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“La mujer no se debe masculinizar”

La gerente general de Kodak Chile es brasileña y se le nota por todos los poros de la piel: es espontánea, alegre, ríe a carcajadas y se nota que lo pasa bien en este país. A ratos, cuesta seguirla, porque habla muy rápido y en una mezcla de inglés, portugués y castellano. Sin embargo, entrevistarla es un agrado, pues tiene ese aire caribeño y desinhibido que tanto envidian los chilenos.

09 de Marzo de 2005 | 15:53 |
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Magui Castro viene de una familia grande, cinco hermanos, y muy feliz. Por eso –dice- que cuando entró a estudiar psicología y llegó al curso de terapia, se dio cuenta que eso no era para ella. “Imagínate, yo vivía en Copacabana, frente a la playa, sin problemas; mi mamá y mi papá súper amorosos, me dejaban hacer lo que yo quería; mis hermanos, mis mejores amigos. La profesora no me creía que no tuviera ninguna tranca, me decía mentirosa, entonces tuve la certeza que no quería seguir estudiando eso y más… ¡no quería ser como esa profesora, como esa loca, ¡jamás!”.

Pasó un año sabático en Estados Unidos, aprendiendo inglés y trabajando en una tienda y volvió a su país a estudiar “portugués-inglés”. Cuando terminó, entró de secretaria bilingüe del director de marketing de “Pepsi Co”, y “lo interesante fue que me pasaban las cosas para mecanografiar, yo revisaba el inglés y también las matemáticas, porque era muy buena para eso y además, era muy mandona, así que me hacían caso y cambiaban lo que estaba malo”.

Después se fue a “Nabisco” y su fuerte personalidad y su estilo dinámico no pasaron inadvertidos; cuando despidieron a su jefe, la llamaron inmediatamente para formar parte del equipo de marketing, algo así como ejecutiva de cuentas. Fue haciendo cursos básicos de marketing y, casi sin darse cuenta, la nombraron “gerente junior de productos”.

En ese momento, “Brahma” la llamó para trabajar con ellos y le pagó un MBA en marketing en la Universidad Católica de Río de Janeiro; estuvo dos años ahí y, cuando terminó de estudiar, la llamaron de Gillette “con más remuneración, auto, otra historia”.

Repitiendo el cuento, pidió hacer un MBA en finanzas y se lo pagaron. Llevaba cuatro años muy felices ahí –“no quería cambiarme”-, pero ahora fue “The Coca Cola Company” la que la llamó a sus filas para ser gerente de marketing de la marca… “¡Era un sueño, no podía decir no! y fui llorando donde mi jefe a decir que me iba”.

Cuenta que se habría quedado ahí para siempre, pero quería separarse de su marido y la única manera de hacerlo era cambiarse de ciudad y por eso aceptó la proposición de Kodak para trasladarse a Sao Paulo. “Para tener una vida mía y no nuestra, tenía que salir de Río; pero él pidió cambio y se fue conmigo, un año después nos separamos”.

Estalla en otra de sus fuertes carcajadas y dice que a la semana conoció a su actual marido, Pedro Fraga, con quien se casó al año. En ese momento era directora de marketing para latinoamérica de digital, papel y película. Estuvo tres años en el cargo y la nombraron gerente general de Kodak Chile, donde se desempeña hace dos años.

-¿Pensaste alguna vez que llegarías de secretaria bilingüe a gerente general?
“Nunca, imagina como es la vida, las vueltas que da. Uno no puede planear todo, las cosas van llegando sin ni siquiera haberlo pensado. Tienes que tomar decisiones difíciles y mi carácter y mi forma de hacer las cosas, me han llevado a donde estoy”.

Magui dice haber usado siempre su lado femenino, su intuición, “mis cosas de mujer” para llegar a este cargo. “Creo que la mujer no se debe masculinizar para entrar al mundo de los hombres; al contrario, somos mejores con nuestra intuición, nuestro tacto, sin necesidad de gritar a nadie”.

-¿Ese es el secreto?
“Cuando llegas a cierta posición, la gente ya no se atreve a contradecirte ni a subirte la voz, pero yo nunca dejé que lo hicieran, ni cuando era secretaria. Como vengo de una familia muy feliz, soy muy segura y no tengo miedo de la gente. Nunca me dejé gritar por nadie.
Yo siempre digo que soy una excelente amiga, pero una mejor enemiga”.

