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“La época para trabajar duro es cuando se es soltera sin hijos”

13 de Enero de 2005 | 10:55 |
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A pesar de lo vanguardista de sus diseños, Consuelo es muy conservadora en su manera de ver la vida y educar a sus hijas. Ella estudió siempre en las Monjas Carmelitas de San Felipe y hoy tiene a sus niñitas en el Colegio de los Andes, que pertenece al SEDUC, una corporación que administra varios colegios cercanos al Opus Dei.

Está casada con Matías Eguiguren y tiene tres hijas: Amelia, de seis años; Consuelo, de cinco, y Aurora, de dos. Vive en Vitacura y le encanta el barrio, porque está cerca de todo, también de la tienda.

-¿Cómo divides el tiempo entre la familia y el diseño?
“Las dos más grandes están en el colegio y salen a la una de la tarde; yo llego a mi casa, en general, como a las dos y media. En el fondo, me podría ir mucho mejor si dedicara todo el día a decorar o trabajar, pero no estoy dispuesta a hacerlo”.

-¿Por qué?
“Porque mi prioridad son las niñitas. Lo más importante de la vida de uno son los hijos; si su educación no resulta, no sirvió nada de nada de lo que hayas hecho. La época para trabajar duro, duro, duro, es cuando estás soltera y sin hijos”.

-¿A qué edad te casaste?
“A los 25 y como había empezado con este tema muy joven, ya estaba consolidada, tanto en prestigio como económicamente”.

-¿Tu marido tiene algo que ver con el área?
“Nada, él trabaja en fondos de inversiones, es muy diferente a mí. Creo que el complemento es bueno, porque Matías es absolutamente práctico y yo, muy poco”.

-¿Cómo te las arreglas con la casa, entonces?
“La verdad es que sólo me dedico a las niñitas full time, toda la tarde. Tengo dos nanas maravillosa, que llevan mucho tiempo conmigo y son parte de la familia y gracias a ellas puedo trabajar”.

-¿No hay nada de la casa que te guste?
“No me gusta la cocina, ordenar, lavar, nada; en realidad sólo dispongo y me dedico a las niñitas, que me encantan”.

-Supongo que decorarla sí te gusta?
“Ah, claro, pero eso no más”.

-Las niñitas están en el Los Andes, ¿cercanía con el Opus Dei?
“Sí, pero más que eso, vengo de una familia muy tradicional y conservadora y sentí, después de recorrer varios colegios, que éste era el que más me interpretaba. Mis cuñadas estudiaron ahí y mi marido, en el Tabancura”.

Explica que fue educada en un régimen estricto y religioso y que quiere darle lo mismo a sus hijas, porque son herramientas imprescindibles para enfrentar el mundo de hoy, especialmente el santiaguino. Por eso, se arranca todos los fines de semana y no piensa cambiarse de la casa ley Pereira que compró cuando se casó y arregló íntegra, a cuatro cuadras de la tienda.

Se acaba de comprar un terreno entre Cachagua y Zapallar, porque “para mí es fundamental salir los fines de semana de la capital e irme a un ambiente más campestre y relajado como en el que me crié, para darle lo mismo a las niñitas, así que nos vamos a construir una casita allá”.

Pero no todo ha sido felicidad y éxito en la vida de Consuelo Pérez; hace un tiempo su marido sufrió una grave enfermedad que la tuvo sin trabajar por un año. Ella, sonriente, dice que espera lo que Dios le quiera mandar.

También perdió hace poco a su padre, que está presente en todo minuto de la conversación, pues era su mentor y gran apoyo, y además se perdió el campo de San Felipe, que añora, porque “el campo te hace ser natural, auténtica, buscar lo que realmente quieres y no dejarte llevar por las influencias”.


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