Evitaron la confrontación y se concentraron en aprovechar el tiempo disponible para entregar la mayor cantidad de propuestas posible. Esa fue la tónica que marcó ayer el debate presidencial donde los ocho aspirantes a La Moneda se volvieron a encontrar en un set televisivo.
Alejados de los emplazamientos directos -salvo excepciones- los candidatos incluso en aquellos bloques donde podían usar el tiempo a libre disposición, evitaron emplazar. El foco estuvo en entregar mensajes en torno a seguridad, salud, beneficios sociales, y en varias ocasiones, en propuestas específicas para la mujer.
Este escenario marcó un
contraste respecto al debate del pasado 11 de septiembre, donde sí hubo emplazamientos cruzados -como el de la candidata Jeannette Jara a José Antonio Kast en medio de la polémica por la red de bots-, o de Franco Parisi a Evelyn Matthei.
Pareciera entonces que en esta pasada, y a solo tres semanas de la elección, las apuestas se concentraron en atraer a nuevos votantes y dejar de hablarles con tanto ahínco a sus nichos. Esto, de paso, marca un contraste en lo que ha sido la tónica de la franja electoral, donde la mayoría de candidatos apeló más a despertar emociones y hablarles a sus nichos.
Así, el escenario presidencial, al menos en el debate, parece tomar un rumbo con un sabor diferente: los candidatos buscan mostrar al público masivo que están concentrados en lo que será un eventual gobierno a su cargo, y no en la llamada "pelea chica". ¿Un intento de mostrar madurez política, solidez, una cartera de propuestas? Expertos analizan el nuevo "tono" en Emol.
"Un error puede significar bastante"
"Efectivamente, en general hubo mesura y no se mostró tanta confrontación como en los debates anteriores", dice Kenneth Bunker, director Laboratorio de Democracia y Gobierno de la U. San Sebastián.
El académico comenta que si bien hubo algunos intercambios un poco más tensos, "me parece que en general estuvo más tranquilo porque en particular los candidatos más grandes (los con más respaldo en los sondeos) tienen mucho que perder a esta altura".
"Un patinazo, un error no forzado, alguna situación incómoda, una pregunta mal contestada, puede significar bastante, entonces creo que básicamente están están manteniendo sus posiciones y obviamente eso implica no confrontar de forma demasiado frontal o directa", comenta.
En la misma línea, Roberto Munita, académico U. Andes y UNAB, comenta que "a esta altura, ya en la última milla y a menos de un mes de la primera vuelta, hay muchos candidatos que no quieren arriesgar".
"Como la consigna es pasar a segunda vuelta, y asumiendo que las encuestas pueden estar teniendo un punto ciego, por los votantes obligados que no contestan encuestas, al menos cinco candidatos creen tener estatura para llegar a la segunda vuelta, y saben que cualquier paso en falso los puede dejar fuera. Por tanto, anoche apostaron por no arriesgar nada (Jara, Kast, Matthei, Kaiser y Parisi)", sostuvo.
Por su parte, Eric Latorre, director del magíster de gobierno y dirección pública de la U. Autónoma, plantea que la mesura "se debió a que ninguno de los candidatos, por distintas razones, quiso arriesgar de manera innecesaria, y prefirieron ser más cautos abriendo espacios en segmentos eventualmente indecisos como las mujeres".
En esa línea, precisa que "Jara debía mejorar su mal desempeño del debate anterior, por lo que era recomendable ser más cauta y amable; Kast era el que menos debía arriesgar en la derecha por su posición aun dominante; Kaiser mantuvo el tono que lo ha consolidado y elevado en las encuestas; y Parisi pareciera quedarse sin muchas ideas".
En tanto, "los candidatos con menos opciones parecieran asumir su incapacidad de ser actores relevantes y Matthei que es la única de que debía arriesgar más, apeló al voto femenino, sin embargo queda la sensación que no encuentra un espacio propio con temas que pueda liderar y mostrarse realmente competitiva".