-Hablemos de tu cargo, ¿te provoca estrés la revolución digital en la fotografía?
“No, es lo que más me encanta. Es un desafío que hemos aprovechado. Cuando llegué a Chile, comencé a potenciar la página web de Kodak; hice alianzas con LAN para que la gente que tiene cámara digital entre por nuestra página y gane puntaje Lan Pass; también con VTR, Ripley… ¡esto de lo digital me está ayudando un montón!”

-¿Y los resultados?
“Cerramos con más del diez por ciento de crecimiento el año pasado y en dólares, fue mucho por lo digital; la red de cine también fue importante: las películas como ‘Sexo con amor’, ‘Machuca’ se hicieron con películas Kodak. También tenemos como el noventa por ciento del mercado de la publicidad hecha en formato de cine, convenios con diferentes instituciones, como el ministerio de Salud”.

-Te gusta lo digital.
“Claro, si es toda una revolución. Soy una fan de las cámaras digitales, tiene muy buena calidad, lo que tengo que hacer es promover la impresión en Kodak y en eso he centrado los esfuerzos.
“Entras a la página, mandas a hacer tus fotos, las enviamos al Kodak Express que más te acomode y las pagas allá; si alguna foto no te gusta, simplemente, la devuelves”.

-¿Y el mercado de los comerciales?
“El mercado del rollo de cine está creciendo un montón. En esa unidad de negocios cerramos con más de cincuenta por ciento arriba que el 2003. También el área de cine, propiamente tal, está creciendo mucho y Kodak la apoya todo lo que puede”.

-Es decir, en vez de estrés es un desafío.
“Absolutamente, me encanta. Cuando llega una cámara nueva, soy la primera en probarla y ver cómo funciona. Soy como computín para esas cosas”.

-¿Cómo te adaptas a tantas empresas distintas, con productos tan diversos?
“Me gustan los cambios, además siempre fueron para mejorar posición y además, me llamaron, no tuve que andar buscando; también rechacé muchas ofertas de trabajo que no me parecieron buenas. Te juro que de Gillette no quería irme, pero Coca Cola no se rechaza así como así, no se puede.
“El cambio a Kodak fue de carácter más personal, era como ‘take it or leave it’ y sea lo que Dios quiera”.

-Supongo que requiere mucho estudio cambiar de una empresa a otra.
“Siempre. Estudiar sus productos, sus redes de distribución, sus finanzas. Todo, todo tiene que pasar por tus manos para desempeñar bien los cargos; pero a mí siempre me encantó”.

-¿Sientes alguna presión por el cargo que ocupas?
“No, nunca la he sentido. Hay presión, pero cuando las cosas no van bien, pienso en qué hacer para mejorar, pero soy relajada y voy tomando todo cuanto viene. Impongo los ritmos de trabajo para que, cuando llegue la presión, ya esté todo bajo control. Escucho a los demás y presiono (chasquea los dedos), pero sin tiranía.
“Tenemos presión por resultados y los obtenemos. Si no es así podemos explicar perfectamente a que se debió el error de estimación”.

-¿Tampoco por ser mujer?
“Para nada; te digo más, Kodak tiene una política muy fuerte hacia la mujer y mientras el bussiness vaya bien, están contentos. Cerramos el 2004 súper bien, lo que nos quita la presión. No siento mayores apremios que los de mis pares en Argentina o en Perú o en cualquier parte.
“Estamos aquí para disfrutar la vida. Llegué donde llegué porque hago las cosas con muy buena onda, con buen humor, no masacrando a la gente por debajo mío. Déjalos hacer lo que tienen que hacer y ahí sí que la cosa funciona

- Si tuvieras que dar un consejo a las nuevas generaciones de cómo se logra llegar hasta aquí con ese humor, con esas ganas de hacer cosas, ¿cuál sería?
“No sé. Siempre digo que estoy en esta vida para ser feliz y, si no lo soy, yo me cambio. Tengo un compromiso conmigo: no permito que un trabajo que debe ser altamente placentero (placeroso, dice ella), se convierta en una carga.
“Siempre miro lo bueno y descarto lo malo; eso da las fuerzas y el humor para seguir adelante. Tampoco hay que estresarse tanto porque alguien te retó, es parte del trabajo. Nací para ser feliz y no quiero ser infeliz”.

-Las cifras te dan la razón.
“Sí, hemos tenido mejores resultados que los que se esperaban: un cinco por ciento anual, muy por sobre los del resto de América Latina.
“Hay que dejar que la gente haga lo que sepa hacer y saber mandar y formar equipos. La gente no debe tener miedo de ti, ni de ser despedida si se equivoca. Si no haces nada, ahí si que te despido. Nadie pierde su pega por errar, el no hacer nada sí es un error”.

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