MADRID.- Sólo el 46% de los incidentes de ciberseguridad del mundo son consecuencia de la infección por programas maliciosos ("malware"), y la mayoría de las brechas de seguridad se deben a un comportamiento imprudente de los usuarios, que usan contraseñas débiles y no actualizan sus equipos.
Así lo aseguró la compañía tecnológica estadounidense Microsoft en una conferencia en España en la que hizo públicos sus datos sobre la seguridad en internet y el cibercrimen, un ámbito que no deja de crecer y que ve cómo cada día se crean más de un millón de nuevos elementos de código malicioso.
"No podemos combatir solos, las empresas tenemos que unirnos y colaborar contra el cibercrimen, ya que sólo así podremos hacer frente a un peligro que pone en riesgo a los usuarios de todo el mundo", afirmó el director de Tecnología de Microsoft Iberia, Héctor Sánchez Montenegro.
El año pasado, como consecuencia de los ataques cibernéticos, dos mil millones de datos de internautas quedaron expuestos y se destruyeron tres billones de dólares de valor de mercado, según la firma tecnológica.
Pese a la existencia de una gran variedad de programas maliciosos, el comportamiento imprudente de los usuarios en la red sigue siendo el principal método que los piratas informáticos explotan para realizar sus acciones. "El 99,9% de las vulnerabilidades explotadas por los piratas ya han sido corregidas por parches de seguridad, pero falta que todos los usuarios mantengan los equipos actualizados", comentó Sánchez.
Entre los datos destaca que el 23% de los trabajadores de las empresas responden a mensajes de "phishing" (en los que los atacantes suplantan la identidad de alguna corporación para obtener información), y de ellos, el 11% acaba ejecutando el archivo malicioso adjunto en el correo.
Pese a su conocimiento, actualmente sólo el 54% de las empresas ofrece cursos de formación a sus empleados sobre ciberseguridad.
La inseguridad en la red ha aumentado tanto en los últimos años que ha alcanzado el estatus de "riesgo de primer nivel", según el Foro Económico Mundial, que eleva la peligrosidad de las ciberamenazas al nivel de otros como la escasez de agua.
