzó la invasión rusa, Estados Unidos ha invertido más de 90.000 millones de dólares en apoyo a Ucrania, de los cuales aproximadamente 46.300 millones han sido para ayuda militar. Por su parte, la Unión Europea ha comprometido más de 88.000 millones de euros, que incluyen apoyo militar, ayuda económica y humanitaria, además de fondos para la reconstrucción del país.
"De aquí a un par de meses y si no, una semana. A esto yo le veo fecha de expiración inmediata"
Richard Kouyoumdjian sobre el fin de la guerra
Sin embargo, las políticas de Donald Trump pueden cambiar el orden internacional y el rumbo que tome este conflicto en el futuro.
A medida que las tensiones persisten, la disparidad militar entre las partes y la gran dependencia de Estados Unidos y Europa por parte de Ucrania se hace cada vez más evidente.
Según el índice de poder militar de 'Global Fire Power', Rusia cuenta con casi un millón militares activos, además de poseer un arsenal nuclear de 6.000 armas. En contraste, Ucrania tiene solo 200.000 soldados activos y no posee armas nucleares.
Además, Corea del Norte ha apoyado a Rusia proporcionando municiones de artillería y misiles, incluidos sistemas Koksan M-1989 y misiles M-1991, sumado a los cerca de 12.000 soldados enviados.
Según Richard Kouyoumdjian, experto en defensa y seguridad nacional, y vicepresidente de AthenaLab, "Ucrania militarmente al lado de Rusia no es lo mismo, y , a la larga, si la economía rusa es capaz de sostener el esfuerzo bélico, va a terminar ganando. Y la única forma de poder equiparar eso es con mano de obra militar que pone el ucraniano, financiamiento y armas de Estados Unidos o Europa".
El giro diplomático: Trump y las conversaciones con Rusia
El pasado 12 de febrero , Trump habló tanto con Zelenski como con el Presidente ruso, Vladimir Putin, con la finalidad de concretar una negociación que ponga fin a la guerra.
Primero mantuvo una conversación telefónica con el líder ruso que se extendió por cerca de 90 minutos, en la cual discutieron el "gran beneficio que algún día obtendremos al trabajar juntos", coincidieron en la necesidad de poner fin al conflicto y expresaron su intención de visitar "la nación del otro".
Por el otro lado, Trump escribió en una declaración en Truth Social que la conversación con el jefe de estado ucraniano fue "muy bien" y dijo que es "hora de detener esta guerra ridícula, en la que ha habido una MUERTE y DESTRUCCIÓN masivas y totalmente innecesarias".
Luego, el 18 de febrero, los jefes diplomáticos de Washington y Moscú se reunieron en Riad, capital de Arabia Saudita, para conversar sobre el futuro de la guerra. Este encuentro fue visto por Europa como una señal de que Trump se alinea cada vez más a los intereses del Kremlin, los cuales difieren de los de la OTAN y Occidente.
Tras la cita, el Presidente ucraniano se mostró sorprendido al ser excluido de las conversaciones y aseguró que Trump "vive en un espacio de desinformación" creado por Rusia. Mientras, el mandatario norteamericano culpó a Ucrania por la guerra y calificó a Zelenski de "dictador".
Esta conducta responde a una estrategia característica del líder estadounidense, en la cual reconfigura la diplomacia internacional manteniendo relaciones bilaterales con otras naciones pasando por alto organismos internacionales que cumplen un rol de mediador como la ONU.
Respecto a esta estrategia, Kouyoumdjian señala que "el gran problema de la guerra en Ucrania hoy en día es, como yo diría, esta jugada que hizo Trump, de negociar directamente con Rusia una paz en Ucrania. Nosotros somos los que pagamos la fiesta y sin nosotros esta fiesta no continúa".
