Practicando la contemplación y observando, los antiguos descubrieron los juegos de la naturaleza, sus leyes, sus ritmos, sus movimientos y cómo participar en ellos sin el menoscabo de su propia libertad.
La traducción exacta para las palabras chinas “Feng” y “Shui” son “viento” y “agua”. Este conocimiento se inició en la antigua Asia hace aproximadamente 7.000 a 10.000 años atrás, cuando los cazadores empezaron a cultivar la tierra y se establecieron en un solo lugar.
De ahí que comenzaron a observar su alrededor y llegaron a la conclusión de que el entorno afectaba la manera que tenían para sobrevivir.
Durante muchísimos años, el Feng Shui fue mantenido en secreto, y, sus beneficios estaban dedicados sólo al Emperador y sus allegados, los chinos lo llamaban "Aplicaciones de emperadores y reyes". Incluso algunos textos fueron mal transcritos a propósito, con el fin de mantenerlo oculto.
Muchas de las prácticas o consejos del Feng Shui, pueden ser explicados, usando el sentido común y surgen básicamente de la observación de la naturaleza.
El Feng Shui no es una lista de consejos mágicos sobre qué hacer para ser millonario y feliz, si no es el arte de entender las fuerzas de la naturaleza e interactuar con ellas de forma armoniosa.
Este arte nos muestra el camino para armonizar la energía propia y única de cada individuo, de su casa u oficina, con las leyes de la naturaleza, alcanzando así, una gran claridad.
De ésta forma, al conocernos mejor, entendemos nuestro propósito en la vida y aprendemos a manejar nuestros problemas, permitiéndonos vivir a un potencial óptimo.
A lo largo de la historia se fueron formando distintas escuelas de Feng Shui:
Escuela de la Forma: observa las formas de la naturaleza, el clima, edificios vecinos y la existencia de agua en sus alrededores.
Escuela de la Brújula: considera importante la orientación de un espacio en relación a los puntos cardinales.
Escuela del Sombrero Negro: es una mezcla de la religión tibetana, budismo y el Feng Shui chino.
