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Cuándo los niños necesitan ir al psicólogo

La capacidad que sientan los padres para afrontar el problema de sus hijos y ayudarlos es clave en la decisión de consultar.

17 de Febrero de 2005 | 10:32 |
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Cambios repentinos de conducta. Bajas de ánimo o una hiperactividad poco común. Hay muchas señales que pueden indicar a los padres que sus hijos no se sienten bien, ya sea en su relación con ellos, con sus amigos o en el colegio.

Determinar si eso se puede solucionar en la casa o bien merece la consulta a un psicólogo depende de una serie de factores, entre los cuales la capacidad que sientan los progenitores para abordar la tarea es clave.

Así le pasó a Marcela (28) con su hijo (4). "Sin una causa clara, Angelito comenzó a negarse a comer. Nada le gustaba, ni siquiera las comidas que antes lo hacían chuparse los dedos. No entendíamos qué pasaba y todos opinaban y nos aconsejaban cosas distintas. Finalmente, con mi marido decidimos consultar a una psicóloga infantil. Con ella descubrimos que lo tenía muy apenado mi regreso al trabajo, porque sentía que me había perdido".

Nadja Antonijevic, psicóloga infanto-juvenil, explica que el tema de cuándo consultar a un especialista pasa por varios aspectos. Lo primero es abrirse a observar al niño y distinguir qué le puede estar pasando.

"Si después de eso los padres sienten que no se pueden hacer cargo del problema porque tienen dudas, pueden considerar la posibilidad de consultar, sin pensar en que necesariamente existe una patología seria".

Cambios en la conducta

Junto con cultivar su percepción, los padres pueden fijar la atención en una serie de claves conductuales.

Una de éstas es el cambio en el comportamiento habitual del niño. Por ejemplo, que comience a comer en exceso o muy poco puede estar mostrando que pasa por un período ansioso o, incluso, depresivo. Lo mismo con el sueño: si duerme poco puede ser un indicador de ansiedad o déficit atencional. La hipersomnia, en tanto, puede hacer pensar en una depresión, sólo si está acompañada por otros síntomas.

Las pesadillas también pueden ser una señal. "Tenerlas de vez en cuando es normal a los cinco años. Pero no lo es si son frecuentes y el niño despierta muy angustiado por éstas". El contenido de estos sueños también da luces: "Las pesadillas de vergüenza o agresión si tienen una regularidad se pueden relacionar con experiencias traumáticas que él ha tenido o ha visto en otros".

Otra señal es el nivel de actividad del pequeño. "Un niño que se mueve mucho puede indicar que es hiperactivo o también que está ansioso por alguna razón. En cambio, un niño pasivo, lánguido, al que todo lo aburre, puede estar deprimido".

Aislamiento preocupante

Esto se relaciona también con otro aspecto a observar: su capacidad para jugar y relacionarse con otros. Si el niño no juega es un tema preocupante, dice la psicóloga. "Los papás consultan más por aquellas cosas que les molestan, como las rabietas, el desorden o la mala conducta. Pero no tienden a hacerlo por el niño aislado e introvertido".

Son menores que pueden tener una depresión o estar sobreadaptados. Esto significa que están inseguros emocionalmente y se sienten poco aceptados, por lo que tienden a realizar todo lo que les piden.

Los efectos de una conducta como ésta pueden ser incapacidad para enfrentar el fracaso y también el cultivo de una depresión en la adolescencia o la adultez, porque no le hallan sentido a la vida. Otro aspecto a observar es si los niños convidan a amigos a sus casas y si ellos también son invitados. Esto puede indicar qué tan integrados están y qué tan aceptados se sienten.

Una quinta señal a tener en cuenta son las somatizaciones, como los dolores de estómago y de cabeza. Muchas veces éstas pueden ser síntoma de una depresión encubierta y, en otras, son formas que tienen los niños para evitar situaciones que no les gustan. Entonces, antes de considerarlo una "maña" es mejor buscar la razón por la que el niño se niega a hacer esa actividad.

"Si el niño está con pena o con rabia, lo está pasando mal y la mamá siente que es así, pero no puede detectar qué ocasiona estas emociones para ayudarlo, por qué no atreverse a consultar y que alguien la ayude a mirar aquello que ella no logra ver".

Capacidad de ayuda

Para que un niño se atreva a decir qué le pasa y los papás puedan ayudarlo, es fundamental que sienta que ellos son capaces de "contenerlo". Éste es un término técnico que significa que sus progenitores pueden acoger al niño, hacerse cargo de su situación emocional y tranquilizarlo.

"Cuando los padres se sobreangustian, enojan o critican a su hijo por lo que siente, piensa o hace, ese niño no se va a expresar y se va a ocultar".

Entonces, por ejemplo, si un niño se da cuenta de que cuando le va mal en el colegio la mamá se inseguriza o el papá se enoja, él se pondrá introvertido o bien tenderá a ocultar y a poner cara de que todo está bien. "Los niños aprenden muy rápidamente, desde el amor, a cuidar a sus padres. Y ocultan aquello que sienten que a ellos les hace mal".

Conexión emocional

Un aspecto clave es cómo los padres cultivan sus capacidades perceptivas para entender emocionalmente a sus hijos. "Es muy importante tener una imagen clara y una conexión con lo que fue la infancia propia, es decir, ser capaces de tener acceso a sus vivencias infantiles, a recordar qué les daba miedo, pena y rabia. También qué les producía alegría y qué necesitaban", dice la psicóloga Nadja Antonijevic.

Percibir qué está sintiendo el niño, entre otras cosas, pasa por observar su disposición corporal. Por ejemplo, un pequeño con pena estará más frío y encogido. Uno con rabia tendrá los puños y la mandíbula apretados.

"Para distinguir en qué emoción está el otro tienes que estar en contacto con tus propios sentimientos, para que puedas distinguir, por ejemplo, entre una rabia y una pena, ya que éstas muchas veces se confunden, sobre todo en los niños".

Los juegos y el dibujo también sirven para saber qué puede estar preocupándoles. "Ellos juegan una situación varias veces como una manera de elaborar aquellas que los están complicando". Por eso, si los invitan a jugar al colegio y ellos tienen problemas allá, en esa actividad saldrá ese conflicto.



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