Alberto Rojas, director del Observatorio de Asuntos Internacionales de la Universidad Finis Terrae, complementa esta visión y asegura que Trump busca reafirmar la posición estadounidense como centro estratégico, relegando a aliados internacionales, al señalar que "ya durante su campaña presidencial, Trump dejó en claro que quería terminar rápido con la guerra en Ucrania. Pero no porque le importen las consecuencias de la invasión rusa, sino porque no quiere que Estados Unidos siga gastando millones de dólares en apoyo a Kiev".
Debilitamiento del multilateralismo
La priorización de las relaciones bilaterales por sobre la diplomacia tradicional por parte de Donald Trump, puede tener importantes implicancias en el orden global.
El analista internacional Guillermo Holzmann asegura que "el derecho internacional se debilita en términos de que no hay ningún tipo de organización, organismo internacional capaz de poder colocar fin a la guerra o establecer una tregua. No hay ninguna autoridad internacional dentro del sistema reconocido por todos que sea capaz de poder llevar una mesa de negociaciones a los beligerantes, y se establece, yo diría, una pugna, una confrontación permanente entre Estados Unidos, la OTAN, la Unión Europea contra Rusia".
Por su parte, Kouyoumdjian señala que el declive del multilateralismo ha dejado a las organizaciones internacionales en una posición marginal: "El mundo hace rato que dejó el multilateralismo. La única época en que ha funcionado es cuando se crean las Naciones Unidas, y después el rol que cumplieron las Naciones Unidas y todas las organizaciones multilaterales después de la caída de la Unión Soviética funcionaron porque no había una situación de guerra en lo global".
"Hoy en día no existen las leyes internacionales en la práctica. Entonces uno puede poner acuerdos, hacer organizaciones, pero las Naciones Unidas no tienen un ejército con el cual imponer su paz. Se requiere de los ejércitos de los países miembros", añade.
En este escenario, el rol de Europa se vuelve crítico. Kouyoumdjian considera que "si la Unión Europea no aumenta su presupuesto de defensa más allá del 2% del PIB, va a ser irrelevante. La OTAN sin Estados Unidos no tiene fuerza. Hoy en día, la potencia militar mundial es Estados Unidos, y Trump lo que está haciendo es cobrar eso".
El futuro de la guerra y la paz en Ucrania
Sobre la extensión de los enfrentamientos, Richard Kouyoumdjian asegura que, considerando la comunicación que ha llevado Estados Unidos y lo expresado por Trump en sus redes recientemente, el conflicto llegaría a su fin muy pronto: "De aquí a un par de meses y si no, una semana. A esto yo le veo fecha de expiración inmediata".
Por otro lado, las condiciones del fin de la guerra también son inciertas. Alberto Rojas advierte que un acuerdo desventajoso para Ucrania podría dejar el camino abierto para nuevos enfrentamientos.
"Hasta ahora solo hemos visto trascendidos y filtraciones que solo hablan de pérdidas para Ucrania, que fue el país invadido. Y no se ha escuchado ni una palabra del costo que Rusia debería pagar por haber iniciado la guerra o de la reconstrucción de Ucrania. Si la guerra termina con un mal acuerdo, en el que no haya devolución de territorios a Ucrania ni indemnizaciones ni garantías reales de que Ucrania no volverá a ser atacada por Rusia, entonces eso será -probablemente- el preámbulo para una nueva guerra", concluyó Rojas.
Desde que Ucrania obtuvo su independencia en 1991, su población ha experimentado una significativa caída poblacional, pasando de 52 millones de habitantes a 32 millones en 2024, disminución impulsada por factores como la migración y el impacto de la guerra.
Según estimaciones del Instituto de Demografía y Calidad de Vida Social de la Academia Nacional de Ciencias de Ucrania, la población continuará decreciendo, proyectándose en 28,9 millones para 2041 y 25,2 millones para 2051. Además, la ONU ha advertido que para 2100 podría reducirse a tan solo 15,3 millones.
Ahora, mientras las negociaciones lideradas por Trump podrían marcar un punto de inflexión, el futuro de Ucrania sigue siendo incierto. Lo que se decida en las próximas semanas y meses podría definir no solo el destino de esta nación, sino también el equilibrio de poder en el mundo entero.