Son siete los
suboficiales del Ejército que, hasta ahora, fueron dados de baja y quedaron en prisión preventiva por los vínculos que mantendrían con una banda que traficaba drogas desde el extranjero. En palabras del Ministerio de Seguridad Pública, se trata de una situación
"compleja" y "delicada", y ha activado las alarmas respecto a cómo instituciones dedicadas a la defensa del país, estarían siendo permeadas por el crimen organizado.
A ello, se suma el caso de cinco funcionarios de la Fuerza Aérea (FACh) en Iquique, los que fueron sorprendidos con "sustancias ilícitas" desde esa zona hasta Santiago, lo que agudizó el debate por las aristas que revisten estos casos. Entre ellas, la inevitable conexión de funcionarios de estas instituciones para enfrentar el crimen, pero los riesgos de que aquello se convierta en un "nexo" destinado a cometer y facilitar ilícitos, y cuán vulnerables podrían ser los funcionarios.
En el caso del Ejército, el grupo detenido estaba compuesto por sargentos y cabos, quienes cumplían funciones en la 2ª Brigada Acorazada "Cazadores" en Pozo Almonte y en el Centro Clínico Militar de Iquique.
El grupo se dedicaba a internar, ocultar y transportar importantes cantidades de drogas desde el norte del país hasta la Región Metropolitana. Hasta ahora, es conoce que su modus operandi consistía en trasladar la droga en vehículos que estaban acondicionados para el transporte y ocultamiento de las sustancias, mientras otro auto operaba de "escolta", para evitar y alertar ante eventuales controles en la ruta.
La semana pasada, el ministro de Seguridad Pública, Luis Cordero, afirmó -a Radio Universo-, que esta organización funcionaba "como estructura criminal de transporte", y la situación reviste aún mayor complejidad al considerar que "afecta a una unidad que está en la zona fronteriza".
En efecto, el hecho de que los funcionarios involucrados pertenezcan a una zona en concreto, abre dudas en torno a la permeabilidad que puedan tener los "cuadros permanentes" del Ejército.
Los "cuadros permanentes" en el Ejército
Conocedores del mundo castrense detallan que los suboficiales del Ejército se denominan "cuadro permanente", es decir, que hacen su carrera en una misma zona, lo que trae una serie de ventajas, pero también se evidenciarían algunas complejidades a raíz de los casos de nexos con el crimen organizado que se han visto en el último tiempo.
Entre las ventajas para la institución, tener a un grupo de suboficiales en un solo lugar ahorra costos, porque se evita, por ejemplo, pagar traslados o cambios de casa; y desde el punto de vista de sus propias funciones, el "cuadro permanente" conoce bien la zona en la que vive, conocen el "terreno", y están "aclimatados" a las condiciones del clima, lo que es relevante en caso de tener que ejercer la defensa y resguardo del país.
Se trata, además, de funcionarios que, al vivir de forma permanente en una zona, hacen también su vida personal en esos contextos.
Pero también existen algunas desventajas, comentan algunas voces, como por ejemplo, si un funcionario se relaciona con alguna persona de estas zonas fronterizas, no sería descartable que incluso los entornos de esa persona puedan estar vinculados a negocios ilícitos o personas extranjeras que están de manera irregular en Chile.
En este sentido, la reflexión que emerge es que "las Fuerzas Armadas son un espejo de la sociedad en la que están"; y aun cuando existan mecanismos de control -que son necesarios y se han mejorado-, no están ajenas al riesgo de verse permeados por esta "nueva amenaza" en torno a ser captados por grupos criminales; especialmente aquellos funcionarios que cuentan con la "ventaja" de conocer bien el territorio en el que desempeñan sus funciones.
"Ciertamente son más vulnerables"
Daniel Soto, doctor en Procesos e Instituciones Políticas, Comité para la Prevención de la Tortura, plantea que, en efecto, la suboficialidad militar y policial es particularmente vulnerable a la infiltración del crimen organizado "debido a su rol operativo, menor remuneración y exposición territorial".
"A diferencia de la oficialidad, los suboficiales ejecutan tareas logísticas, de transporte y vigilancia, accediendo a recursos estratégicos y zonas de riesgo con escaso control externo. Esta posición funcional, sumada a condiciones socioeconómicas más precarias y al contacto cotidiano con entornos permeables, facilita su captación por redes criminales", comenta.
En ese sentido, subraya que su instrumentalización por parte del narcotráfico exige fortalecer los sistemas de control interno, mejorar condiciones laborales y reforzar la supervisión civil.
Por su parte, Pía Greene, experta en seguridad y crimen organizado de la USS, afirma que todas las personas que se mueven más cercanamente al crimen organizado en su trabajo, que tienen funciones o atribuciones o presencia más cercana al crimen organizado, "ciertamente son más vulnerables a ser permeados".
Esto, comenta "por el poder lucrativo que tienen para ser corrompidos o bien para ser amenazados por la gente perteneciente al crimen organizado. Entonces, claro, las organizaciones que trabajan cercanamente y que más encima son del Estado, ciertamente tienen más vulnerabilidad de eventualmente poder ser corrompidos por el crimen organizado".
La experta subraya que si bien este tipo de situaciones "siempre han existido", los últimos casos hay que tomarlos "como una señal, porque el que se estén descubriendo más cosas, implica que también hay más, obviamente. Y quizás el Ejército no lo habíamos visto, pero sí se había visto en Carabineros, en la Policía de Investigaciones (PDI), en Aduanas".
"Siempre ha habido corrupción, pero lo que nos tenemos que preguntar es que si hay más casos porque se están sacando a la luz, o si estamos teniendo mejores formas de protegernos frente a esto y estamos detectando a más involucrados", cerró.