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“Como tengo los ojos azules y el pelo claro, doy con el perfil”

07 de Diciembre de 2004 | 09:46 |
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La timidez también se le nota en los deportes que ha practicado por años. Primero fue el golf, después el windsurf, el rally y la fórmula 4 con su hermano, y hoy, el rodeo. Prefiere la soledad, no el ejercicio en equipo.

-Tus amigos deben ser muchos si has pasado por tantos deportes.
“Claro, con los años, conozco mucha gente”.

Pero mantenerse en forma no es la única razón para el deporte, sino también los contactos que establece “con la gente más importante de este país”. Diseña colleras con caballos, copas, medallas de premio, incluso cuños de caballos grandes: “No tengo ni un rollo, porque me encantan los caballos”.

No tiene que decirlo, porque el taller está lleno de dibujos de equinos, su último hobbie; incluso hay esculturas en plata de este animal. El lugar es agradable, no demasiado grande, pero tampoco pequeño. La sala de ventas es muy luminosa y parece un estar; detrás de una puerta de madera y al lado de la caja de fondos, está el taller; hay cosas y joyas por todos lados, pero asegura que nada se le pierde.

A los 18 años era profesional del golf y hacía unos palitos de plata que dejaba en el bar del hoyo 9, donde los competidores hacen un alto: ese fue su primer negocio. “Con eso financiaba el carrete”.

Sus padres llegaron a Chile el año 1948, al Estadio Nacional. Cuenta que ellos eran muy duros y austeros, "vivían en sicosis de guerra, especialmente en la época de la UP".

Mihaly nació el 11 de abril de 1956 y, aunque su papá era agrónomo y veterinario, puso una ferretería en la calle Bulnes, que estuvo allí por 30 años.
En ese tiempo, vivía en una parcela en La Reina, “donde había un caballo que nadie pescaba y yo lo convertí en mi vía de escape. Era divertido, no nos dejaban salir solos, pero admitían que yo con el caballo me fuera a cualquier lado”.

Casado con María Pía Buzeta hace 23 años, tiene tres hijos, Miguel Andrés de 22, que estudia comunicación audiovisual; Nicolás de 18, que es golfista de nivel mundial y Catalina, de 16, que practica equitación. Los tres estudiaron en el Saint George, en tanto que Mihy lo hizo en varios colegios, pero el que más recuerda es La Salle.

-¿Tú le heredaste el gusto por el golf a Nicolás?
“Sí, yo en esa época jugaba mucho y viajé harto por Chile; le mostraba mis álbumes y él se propuso desde chico superarme ampliamente y es el mejor golfista de Chile en este minuto, porque ha ganado los últimos cuatro abiertos”.

-¿Tienes alguna frustración?
“No haber sido profesional del golf; o sea fui, pero duré dos meses, porque en esa época no se usaba y era mal visto”.

Hoy le agradece a su padre que fuera europeo y amplio de criterio y lo guiara hacia la orfebrería, que es un oficio que le permitió formar familia y mantenerla en un muy buen nivel. “Me puso los pies en la tierra y gracias a Dios, me doy mis gustos, mis caballos. Disfruto las cosas simples de la vida, me gusta viajar dentro de Chile; antes salía más al extranjero para ver nuevas tendencias y porque a la Pía le encanta; ahora ya no, hace como 10 años que no salgo, porque tengo mi propio estilo”.

El golf lo dejó en 1988, porque viajaba mucho y estaba poco con los niños; lo cambió por el rodeo, en el que su collera es el dueño del club ecuestre de Santo Domingo, que fundaron juntos.

-¿Tienes algún hobbie, aparte de los deportes?
“No, ninguno…¡ah, sí, dibujar caballos!”

Su compañera de trabajo se ríe a carcajadas ante la pregunta de sus preferencias musicales y dice desde la sala de ventas: “Esa es la única faceta de su vida en que no ha desarrollado el arte; no sabe bailar y le gustan las rancheras”. Acota que tanta confianza es porque lleva 13 años trabajando con él.

A pesar de que reconoce que “es penca decir que no”, no le gusta la lectura, pero es muy bueno para los puzzles; es fanático del de la tarde en “la Segunda”. También le gusta leer “Las Últimas Noticias”, porque según su opinión, “lo único que hizo ese diario fue escribir el cahuín que antes andaba de boca en boca. Es la versión más sofisticada de “la Cuarta”. Es bueno, sano, nos conocemos más”.

Dice ser muy sencillo en el vestir y se le nota: usa jeans, una camisa a cuadros y un cinturón cuya hebilla es la cabeza de un caballo. “Uso la ropa de mis niños y el fin de semana, me visto de huaso”. Hace una pausa y dice: “Si me preguntai, mi obsesión es llegar a un clasificatorio”.

-¿Tienes tiempo para eso?
“No, poh, si tengo niños chicos, un montón de trabajo, no tengo empleados…es puro soñar no más. Más encima mis dos caballos están enfermos, uno de la mano y el otro del pie”.

Le da como pena y entorna los ojos, luego lanza una tremenda carcajada. Cada vez está más suelto y es muy divertido como cuenta sus anécdotas y su vida.

¿Te consideras buenmozo?
“No me considero tanto, pero normal. Además como tengo los ojos azules y el pelo claro, doy con el perfil”.

-¿Te gusta cocinar?
“Me gusta mucho: hago un pollo a la húngara, ¡salvaje!; fileteo yo el carpaccio de salmón; si hay que hacer carne, la hago. No soy de restoranes y me gusta comer de todo”.

Cuenta que siempre ha sido muy tímido, pero que eso no le impidió ser “súper pololero, desde los 11 años, pero como que llegaban solas, no tenía que hacer mucho. Pero la que a mí me gustaba, me costaba, por lo tímido, poh”. Y vuelve a reír a carcajadas.

-¿Vicio privado?
“Guauu. Mi mamá ya no está viva, así que te puedo decir que me gusta mucho el sexo”.

Más risas.

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