SYDNEY.- Un equipo de investigadores de la Universidad de Sydney, liderados por la académica Arunima Malik, determinaron que el turismo es responsable de cerca del 8% de las emisiones de gases de efecto invernadero globales.
En conjunto, los expertos incluyeron en sus cálculos los medios de transporte y hoteles anteponiendo su resultado a estudios anteriores que obtuvieron valores más bajos. Por ejemplo, uno de 2010 que aseguraba que el turismo generaba 1.120 millones de toneladas de dióxido de carbono (CO2), equivalente a lo que se suponía entonces un 3% de las emisiones totales.
"Sin embargo, estos análisis no incluían las cadenas de suministro basadas en el turismo y por lo tanto no presentan una huella de CO2 real", señalan. Por esta razón, Malik y sus compañeros añadieron a las consecuencias del turismo internacional los efectos climáticos de la comida y la bebida, así como las ofertas de venta al por menor.
Los investigadores se basaron en amplios datos turísticos de 189 países, entre ellos de la Organización Mundial del Turismo (OMT). Introdujeron estas informaciones en un banco de datos propio para poder desglosar la huella de CO2 en función del origen de los turistas.
Los turistas que más contaminan
En un ránking de los turistas que más emisiones de CO2 causan, los estadounidenses encabezaron la lista, seguidos de los chinos, los alemanes, los indios, los mexicanos, los brasileños, los canadienses y los japoneses.
Según una investigación parcial, las emisiones de gases de efecto invernadero por el turismo entre 2009 y 2013 aumentaron de 3.900 toneladas de CO2 a 4.500. Esto supone un aumento anual del 3,3%, explican los investigadores.
A medida que aumenta el bienestar, aumentan también incluso de manera desproporcionada las emisiones de gases contaminantes por los viajes turísticos: con un producto interno bruto de más de US$ 40.000 per cápita, un aumento del bienestar del 10% conduce a un incremento de la huella de carbono por los viajes de hasta un 13%.
Así también, los investigadores pronosticaron que, siendo optimistas, el aumento de las emisiones por los turistas podría restringirse a los 5.000 millones de toneladas para 2025. Sin embargo, si no cambia nada en la tendencia actual, las emisiones relacionadas con el turismo podrían alcanzar los 6.500 millones de toneladas de CO2 en siete años, ya que en los últimos años "la demanda de viajes por parte de los consumidores ha crecido mucho más rápido que el consumo de otros productos y servicios", explican.
En general los investigadores recomiendan volar menos y pagar más como medida de compensación por la huella de carbono.