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El desafío de entender al recién nacido

En todas las madres está la capacidad de captar el sutil lenguaje de su guagua, pero a veces esto requiere de tiempo, calma y paciencia.

16 de Febrero de 2005 | 17:14 |
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Comunicarse con el recién nacido es el primer paso de los padres

Patricia Mora (27), ingeniera, recuerda el regreso a casa, desde la clínica, con su primera hija en los brazos. "Nunca imaginamos lo que vendría: la Fernandita lloraba todo el día y yo sentía que no podía calmarla. Me sentía inútil, incapaz. No sabía cuándo darle papa. El médico decía que cada cuatro horas y mi mamá insistía en la libre demanda. Después llegaba mi marido y me retaba por no hacerle caso al doctor. Lo mismo con las mudas: miraba a la niña a cada rato por si estaba hecha, pero me sentía mal por desabrigarla tanto".

Si Fernandita lloraba todo el día, Patricia también. "Estaba angustiada. Llegué a pensar que no quería a la guagua, que me molestaba. Me sentía presa de la situación. Miraba a la gente pasar por la ventana y me preguntaba por qué yo no podía salir y hacer una vida normal como ellos. Había días en que no comía nada. Tomaba pura leche".

Fue su ginecóloga la que le hizo asumir una depresión posparto. Pidió más apoyo a su madre y a su marido. Y comenzó, poco a poco, a calmarse y a entender los ritmos y horarios de su hija. "Al segundo mes, ya sabía que la niña tomaba papa cada dos horas; que había que sacarle los chanchitos; que la música la tranquilizaba. Al tercer mes, ya la estaba disfrutando y hoy, cuando ya tiene un año y dos meses, nos entendemos perfecto".

El caso de Patricia Mora refleja lo que le ocurre a muchas mujeres. La natural ansiedad ante esta nueva experiencia y la excesiva y contradictoria información circulante las confunden y les hacen olvidar que en ellas está la capacidad de entender las necesidades de sus hijos.

Equivocarse sin temor

"Pero este entendimiento no ocurre por arte de magia, sino que requiere de tiempo. Para ello, lo más importante es que las madres estén lo más tranquilas posibles, sabiendo que esto es como aprender a bailar de a dos: en un comienzo se van a tropezar, pero poco a poco ambos van a conocer sus ritmos", explica la psiquiatra Lisette Lavanchy, especialista en vínculo temprano.

"A veces, la ansiedad excesiva puede inhibir que el instinto aflore. Muchas veces, una mamá angustiada ni siquiera es capaz de ver que su guagua está en óptimas condiciones. El susto a no estar haciéndolo bien puede llevarla a no escuchar su voz interior", agrega la psiquiatra Soledad Díaz.

Ambas especialistas reconocen que cada vez son más las mujeres que, ya desde el embarazo, manifiestan aprensiones, temores y dudas sobre si serán o no capaces de contener las necesidades de sus hijos. Y pensando en ellas están preparando el taller "El primer vínculo: una protección", que les ayudará a aceptar y manejar sus emociones, y las preparará para su relación con el nuevo hijo.

"Hoy en día las madres estamos sometidas a un sistema mucho más complejo que el que vivieron nuestras madres y abuelas: por la gran cantidad de información que se maneja, porque tenemos que estar en muchas bandas al mismo tiempo y porque se nos exige demasiado en un momento en que todo debería estar relegado y al servicio de la maternidad", explica Lisette Lavanchy.

Y en ese punto, las profesionales son claras: todo debiera quedar supeditado a que la madre esté en las mejores condiciones para lograr este delicado fiato con su hijo. "Y no sólo ella estará aprendiendo a reconocer las señales del niño.

También él irá captando qué señales son más escuchadas que otras. Es un aprendizaje mutuo que se da por ensayo y error. Y por eso es tan importante la cantidad de tiempo que pasen juntos", dice la psiquiatra.

Los estudios sobre vínculo temprano indican que el contacto que el niño establezca con su madre los primeros meses de vida son claves para su desarrollo psíquico posterior. "Esta primera relación con 'otro' va a determinar de qué manera el sujeto se va a vincular con las personas y con las cosas el resto de su vida. Si ha desarrollado un buen vínculo en estos primeros meses, tendrá más posibilidades, después, de construir relaciones de esa misma calidad", agrega la psiquiatra.

Según las especialistas, el primer año de vida es tan determinante que las madres deben asumir que están "prestando su mente y su cuerpo" a este nuevo ser. "A veces, me preguntan si pueden viajar y dejar a la guagua chica con la nana por varios días, y yo les digo que no. Por supuesto que hay situaciones excepcionales, como un duelo o una enfermedad. Y en esos casos, la mamá sabrá minimizar los costos de la situación", dice Soledad Díaz.

Pero nada de esto es para asustarse. Un buen vínculo temprano debería lograrse sin más performance que los cotidianos cuidados de una mamá normal. Y saber si uno lo está logrando es tan simple como captar que hay momentos en que los dos, madre e hijo, están tranquilos, contentos y satisfechos, señala Lisette Lavanchy. "Habrá momentos así y otros no. Y es bueno que así sea, porque la mente se desarrolla en ausencia de algo: el niño se las arregla también con la falta, con las ausencias. Aprende a esperar, a imaginar; y es así como surgen los procesos mentales".



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